Los datos de la Superintendencia de Riesgos de Trabajo muestran un incremento en la cantidad de ferreterías del 11% entre 2019 y 2021, y del 9% en la cantidad de trabajadores registrados en el sector. Pero los dueños de estos negocios plantean que, luego del pico de ventas que tuvieron al inicio del aislamiento, la demanda se han reducido por la incertidumbre y algunos faltantes.
Los registros de la SRT revelan que en julio de 2019 había 136 ferreterías en la provincia, que tenían 580 empleados. Se debe aclarar que se trata de aquellos comercios que tienen trabajadores en blanco y con cobertura de ART. Las cifras pasaron a 141 comercios de este rubro y 588 empleados en el mismo mes de 2020, y se elevaron a 151 y 632, respectivamente en 2021.
Tomás es uno de los empresarios que abrió su ferretería durante la pandemia. Explicó que había trabajado en un comercio de este tipo y decidió tener su propio emprendimiento. Si bien ya había pasado el momento más fuerte de la pandemia, cuando inauguró LT Ferretería, en Godoy Cruz, todavía se estaba en fase 1. Sobre los resultados, reconoció que les costó bastante abrir las puertas, pero que les ha ido bien, gracias tanto a las construcciones nuevas como a las mejoras en el hogar.
Pese a eso indicó que, con las últimas subas del dólar blue, las ventas han bajado, porque la gente prefiere guardar el dinero hasta ver qué sucede. En cuanto a la provisión de materiales y artículos en general, señaló que hay faltantes, sobre todo de acero y de alambre.
Buenas y malas para el sector
Daniel, quien tiene una ferretería en Dorrego, aseguró que nunca habían tenido un nivel de ventas similar al de las primeras semanas de la cuarentena. Es que la mayoría de las personas se quedaron en sus casas y fue el momento de hacer esas renovaciones, ampliaciones o arreglos en el hogar que venían postergando.
Además, las ferreterías fueron incluidas dentro de los sectores esenciales, lo que les permitió seguir trabajando desde el primer día y aprovechar ese incremento importante en las ventas. Daniel acotó que hubo algunos ferreteros que, por su edad o condiciones de salud, decidieron no abrir, lo que hizo que los que sí atendían al público acapararan la demanda.
Cuando la cuarentena se fue extendiendo y a muchos de sus clientes les redujeron el sueldo o incluso se quedaron sin trabajo, el movimiento empezó a frenarse. Ahora la situación parece más complicada. Es que, por un lado, los perjudica un dólar a $ 195, por la incertidumbre que genera. Por el otro, quienes decidieron invertir en construir, han frenado el ritmo de trabajo, para poder irse de vacaciones.
Como las ventas han caído -a un 30% del nivel del inicio de la pandemia-, lo que están haciendo los ferreteros, indicó Daniel, es acopiar mercadería; algo que pueden hacer porque los productos que venden no tienen fecha de vencimiento ni pasan de moda. Por eso, en lugar de comprar dólares, invierten en productos, a la espera de lo que suceda después de las elecciones. Es que el temor es vender algo ahora y que luego el dólar se dispare y no puedan reponerlo, porque aumentó o no se consigue.
La cuarentena no significó lo mismo para todas las ferreterías. José tiene una en Ciudad y cuenta que el centro era un desierto en los primeros días de aislamiento. Por ese motivo decidió no abrir durante el primer mes. Es que sus principales clientes son personas que trabajan en el microcentro o están de paso, porque quienes viven en el entorno, lo hacen en departamentos, en donde “necesitan un clavito para poner un cuadro, pero no hay piletas, ni parrillas, ni demasiadas cosas por hacer”.
José señaló que, si bien hoy hay mucha gente en el centro, lo que no hay es dinero y las ventas, en su caso, nunca crecieron. Además, planteó que faltan muchos productos, sobre todo los importados. El alambre, por ejemplo, viene de afuera y hace cuatro meses que no tiene un rollo. A esto sumó que todos los meses los proveedores suben los precios. “No hay una firma que no suba”, advirtió.
Estas subas hicieron que Juan José, quien durante 23 años tuvo una ferretería en Godoy Cruz y la cerró hace un año y medio, decidiera dejar de vender la mercadería que le quedó. El hombre optó por frenar las ventas para evitar quedarse con pesos en la mano que se desvalorizan constantemente. Su estrategia es esperar a que pasan las elecciones para tener una idea más clara del escenario económico.