Durante la charla es muy preciso en sus respuestas. Espera y analiza. El director de Enología y Viticultura del Grupo Peñaflor conoce a fondo cada uno de los terroir donde opera una de las compañías bodegueras más grandes del país. En esta charla con Los Andes, habló del cambio climático, algunos desafíos que tendrá que enfrentar la industria y, por supuesto, de los vinos.
A meses del cierre de la cosecha, ¿Cuál es la evaluación que hacen de esta temporada?
A nivel global, las pérdidas fueron de más de 20 puntos con respecto a la cosecha 2022, lo cual no es nada que no sepamos. Obviamente, la incidencia de las heladas tardías de primavera y asociado a dificultades o cantidades muy limitadas de agua de riego, con estados de viñedos con un nivel de manejo por debajo del óptimo, hace que los viñedos tengan menos respuesta al estrés ambiental, menos resiliencia fisiológica. Eso, sumado a la ola de calor, todo eso conjuga y fue una cosecha muy baja en todo el hemisferio sur, con excepción de Chile. Y el resultado ha sido una cosecha de muy buena calidad, con vinos más fluidos, con mucho impacto de fruta, algo menos alcohólicos que es lo que el consumidor está buscando. Veo vinos con un estilo moderno, con perfiles comerciales muy interesantes.
¿Hay una caída estructural de la producción en Argentina?
Cuando uno mira las estadísticas de los últimos 5 años, se puede ver que la producción promedio está a 20 millones de quintales, cuando anteriormente en Argentina el promedio era 24, 25, 26 millones de quintales dependiendo de qué periodo de promedio uno tome. Y si analizamos más profundamente los números, vemos que hay un coeficiente de variación del 19%, o sea, las cosechas se establecieron en un promedio más bajo y son mucho más variables. Entonces, en ese contexto, nos deberíamos acostumbrar a cosechas de 16, 17, 18 millones de quintales como algo mucho más común.
¿A qué lo atribuye?
Cuando uno ve la cantidad de hectáreas que se están reconvirtiendo en Argentina, lo que se observa es que las tasas de reconversión son muy bajas. Están por debajo de lo que debiera ser una tasa de reconversión natural en los viñedos. Si se toman 30 años de vida útil de un viñedo, que es discutible, de acuerdo al encepado argentino se tendría que estar reconvirtiendo unas 7.000 hectáreas por año de nuevos viñedos, es decir, erradicando viñedos viejos y replantando. Pero eso no sucede, el único periodo que se acercó a esa tasa de reconversión fue en la época del 2003, 2004 y 2010 y 2011. Nuestros viñedos están envejeciendo, hay menos nivel de productividad, obviamente que lo que menos se reconvierte es toda la zona más productiva, la zona más cálida, la región este, norte y San Juan. También hay erradicación, es decir, ves que en los últimos 10 años se han erradicado más de 10.000 hectáreas, son números aproximados en 10 años, cuando ves en el mundo que el índice en el mundo también cae, esa misma caída se verificó en 20 años, es decir, nosotros estamos duplicando la caída en una forma de erradicación de viñedos o abandono de viñedos comparado al promedio mundial.
¿Y eso cuánto debería preocuparnos?
Como es un cultivo perenne y el impacto no lo tienes en la próxima temporada, pero la tendencia es preocupante, ¿no? Hacia el mediano y largo plazo, que es lo que tenemos que mirar como industria. No es que el año que viene vamos a notar un cambio violento. Pero Argentina está sufriendo más en las variedades blancas.
Eventualmente, esta caída de la superficie y de los rendimientos va a terminar afectando seriamente las exportaciones de volumen para los vinos argentinos...
Argentina, además de mantener la tasa de reconversión, va a tener que hacer una adecuación varietal, porque el consumidor empieza a demandar variedades que impulsan el comercio mundial, como Chardonnay o Cabernet Sauvignon.
¿Tenemos Cabernets para competir en los segmentos de mayor rotación en el exterior?
Nosotros elaboramos mucho Cabernet, probamos Cabernet de distintas regiones y de muchas bodegas. Vemos una calidad heterogénea, pero sí tenemos las condiciones en Argentina, poniéndole foco a la elaboración, de producir muy buenos Cabernet Sauvignon con una característica diferente al chileno. Creo que hemos estado mucho más focalizados en lo que es la producción de Malbec y en el desarrollo y el entendimiento de los terroirs de Malbec.
¿En Peñaflor tienen la idea de poner foco en esta variedad?
Sí, estamos pensando mucho en Cabernet Sauvignon y analizando qué clones, en qué regiones de Argentina y para qué segmento pueden funcionar. Realmente hay que seleccionar muy bien el terroir y qué tipo de clon se combina para ese terroir y para qué segmento de mercado se apunta, por ejemplo, en cuanto a niveles de productividad más altos para zonas que abarquen de 10 a 15 dólares, clones más productivos, y clones de mayor calidad para otros objetivos. Creo que podemos competir muy bien con los Cabernet californianos en Estados Unidos.
Están trabajando en viñedos sustentables, ¿observan demanda de vinos orgánicos?
Estamos fuertemente comprometidos con la producción sustentable de viñedos. A veces se confunde lo orgánico con lo sustentable. Existe un mercado para los vinos orgánicos, y en Peñaflor tenemos alrededor de 500 hectáreas certificadas como orgánicas. Si miramos desde un punto de vista técnico, el manejo sustentable va más allá del manejo de viñedos orgánicos, es mucho más amplio. Es una decisión integral. Estamos convencidos de que el camino es hacia un manejo más sustentable, que requiere un mayor conocimiento de las condiciones del medio ambiente para tomar las decisiones correctas en cada lugar, como los manejos nutricionales, el manejo de enfermedades y el manejo del agua.
¿Cuánto te preocupa el cambio climático y cómo estiman que va a afectar a la actividad?
El cambio climático ya es una realidad. Y, obviamente, Argentina tendrá que empezar a explorar otras zonas. En el mediano y largo plazo, será necesario analizar zonas con mayor disponibilidad hídrica. La Patagonia es una de esas zonas, pero esto requerirá un cambio, un desplazamiento hacia áreas que ofrezcan más agua y temperaturas más bajas. También probablemente se tendrá que repensar el panorama varietal, aunque Malbec siempre estará presente y será un desafío constante.
Perfil
Marcelo Belmonte (52). Es Director de Enología y Viticultura en el Grupo Peñaflor. Es ingeniero agrónomo de la Universidad Nacional de Cuyo y ha sido beneficiario de la beca Fullbright YPF en UC Davis, donde se especializó en el impacto del manejo de viñedos.
Belmonte es reconocido por su enfoque preciso y minucioso en la toma de decisiones, y su pasión por la ciencia que se ve reflejada en cada aspecto de su labor. Con una trayectoria de 19 años en el Grupo, actualmente es responsable de los vinos de destacadas bodegas como Trapiche, Trapiche Costa & Pampa, La Mascota, Navarro Correas, El Esteco y Finca Las Moras, entre otras. Además, supervisa las 3.200 hectáreas de viñedos de la compañía y mantiene estrechos vínculos con sus 700 productores de uva asociados.