La economía lejos está de ser una ciencia numérica y exacta. Es una de las ciencias más humanas que existen, y se mueve en función de variables, una de ellas son las expectativas, es decir lo que creemos que va a pasar, de lo que esperamos que suceda; esto lo saben muy bien los inversores de bolsa donde las expectativas lo son todo.-
El argentino promedio según la inteligencia colectiva entiende que tiene iniciativa, que tiene inventiva y creatividad. Es apasionado con lo que hace, genera emociones fuertes y disfruta la vida, difícil es por lo tanto aburrirse con un amigo argentino.
Pero la pandemia no fue gratuita para la comunidad en general y para la comunidad de los negocios en particular. Nos ha vuelto miopes de futuro. Ya no existe cosa alguna como “proyecto de inversión”, o si se nombra son los menos. Es verdad que la coyuntura económica y política no es de las más relucientes, ¿pero cuando lo fue?. Cita un antiguo proverbio “el mejor momento para plantar un árbol fue hace 20 años, el segundo mejor momento es ahora”.
El emprendedor, persona pujante por naturaleza, visionario, arriesgado y fanfarrón de sus logros, se ha reducido a un simple timonel de balsa naufragante, tomando decisiones de cortísimo plazo, intentando salvar la nave. Ya no está mirando a futuro, haciendo planes, soñando proyectos e inversiones. Hay muchas encuestas que indican la cantidad de empresas que se han perdido por la pandemia y las medidas de aislamiento social. Parafraseando a Benedetti: “Un optimista es un pesimista mal informado”.
Si bien la pandemia va de salida, no hemos interpretado todavía esa situación y creemos que estamos en la caverna de platón. Es el momento de comenzar a soñar, a ser ese motor que genera riqueza y da trabajo a miles de personas, como son las pymes. Empresas llevadas por miles de cuentapropistas empecinados a sacarle agua hasta las piedras, y hasta hacer milagros como convertir el agua en vino. Se acabó la pandemia, pero en nuestra psiquis esta presente todavía, por eso el que más rápido se mueva va a encontrar oportunidades nunca antes vistas para el emprendedor medio.
Si bien cada tanto un baño de realidad hace bien, y estoy seguro que la “casta” política se lo va a dar, ya no se puede seguir pensando que es el fin del mundo. ¿es más complejo? Si, pero siempre cada tiempo ha tenido su dificultad. Cada empresario y/o emprendedor que logre “cambiar su forma de pensar, cambiará su forma de hacer negocios”.
¿Se han caído en este tiempo? De eso están hecho los emprendedores, de sus logros y sus fracasos. Hay que volver a empezar, hasta la legislación concursal lo ha previsto en el denominado refresh start (no hace falta traducir la terminología que resulta por demás clara).
Ésta Argentina y Mendoza necesitan desde sus bases miles de personas entusiastas, con pasión y decisión a inventar oportunidades (o acaso no somos los que arreglamos todo con alambre e inventamos la birome?). Esa revolución viene de abajo para arriba, de las pymes a las grandes empresas. De los pequeños cuentapropistas que pujan a las demás actividades económicas. Hay que creer para ver, no funciona al revés.