Lucha contra la lobesia: a contrarreloj para dar inicio a la campaña

En el Iscamen están apurados por concluir con las contrataciones para comenzar la campaña contra la polilla de la vid. Se agota el tiempo para utilizar feromonas. Atención a los productores, deben aplicar los insecticidas para atacar la primera generación de la plaga.

Lucha contra la lobesia: a contrarreloj para dar inicio a la campaña
El operativo de control de la Lobesia botrana contemplará aeroaplicaciones para trabajar sobre grandes áreas y en particular donde hay fincas abandonadas.

Los tiempos están al límite para dar comienzo a la campaña de control de la lobesia botrana. Desde el Iscamen están finalizando el proceso licitatorio para la compra de insumos y se espera que en los próximos días comience la entrega. En tanto los productores que hayan adquirido difusores de feromonas deben comenzar con la aplicación.

El objetivo del operativo 2024/25 será de contención, atacando en principio las zonas más comprometidas para mantenerla por debajo del umbral de daño económico, además de que no crezca y se esparza afectando a oasis en donde la polilla de la vid casi no tiene presencia, como en el sur mendocino.

Sin fondos que lleguen desde la Nación, Mendoza dispuso para la lucha contra la lobesia botrana de $6.200 millones.

El plan para aplicar será la combinación de herramientas de control como la Técnica de Confusión Sexual (TCS) basada en el uso de feromonas del tipo pulverizables, difusores de feromonas y la aplicación de insecticidas específicos y de bajo impacto ambiental mediante pulverizaciones aéreas y terrestres.

Las acciones de control activo planificadas por el Gobierno provincial, a través del Iscamen, son complementarias a los tratamientos intrafinca que debe realizar cada productor, aspecto fundamental para un control óptimo de la plaga.

En líneas generales la campaña se proyectó para efectuar el Servicio de Tratamientos Aéreos para al menos 80.000 hectáreas de cultivos en los oasis Norte y Este de la Provincia para el control de la primera generación de la plaga.

También está previsto implementar la TCS en 40.000 hectáreas de vid, mediante feromonas pulverizables y colocación de emisores. Están incluidas en esta técnica, 1.000 ha destinadas a la producción de uva de mesa, a fin de favorecer el cumplimiento de las exigencias sanitarias del Senasa que establecen los protocolos de comercialización para este tipo de producción.

Las estrategias a emplear

Guillermo Azim, responsable técnico dentro del Iscamen de llevar adelante la campaña contra la lobesia comentó que “estamos terminando los procesos licitatorios para poder adjudicar, con lo cual estamos próximos a recibir los insumos para poder asistir a los productores”.

“El primer insumo con el que se trabaja en la temporada son los difusores de feromonas y deberíamos estarlos entregando en los próximos días”, agregó.

El especialista comentó que en lo inmediato “estaríamos trabajando sobre sobre unas 20.000 hectáreas con difusores de feromonas que son las hectáreas más complejas de la provincia en cuanto a la situación de la plaga e incluiríamos al sector uva de mesa, que está exigido del uso de esta de esta herramienta de control para poder comercializar fuera de la provincia”.

En cuanto a las estrategias de control que deben emplearse, una es colocar el difusor de feromonas “en este momento de la temporada y posteriormente hacer el control con insecticida en el momento en que el viñedo tiene racimo florales de 5 a 7 centímetros, porque la plaga está sensible a la aplicación del insecticida en ese momento”, explicó.

“Con esas dos herramientas de control, el Senasa, que es el organismo fiscalizador del programa, considera que el productor cumplió con su plan de mitigación”, afirmó Azim.

Otra forma de actuar será trabajar únicamente a base de insecticidas y en ese caso “el productor tiene que hacer, no solamente esta primera aplicación, sino que tiene que hacer otra aplicación más de insecticida en el mes de diciembre para controlar la segunda generación de la plaga”, comentó.

En el caso de los cultivos orgánicos “el productor orgánico tiene una serie de productos registrados y aceptados por la agricultura orgánica y sus certificadora dentro de los cuales está el uso del emisor de feromona y los insecticidas orgánicos aprobados para ese tipo de producciones. El difusor de feromonas es el mismo que para los cultivos tradicionales, pero en el caos de los insecticidas, que hay para producción orgánica, tendrá que tener en cuenta que tiene limitantes como el poder residual, que es más corto, con lo cual tiene que hacer un par de aplicaciones más para proteger el cultivo”, detalló el ingeniero del Iscamen.

Cómo será la asistencia

Previendo que el presupuesto es acotado, ya que solo está el aporte del Gobierno de Mendoza, desde el Iscamen se diseñó una campaña que se reparte entre la asistencia oficial y una contraparte del productor.

A los productores que se les entreguen los difusores de feromonas, no recibirán el insecticida o viceversa.

“Hay una asistencia pero a medias, digamos, siempre el productor va a tener que poner algo respecto a lo que le damos nosotros. Es nuestra forma también de hacer estirar un poco el presupuesto y lograr un trabajo más en equipo, con el productor. Si tuviéramos que darle todas las herramientas a todos, estaríamos hablando de un presupuesto cercano a los 20 millones de dólares”, dijo Azim.

En el caso de la aplicación de insecticidas “se hace cuando el cultivo tiene racimo florales de 5 a 7 centímetros lo cual empieza a ocurrir mediados de octubre, aproximadamente, en lo que es el oasis Norte y Este, en el Valle de Uco tiene una demora de una semana aproximadamente porque es un lugar bastante más fresco y se retrasa la parte fenológica del cultivo como también de la plaga”.

El área más urgida por comenzar con la campaña es “bastante heterogénea”, sostuvo el ingeniero. De las 20.000 hectáreas que están más complicadas, hay entre 3.000 a 5000 hectáreas en la parte norte del Valle de Uco, en Tupungato. Después hay algunas zonas en lo que son el oasis Norte y Este con en Lavalle al límite con Maipú, el norte de San Martín y algunos puntos que corresponden a Rivadavia y Junín.

Para estas zonas, está proyectado, además de emplear difusores de feromonas, realizar el control con feromonas pulverizables.

“Como ahora vamos teniendo una visión de la cantidad de elementos con que contamos y vamos a poder implementar, vamos haciendo esta distribución de las herramientas de control en función de la realidad de cada zona”, dijo el técnico.

Además estarán los insecticidas, “que una parte se va a entregar a productores para que hagan la aplicación y otra parte vía pulverización aérea, en el caso de la zona Este y Norte”, explicó.

Donde se puede trabajar con aviones es donde hay “mucha finca en estado de abandono con lo cual esta herramienta de control viene a cubrir esas situaciones para proteger a las propiedades que están en plena producción y que hacen sus propios planes de control de lobesia”, comentó.

Para las pulverizaciones aéreas está previsto comenzar en el 15 y 20 de octubre y seguir hasta principio de noviembre, aproximadamente, “que son las fechas en la cual la plaga todavía está sensible a la aplicación de los insecticidas y como ya tenemos una fenología del cultivo bastante más pareja, casi todas las variedades están con presencia de racimos forales, la plaga tiene alimentos en todos lados. Entonces nosotros hacemos una aplicación bastante homogénea en las zonas donde determinamos que podemos trabajar de esta manera”, detalló.

Con esta contención de la plaga se busca evitar daños en la cosecha y además mantener el status en donde casi no se registra presencia de la polilla de la vid, como es el oasis Sur.

“En el Sur es específicamente donde hemos tenido más avances con el programa porque tenemos un área muy limpia después de los trabajos que se ha hecho. A lo que apuntamos es a sostenerlo, a que la situación por lo menos se mantenga como hasta ahora, donde tenemos muy poquitas, detecciones por campaña. Además es un oasis que está en vía de reconocimiento de ser libre de la plaga”, sostuvo Azim.

“De hecho, en el oasis Sur los productores actualmente no tienen obligación de hacer tratamientos por lobesia, a diferenciar el resto de la provincia. Entonces es un área que tenemos que tratar de mantener limpia y en la medida en que los otros oasis no se nos compliquen, no se nos eleven las poblaciones demasiado, es más fácil proteger al Sur de una reintroducción de la plaga” añadió.

En cambio, si en el resto de Mendoza hay fuertes rebrotes “al ser una plaga que se mueve mucho, hasta en vehículos particulares, nos comprometería los resultados que hemos tenido hasta ahora en esa región”, remarcó el hombre de Iscamen.

La afectación por lobesia

Para esta temporada, el Gobierno mendocino dispuso de $6.200 millones y es todo lo que habrá disponible ya que la Casa Rosada no atenderá esta problemática. En la campaña anterior, para la lucha contra la polilla de la vid, se destinaron $3.800 millones de los cuales $1.500 fueron fondos provinciales y los $2.300 restantes llegaron desde Nación.

Si bien la cifra parece abultada, en la práctica solo se pudo llevar a cabo una estrategia de contención.

Las casusas radican en que los recursos económicos que envió Nación no estuvieron a tiempo para la adquisición de los insumos previendo atacar la plaga en la primera etapa. Esa tarea, que es fundamental para reducir la población de los insectos solo se llevó adelante con los dineros que salieron de las arcas provinciales.

“El problema es que esos fondos nacionales llegaron el 31 de octubre, aproximadamente, donde ya la primera generación de la plaga, estaba muy avanzada, en cambio, si hubieran llegado en agosto, por ejemplo, se hubiera podido comprar difusores de feromonas para emplear en una superficie importante y habríamos podido abarcar la plaga de otra manera”, comentó Guillermo Azim.

De acuerdo a las mediciones que realizan cada año desde el Iscamen con la red de monitoreo las áreas afectadas sufrieron pérdidas por la lobesia que rondan entre el 7% y 11%.

“Fue un área de bastante heterogeneidad, hubo sectores de la provincia donde detectamos más daños, cercanos al 7% u 8% y otras entre el 10% y 11%. Se corresponden a esos sectores del norte del Valle de Uco la, la parte de Lavalle al límite con Maipú, algunos puntos de San Martín, Rivadavia y Junín”, explicó.

De acuerdo al ingeniero a cargo del operativo de control de la plaga “el resto de las zonas prácticamente los daños fueron indetectables y el Sur no tuvo absolutamente nada de daño por lobesia, con las poblaciones tan bajistas que tiene”.

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