“Fue la primera tormenta del año y ya nos llevó el 20 por ciento de la producción, quizás más. No quiero ni pensar en lo que nos espera”, dijo Ester Previtera (72), que vive desde siempre en la finca de 12 hectáreas que la familia tiene en Ingeniero Giagnoni, en San Martín, y que en la noche del miércoles fue afectada por la primera tormenta granicera de la temporada.
Ester contó que “toda la tarde se vieron núcleos grandes hacia el norte y hacia el sur. De pronto, a eso de las diez de la noche, sin que hubiera viento, ni truenos, ni nada, cayó el granizo, en seco”.
No fue un tamaño muy grande, pero suficiente para dañar damascos, duraznos, ciruelas y aceitunas. “Ahora que estoy revisando el parral, también hay daño en la uva. Hay que salir a curar inmediatamente”, dijo, mientras revisaba sus cultivos.
“Quedó todo blanco en un momento, es una sensación angustiante, indescriptible”, sostuvo. Las fincas vecinas sufrieron daños similares.
“Nosotros somos de los que hemos defendido la lucha antigranizo. Con todas las críticas que se le podía hacer, nosotros siempre sostuvimos que había que mejorarla, pero jamás quitarla. Ahora las tormentas serán más virulentas”, dijo la productora, y acotó que “con los efectos del cambio climático, es de suponer que las tormentas serán cada vez peores. Sacar la lucha aérea antigranizo es dejar desprotegidos a los pequeños productores como la mayoría de nosotros, que no podemos afrontar una inversión en malla antigranizo”.
Y, finalmente, Ester Previtera sentenció que “es absurdo ser productor. Cuando una va a comprar a una tienda, el dueño de la tienda pone el precio de la ropa. Acá, el que pone el precio es el que viene a comprar la producción y nosotros somos los que siempre perdemos”.