Nicolás Güizzo, de la empresa familiar Güizzo Frutas Frescas S.A, señaló que esta temporada 2024 de cerezas ha arrancado muy bien, porque tuvieron un invierno con suficiente cantidad de horas de frío, seguido de una primavera más cálida de lo habitual, que hizo que el porcentaje de cuaje haya sido alto. Es que el calor favoreció el vuelo de las abejas, que polinizan las flores. En su caso, tuvieron que ralear las plantas para dejar la carga adecuada, que les permita alcanzar el tamaño de fruta ideal para responder a la demanda del mercado.
El presidente de la Cámara de Cerezas de Mendoza, Diego Aguilar, comentó que el raleo es una práctica cultural habitual, no sólo para la cereza, sino también para otros frutales, como el durazno. Pero que, por el costo de mano de obra que implica esta labor -que se debe realizar en forma manual-, algunos productores han dejado de utilizarla.
Sin embargo, reconoció que es un manejo que debería empezar a adoptarse de modo más extendido y que se puede realizar con la poda. Explicó que, en ese momento, es posible regular la cantidad de dardos o centros productivos. Detalló que, entre 280 y 300 dardos por planta, en una densidad de mil plantas por hectárea, garantiza los 12 mil kilos de producción, si es que no hay un accidente climático.
Precisamente el temor a alguna contingencia lleva a los productores a dejar mayor cantidad de dardos, para asegurarse un cierto volumen, y, cuando no hay pérdidas por heladas, granizo o lluvias, terminan teniendo los 12 mil kilos por hectárea, pero fruta de calibres más chicos.
“Es una cuestión de manejo. Una actividad que vienen desarrollando algunos productores y que habrá que adoptar nuevamente”, consideró el presidente de la cámara, en particular a medida que se implementa tecnología que reduce el riesgo de pérdidas por cuestiones del clima.