El Valle de Uco, para muchos, es una tierra bendecida por la naturaleza, donde el sol hoy abraza los viñedos y las montañas se alzan en forma majestuosa. Pero esa imagen está muy lejos de ser un retrato bucólico, muy por el contrario, es una realidad palpable para Pablo Ambrosini. El empresario, de 36 años, ha vivido de cerca parte de la transformación agrícola y la que provocó el turismo en la región, primero como encargado del negocio familiar y luego como miembro de la Cámara de Comercio, Industria, Agricultura y Turismo de Tunuyán (CIAT), entidad que actualmente preside y que se prepara para celebrar su 62 aniversario.
La historia de Ambrosini está ligada al Valle de Uco, al menos desde 1998 cuando se convirtió en su hogar permanente tras la decisión de sus padres de mudarse, desde Rívadavia, para desarrollar una empresa de reparto de bebidas en Tunuyán. “En 2012 mi papá falleció y tuve que tomar las riendas del negocio. Así que veo, desde muy cerca, el auge que ha tenido todo el valle”, cuenta. Hoy, él encabeza la gremial empresaria y reconoce que en un contexto económico difícil, no se debe dejar de celebrar el esfuerzo y la pasión de las 60 pequeñas y medinas empresas que se apalancan para fortalecer el ecosistema del desarrollo.
El evento, programado para el 10 de noviembre a las 18, tiene el formato de “Sunset” e intenta destacar ese espíritu emprendedor de los empresarios del Valle; cambiando las formas de un almuerzo más estructurado y protocolar a un encuentro más distendido pero sin dejar de lado el potencial discursivo que caracteriza a esta gala. “Buscamos que el empresario se sienta cómodo en el Sunset, que se sienta parte, que no solo se quede en lo discursivo, que disfrute del encuentro”, explica Ambrosini.
-¿Cuál es el objetivo del Sunset?
-Buscamos poner en valor lo que le está pasando al Valle de Uco y contextualizarlo. Hablarle a los gobiernos municipales, no solo al de Tunuyán, porque venimos trabajando un concepto con los empresarios de San Carlos y Tupungato. Queremos poner el relieve cuáles son los ejes de desarrollo que nosotros consideramos fundamentales y romper con las barreras geográficas que a la Pyme y al empresario local ya no le interesan.
A la provincia también queremos mostrarle que el Valle de Uco tiene posibilidades. Se habla siempre que Mendoza está complicada, que hay un estancamiento y se discute la matriz productiva. Se tiene una serie de discusiones en Mendoza que el Valle de Uco no las tiene. Está muy claro lo que le está pasando.
-¿Cuáles son esos ejes?
-En estos últimos años, el Valle de Uco realizó una reconversión agrícola. Mucho de lo que tenía que ver con manzanas y peras se transformó en vitivinicultura, con un valor agregado importantísimo. La industria crece y la acompañó el enoturismo, que le dio una posibilidad a la gastronomía para que se desarrolle. Así que esa actividad, está empujando a otras. En el Valle de Uco, por ejemplo, ya aparece la categoría de servicios asociados a bodegas y agricultura, cuando antes era agricultura, industria y comercio. Notamos que hay un derrame de empleo y hay que apalancarlo.
El Valle de Uco tiene un crecimiento demográfico por encima de la media provincial. Crece al 1,8% anual cuando la provincia lo hace al 1,2%. Empezás a ver desempleo, pero no es porque no se genere trabajo en el lugar, sino porque la tasa es menor a lo que la población demanda. También porque el Valle de Uco tiene una estructura demográfica joven; si nos comparamos con la provincia, hay más población menor de 15 años en el valle; la población mayor de 65 años aquí representa solo el 8%. Esto lo entendemos como el arraigo de la generación de menos de 35 años. Ese es un dato concreto, importante, que da esperanza, porque la gente elige el valle también para vivir. Pero también trae aparejado un montón de desafíos.
-¿Infraestructura?
-Planteamos un plan de viviendas que tiene que abordar el Valle de Uco, que es mucho más exigente y más ambicioso que el del resto de la provincia. Un plan de obras como agua, gas, cloacas, tiene que ser mayor al de otros departamentos. Los planes de tecnificación de riego, porque el sector genera valor agregado. Por lo menos lo que tiene que ver las plantaciones en el Pedemonte, prácticamente todas están tecnificadas. Hay que terminar de hacerlo. Porque ya hay un uso responsable del agua.
Vemos muchas oportunidades. Pero hoy si un hotel se quiere asentar en el Valle no tiene gas, lo mismo le pasaría a una industria. Sin servicios no se genera empleo de calidad y tampoco valor agregado.
-¿Proponen un ordenamiento territorial?
-El turismo aportó empleo, pero no al ritmo del que una industria podría llegar a generar. Así que queremos transmitir esta visión. Tenemos un proyecto de Parque industrial, en Zapata, para contener a la industria y también a servicios como el de logística, un puerto seco y un polo TIC. Pero es un parque regional para los tres departamentos. Hoy las pymes de Tunuyán y Tupungato están rodeadas de población... es necesario un ordenamiento.
Se habla mucho de la conectividad de Mendoza y de descongestionar el paso Cristo Redentor. La realidad es que si queremos ir por un cruce del sur hay que pasar por Tunuyán y terminamos como un embudo. ¿Quién va a pasar 15 semáforos? Sería inviable realmente pasar la logística de Mendoza por acá. Es importante ir planteando una circunvalación de la Ruta 40.
Queremos que Tunuyán sea una oportunidad turística, desarrollar un centro comercial a cielo abierto y hay que potenciarlo porque es lo que quiere el ciudadano. Porque ve el desarrollo turístico y dice: “acá no pasa nada”. Pero hace poco hicimos un relevamiento con el IDC, censamos a más de 100 comercios, en las calles principales de Turuyán, y les preguntamos si alguna vez habían atendió a un turista. El 60% dijo que sí... es un dato alentador. No sabemos qué tipo de turista, porque no era la esencia del relevamiento, pero hay que seguir trabajando en eso, preparando a nuestra gente, para brindar un buen servicio y, sobre todo, mejorar instalaciones. Trabajar la parte de seguridad es fundamental, también.
Consideramos el desarrollo de nuestra montaña de forma sustentable como otro eje fundamental. Hoy día, la reserva del Manzano Histórico-Portillo, que en su momento se protegió de la minería, el fin de semana de Semana Santa recibió más de 4.000 escaladores de todo el mundo. Esa pared es famosísima y tenemos que contener a los turistas.
-¿Qué hace falta para poder potenciar esta ruralidad?
-Hay caminos rurales que hay que asfaltar. Estamos en contacto con Vialidad Provincial y se viene haciendo un trabajo. Por ejemplo, en el camino de Las Carreras, que une Tupungato con Potrerillos, ya se inició un tramo de asfalto de 10 kilómetros, si bien falta muchísimo por ahí esta nuestra dirección de trabajo. Estos circuitos turísticos tienen que estar transitables de forma segura. Se está haciendo en fideicomiso entre privados y Estado. El camino de Gualtayarí, que es como una media luna, se está haciendo la mitad porque accedieron la mitad de esos privados a participar y realizarlo. Así que esa obra está en camino. Es por ahí. Es lo que necesitamos. El camino del manzano histórico para arriba. Por lo menos hasta Gendarmería.
A ese camino hay que cuidarlo. Hay que generar las condiciones para que el turismo sea de calidad. Eso es fundamental. Con actividad hay otros caminos más rurales que deben asfaltar. Por ahí habría que hacer un acuerdo con las bodegas que no están lejos de la ruta. Habría que armar un plan.
-¿Por qué?
-Porque hoy día un problema que tenemos es el transporte. Ya se está generando tanto empleo arriba. Pero coordinar, llevar toda esa cantidad de colaboradores es complejo. Es un problema para las empresas.