Todos los argentinos estamos esperando que pueda terminar la pesadilla que vivimos en nuestro país.
La crisis económica, social, de seguridad y de confianza que vivimos tiene que acabar y tenemos todas nuestras esperanzas puestas en las próximas elecciones como un camino de inicio para el fin de esta anarquía que sufrimos.
Por supuesto que no vamos a salir de esta situación de un día para otro y que no debemos creer que las soluciones vendrán de una forma mesiánica o mágica.
No creemos en recetas mágicas como solo dolarizar, eliminar el Banco Central, mega devaluación, etc ya que aisladas, son medidas que solucionarían en parte, los problemas pero sus efectos no serían sostenibles en el tiempo si no se dan las reformas estructurales necesarias para que funcionemos como país serio y coherente.
A fin de cuentas, la responsabilidad será nuestra: tenemos que elegir de manera racional y responsable entre los mejores exponentes de la clase política que también tendrán la enorme responsabilidad de poner fin a tanta pobreza, mediocridad y desidia que hoy vivimos. Y una vez elegidos quienes guiarán nuestros destino, deberán acordar y consensuar con toda las fuerzas políticas un plan que trascienda gobiernos y nos lleven por mejores caminos.
De ninguna manera podemos dejar librado al azar el voto que hoy, más que nunca, necesita de nuestra claridad, lógica y buena intención para obtener el mejor resultado. Ni la bronca, ni la identificación por partido o tradición o el castigo deberán ser factores que inciden a la hora de decidir el sufragio.
Pedido a los candidatos
Como contraparte, los candidatos deberán realizar propuestas que expliquen paso por paso cómo abordarán los problemas generalizados que hoy sufre nuestra Argentina. Nada de parches que contengan por un momento un mayor caos, hasta el próximo parche y hasta el próximo, como hemos padecido hasta el momento.
Como empresarios, solicitamos a los candidatos, nacionales y provinciales, que asuman seriamente el diseño de un programa lo más abarcativo posible, que afronte una reforma estructural y que contemple políticas que apuntalen la generación de riqueza del país, que no nos cansamos de decir, solo del sector privado puede generar. Es decir que cualquier plan debería apoyar al sector privado como para generar riqueza y empleo.
Un programa económico serio y elegible deberá abordar temas transversales y estructurales como los siguientes:
- La inflación que hoy supera el 100% interanual y que en nuestra historia no ha podido ser controlada y es una fábrica de pobreza a ritmos descontrolados. El nuevo gobierno deberá generar confianza, de manera paulatina pero con pasos firmes.
- Disminuir drásticamente el déficit fiscal que tiene como una de las principales características el exceso de peso circulante, que a la vez genera más y más inflación. Convertir subsidios en trabajo y achicar definitivamente el Estado enorme que el país no puede financiar
- Una reforma impositiva que aliente la generación de actividad económica e inversiones
- Una reforma laboral que aliente la creación de nuevos puestos de trabajo
- El aliento al comercio exterior con un tipo de cambio competitivo, con modificaciones de fondo para salir al mundo, sin retenciones, teniendo en cuenta aspectos de logística, impositivas, con puertos que funcionen bien , con trámites que alienten y faciliten las negociaciones dado que las operaciones generarán divisas, en forma genuina, tan necesarias para nuestro país.
- Generar condiciones generales de certidumbre. El mundo está ávido de recursos para invertir y esta es la oportunidad de demostrar a los inversores potenciales que podemos ser un país serio (hoy somos un país potencialmente rico, pero empobrecido), y que hay un horizonte de condiciones mínimas a futuro para recibir el capital que tanto necesita el país.
Problemas que resolver
Como empresarios, necesitamos un Estado que no intervenga permanentemente en la economía, porque estas posturas nos han llevado al desastre en el que nos encontramos. Abogamos por el libre comercio en todo sentido ya que el mercado se encarga de acomodar las piezas.
Necesitamos volver a ser un país competitivo en donde las empresas produzcan y puedan aportar a un Estado inteligente con consensos y acuerdos que aborden la realidad de forma integral.
Uno de los principales desafíos será enfrentar el problema del tamaño del Estado y su financiación. Hoy la recaudación no alcanza. Por sus dimensiones desmesuradas busca exprimir aún más a un sector privado exhausto y diezmado que no puede aportar más. Esto lo lleva, con una conducta claramente errónea y destructiva, a financiarse endeudándose con préstamos cada vez más caros (los que en algún momento se debe pagar y condicionan nuestra acción a futuro) o emitiendo. Y ahí está el origen de la inflación
También, los candidatos deberán presentar un programa de lucha urgente contra la pobreza en el que el Estado no actúe como empleador sino como facilitador de la vida social en paz. Dentro de los temas sociales, la educación, seguridad y salud son aspectos de vital importancia y que ante la actual coyuntura, también se han visto seriamente afectados por años de malas gestiones.
Más allá de la guerra, de la sequía y de factores externos sobre los que no se tiene poder de decisión y que en definitiva, afectan a todo el mundo, pero que si tuviéramos una posición más consolidada, como varios de nuestros vecinos, la repercusión sería distinta.
Los ciudadanos
Vamos a estar atentos. Los conflictos deben servir para crecer y de esta gran crisis, los ciudadanos debemos salir fortalecidos. No vamos a “comprar” cualquier idea en el aire o propuestas descabelladas. Vamos a ejercer nuestro derecho a elegir de manera lúcida y esperanzada, pero no inocente ni permisiva.
Nos agotamos de pelear todos los días para sostener nuestras empresas, para mantener lo obtenido tras años de trabajo y apuesta a futuro solo para recibir trabas y más exigencias. Vamos a exigir poder seguir trabajando y obtener de nuestro trabajo y de nuestros equipos lo que corresponde.
No queremos que sigan restringiendo nuestros derechos y estamos dispuestos, desde lo institucional y desde lo personal, a aportar a un proyecto de país serio.
Queremos garantías de que podemos trabajar y seguir apostando a una vida normal sin el agobio permanente que enfrentamos hoy.
Las elecciones son ya y será el momento en el que nos escuchen. Comencemos a construir el país que nuestros hijos merezcan.