La sustentabilidad es hoy una de las prioridades de muchas de las bodegas de Mendoza. Pero más allá del cuidado de los viñedos o el uso responsable del agua, este concepto implica un compromiso con la sociedad en la que están inmersos. En este sentido, un establecimiento del Este mendocino lanzó una línea de vinos que busca dar visibilidad a la fauna en extinción, como Marmosa, Gato Andino y Pichiciego, y destina un porcentaje de sus ganancias a la Reserva de Ñacuñán, una de las 15 que existen en el país.
La iniciativa surgió de la joven bodega boutique Finca Familia Robles, identificada con la revalorización del Este mendocino y cepas no tradicionales como el Pedro Ximénez, que lanzó la Colección Biósfera, una serie de tres vinos elaborados en homenaje a tres especies de la fauna típica de la reserva ubicada en Santa Rosa: Pichiciego, Marmosa y Gato Andino.
“Esta línea surge como una necesidad personal del proyecto y la familia de poner en valor el cuidado de la tierra y promover un compromiso ecológicamente sustentable con nuestra flora y fauna”, explicó Bartolomé Robles, propietario de la bodega.
Una imagen atractiva y diferente
Uno de los detalles visuales más atractivos del proyecto es la etiqueta de cada uno de los vinos. En el proyecto Biósfera confluyen guardaparques, artistas y enólogos con una fuerte responsabilidad con el cuidado del ambiente. Uno de ellos, el dibujante mendocino Chanti, que aportó su genialidad única para crear junto al diseñador Jorge Ruta los personajes de las etiquetas y darles vida de tal modo que se parezcan a los vinos.
“El Pichiciego es un animalito de un rosa muy pálido, y el vino rosado con su nombre es casi piel de cebolla también y en boca se presenta suave y fresco. La Marmosa, el más pequeño de los marsupiales y que en Mendoza se llama comúnmente comadreja, es pálida y tiene la particularidad de que casi no se deja ver, y tiene un rostro con expresiones graciosas. Para ella elegimos una Bonarda sutil. El Gato Andino, por su parte, es un animal precioso, un lujo que se deja ver muy poco. A él, dedicamos un Malbec agradable, redondo, sedoso”, detalló Robles.
Estos animales están en peligro de extinción y algunos en etapa de recuperación y por eso, en línea con el compromiso ambiental de la bodega, la Colección Biósfera destina un porcentaje de las ventas a la Reserva Ñacuñán.
Los vinos de la Colección Biósfera se venden en una presentación especialmente preparada para promover el cuidado de la fauna y flora autóctonas de Ñacuñán: una caja que contiene una botella de cada uno y el libro “El desierto del Monte: La Reserva de Biosfera de Ñacuñán”. El precio sugerido es de 2.500 pesos.