Lo que parecía ser una simple anécdota en la apertura al turismo de la finca El Paraíso por parte de la bodega Luigi Bosca, desembocó en una polémica patrimonial de índole provincial con desmentidas y acusaciones en el seno de una de las familias más tradicionales de la vitivinicultura mendocina.
¿Qué pasó? Alberto Arizu (h), hoy al frente de la centenaria bodega lujanina que fundó su abuelo Leoncio Arizu, aseguró que los portones de nueva atracción ubicada en Maipú eran, nada más y nada menos, que los portones perdidos en 1940 del Parque General San Martín.
Sin embargo, Rodolfo Vargas Arizu, su primo, salió al cruce y desestimó esta versión, aunque pidió, en caso de que sea realmente la pieza parte del patrimonio histórico de los mendocinos, que devuelvan la estructura a las autoridades.
El propietario de la bodega Tierras Altas e hijo de Juana Arizu, hija de Leoncio, se expresó en su cuenta de Twitter al respecto. “Desmentimos los dichos de Alberto Arizu expresando que los portones laterales del Parque estuvieran en nuestras manos. Mi Madre viva (104), ni nosotros vimos nunca esos portones en nuestra finca ni depósitos. ¡Si lo tuviera Alberto Arizu debiera devolverlos a la Provincia!”, escribió en la noche del lunes.
Una historia familiar
En diálogo con Los Andes, Alberto Arizu (h) aclaró la versión que surgió hace unas semanas cuando decidieron abrir las puertas del chateau de estilo francés que su abuelo compró a Fran Romero Day en 1926 y le bajó el tono a la polémica. “Esta historia forma parte de una anécdota familiar que ha pasado de generación en generación, pero nunca pensamos realmente que podrían ser los portones del parque”, sostuvo.
El CEO de la compañía explicó que la estructura se incorporó a la propiedad hace muy poco tiempo y que, en realidad, desconocen su origen. “De hecho, estos portones estuvieron guardados en un depósito de la bodega durante mucho tiempo y recién ahora los llevamos a la finca para marcar la apertura de la experiencia Raíces de Finca El Paraíso”, completó.
En caso de que fueran realmente los portones de ingreso peatonal de la autoría de Carlos Berri que se quitaron en la remodelación de 1940, de los que no ha habido rastro en 82 años, la Dirección de Patrimonio de la Provincia debería intervenir en el asunto y devolverlos a su lugar original. Para eso, se debería demostrar que la estructura tiene una leyenda que especifique su autoría o algún signo de que esta marca ha desaparecido de manera intencional.