La Reserva Federal ha establecido (septiembre 2020) que los trabajadores norteamericanos de menor nivel educativo –sin educación universitaria– aumentaron sus ingresos 5% anual en los últimos 4 años; y esto ocurrió con un crecimiento de la economía (US$21,9 billones / 25% del PBI global) de un promedio de 2,5% por año en ese periodo.
Significa que es la primera vez en la historia de EE.UU. del siglo XXI que se ha producido una redistribución del ingreso y la riqueza hacia los sectores más desprotegidos; y esto ha sucedido en un periodo de expansión continuada y drástica reducción de la desocupación, que cayó a 3,5% en el cuarto trimestre de 2019, el menor en los últimos 60 años (el desempleo ascendía a 5% en 2016).
Esto explica por qué el 1% de arriba de la sociedad norteamericana experimentó una disminución de 3% en sus ingresos, mientras que los trabajadores industriales y la baja clase media los aumentaron 5%.
El resultado ha sido que los sectores de menor nivel educativo tuvieron un alza de sus ingresos de 18% entre 2016 y 2019, mientras que el 30% de arriba tuvo un modesto auge de 2% en ese periodo, lo que contrasta claramente con lo ocurrido entre 2010 y 2016, en que esta disparidad entre el segmento de arriba y el de abajo se invirtió.
Hay que agregar que menos de un tercio del sector de menores ingresos de la sociedad estadounidense participa de los mercados bursátiles, en tanto que el 70% del tercio de mayores ingresos es un protagonista fundamental del boom de Wall Street en los últimos 4 años.
Esto equivale a afirmar que la mejora en los ingresos de los trabajadores norteamericanos que disponen solo del nivel secundario de educación surge exclusivamente de la mejora de sus salarios reales, sin participación alguna de las ganancias récord de la bolsa de Nueva York.
La cuestión crucial en EE.UU. es determinar por qué el sector de menor nivel educativo es el que ha tenido el mayor nivel de ingresos en el periodo 2016-2019; y la respuesta es doble, o mejor triple: ante todo la caída sistemática de la desocupación con la mayor capacidad de creación de puestos de trabajo de la historia (en EE.UU. se han creado en el ultimo año el doble de empleos en relación al personal desocupado); y todo esto ha sucedido cuando la tasa de inflación ha sido solo de 1,6% anual en este periodo.
La tercera y decisiva respuesta a este problema central de la sociedad norteamericana, es que la productividad ha aumentado 3% anual entre 2016 y 2019 como consecuencia de la oleada de inversiones que recibió EE.UU entre 2017 y 2020, que ascendió a US$12 billones.
Esto fue el resultado del recorte de impuestos realizado por el gobierno de Donald Trump, encabezado por la disminución del impuesto a las ganancias de las compañías estadounidenses que pasó de 35% a 21%.
Esto fue acompañado por un proceso de drástica desregulación del sistema productivo y de servicios de EE.UU., que significó una mejora en las ganancias de las firmas estadounidenses de más de U$S 2 billones en este periodo.
Por último, en octubre de este año se crearon 638.000 puestos de trabajo, y la desocupación cayó a 6,9%, comparada con un 7,9% en septiembre, en tanto que en abril – el momento más álgido de la pandemia del coronavirus – trepó a 14,7%.
Esto sucede en el momento en que la pandemia del coronavirus ha provocado el mayor número de casos de los últimos 8 meses (116.000 infecciones diarias); y cuando más de un tercio de la economía norteamericana permanece todavía cerrada, sobre todo en California y Nueva York.
Esta es la razón por la que Donald Trump ha obtenido 71 millones de votos el 3 de noviembre, 7 millones de votos más que los que logró en 2016; y ahora, además, ha duplicado el respaldo que le otorgaron en la comunidad afroamericana: 8% en 2016 y ahora 16% / 18%, que en los jóvenes negros de 18 a 29 años ha trepado a más de 30%.
También es la causa de que el factor fundamental que llevó a Trump al triunfo en Texas por una diferencia de más de 5 puntos fue el respaldo de casi 50% de la comunidad hispana latina con un porcentaje superior en los condados fronterizos con México, donde la población de origen mexicano es más de 70% del total.
Este es el fenómeno que ha transformado al Partido Republicano, de expresión de la elite empresarial de la Costa Este, en el canal de representación de los trabajadores y de la baja clase media norteamericana con una creciente participación de las minorías hispana y negra.
El sistema norteamericano está profundamente fracturado en lo que hace al poder político entre el que tiene el ejecutivo, la Casa Blanca, y el que controla el Congreso estadounidense, donde la cámara fundamental en materia de decisiones, tanto económicas como de política internacional, es el Senado.
En EE.UU., el Poder Ejecutivo – la Casa Blanca -, tiene virtualmente paralizada sus decisiones, si no cuenta con el respaldo pleno y activo del Senado.
Los cambios históricos son imprevisibles – usualmente ocurre lo inesperado -, pero de ninguna manera arbitrarios: están cargados de sentido, tienen su propia razón, que surge de la realidad de los hechos: lo único difícil es interpretarlos.
*El autor es Analista Internacional.