La cuenta regresiva para dar comienzo a la lucha contra la lobesia botrana (polilla de la vid) está en marcha y los tiempos cada vez son más acotados. Con una fecha límite estipulada en septiembre para iniciar la campaña, el gobierno mendocino envió oficialmente la solicitud de fondos a la Nación, son alrededor de 13 millones de dólares, y ahora se puso en marcha el proceso de “tire y afloje”, que no está exento del tinte electoral, hasta llegar a la respuesta oficial.
Hacia fines del mes pasado las entidades representativas del sector vitivinícola se reunieron en Casa de Gobierno con las autoridades de Economía y el del Instituto de Sanidad y Calidad Agropecuaria de Mendoza (Iscamen), para elaborar el presupuesto que fue remitido el viernes pasado a Diana María Guillén, presidente del Senasa.
El pedido de asistencia financiera es por $3.600 millones lo que permitiría avanzar con una campaña “remomendable”, según Guillermo Azim, responsable técnicos dentro del Iscamen de llevar adelante el plan de acción contra la lobesia.
En tanto, trabajando sobre una hipótesis de máxima, la eliminación de la polilla de la vid demandaría más de $5.000 millones, en cambio en caso de contar con lo mínimo indispensable, para controlar solamente que la plaga no avance sobre los viñedos, la inversión requerida es de unos $2.500 millones.
“Tuvimos una reunión con las entidades vitivinícolas de las que participó el Iscamen, tenemos un presupuesto y el ministro (Economía) Enrique Vaquié firmó la nota que remitimos a la Nación”, confirmó Sergio Moralejo, subsecretario de Agricultura y Ganadería de Mendoza.
“El monto que hace falta para tener una campaña óptima es de $3.600 millones y lo que solicitamos es que la Nación haga frente a este gasto porque se trata se trata de una plaga nacional y que está dentro de las plagas que el Senasa debe combatir”, agregó el funcionario.
“No es un tema de Mendoza”, insistió Moralejo, “es un tema que hay focos en todas las provincias y hay que tener en cuenta que cuando se producen traslados de uva para molienda de una bodegas a otra en forma interprovincial también obviamente va la polilla de la vid”, avisó.
Desde las entidades vitivinícolas se mantienen expectantes y por el momento eligen no dar ningún pronóstico sobre si llegarán efectivamente fondos para enfrentar la plaga.
Quien fue claro al respecto y a la pasada chicaneó al gobierno nacional fue Sergio Moralejo. El subsecretario de Agricultura aseguró que “vamos a esperar la respuesta del Estado nacional”, y después puertas adentro del Ministerio de Economía se analizará si también es preciso destinar recursos provinciales porque “nosotros siempre hemos atendido esta necesidad por la falta de cumplimiento del Estado Nacional, esperemos que este año cambie y cumplan”, disparó.
Hay 135.000 hectáreas afectadas
La lobesia botrana se encuentra presente en unas 135.000 hectáreas de las 158.000 ha. que hay en la provincia con viñedos.
Desde que se descubrió la presencia de la plaga en 2010, con el correr de los años, las pérdidas en promedio alcanzaron el 40% de la producción vitícola. Hubo áreas en las que la lobesia dejó a viñateros sin poder cosechar un solo racimo y en otras la afectación alcanzó un 50% de la producción de uva.
Desde entonces, con altas y bajas, se llegó a un 95% de erradicación, sin embargo ese pequeño porcentaje restante, fue recrudeciendo y la polilla de la vid sigue siendo una preocupación en tres de los cuatro oasis productivos de Mendoza.
Las zonas más afectadas son principalmente el oasis norte y este y detrás aparece el Valle de Uco. En el caso del sur mendocino la presencia de la lobesia es casi imperceptible.
“En el sur la plaga ingresó más tarde y se tomó una serie de medidas de control específicas para ese oasis. Se trabajó de forma integral cubriéndolo a cada viñedo con difusores de feromonas y como las poblaciones todavía eran bastante bajas se logró prácticamente la limpieza de la plaga. Ya casi un 90% de la superficie de ese oasis no tiene presencia de la plaga por haber trabajado así, y ese mismo tipo de trabajo es el que pretendemos hacer por el resto de los oasis, pero necesitamos recursos suficientes para ello”, comentó el ingeniero Guillermo Azim de Iscamen.
Los tiempos apremian
La cuenta regresiva para iniciar el proceso de lucha contra la polilla de la vid está en marcha y los tiempos apremian.
A más tardar en agosto hay que avanzar con el proceso de licitación y compra de los insumos que además cuentan con un componente que complica aún más el panorama: salvo uno de los insecticidas, el resto de los productos son importados.
“El presupuesto representaría el equivalente a un plan de control técnicamente recomendable para avanzar con la erradicación de la plaga, no en todas las zonas, porque también hay que tener en cuenta en cuenta otra realidad, que por más que tuviéramos todos los fondos que se necesitan, no hay suficientes insumos a nivel mundial como para abastecernos”, afirmó el ingeniero Azim.
Para clarificar como es la logística desde lo burocrático hasta la acción, el responsable técnico de Iscamen comentó que “los difusores de feromonas son completamente importados, se fabrican en Alemania o Japón, y a esta altura no envían para este hemisferio la cantidad que se requiere, entonces terminamos comprando lo que hay disponible, no lo que necesitamos”.
La primera medida a implementar dentro del cronograma de lucha contra la plaga, está el uso de emisores de feromonas “y eso se tiene que estar colocado a fin de agosto o mediados de septiembre como muy tarde”, explicó Azim.
Para llegar a ese punto “nos demanda al menos dos semanas entregar los insumos a los productores y a su vez a los productores les demanda por lo menos de cinco a siete días más colocarlos en la finca”, agregó.
Pero no hay que olvidar que, en la previa, hay que contemplar al menos 30 días de trámites para realizar la licitación y compra de los insumos.
Los procesos de contratación que seguimos nosotros tienen un mínimo de publicación de 20 días. La gestión se puede iniciar antes, con una promesa de fondos, y lo hemos hecho en varias ocasiones así para ir ganando tiempo, pero después si llega el momento de la apertura de las ofertas y el momento de adjudicación, tienen que estar los fondos sí o sí, si no se caen los procesos licitatorios”, remarcó el técnico de Iscamen.