Aunque la Argentina paga intereses trimestrales por su deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI), cada vez le debe más dinero al organismo multilateral.
La razón es la devaluación del dólar a nivel mundial, por las tasas de interés de 0% y la gigante emisión monetaria de los Estados Unidos para reactivarla economía tras la pandemia.
Esto repercute en que la divisa se debilita frente al euro, la libra esterlina, el yen y el renmimbi (yuan), las otras monedas que componen la canasta de los Derechos Especiales de Giro (DEG o SDR, en inglés), el activo de reserva del Fondo.
La deuda asciende a 31.913,71 millones de DEG en concepto de capital más intereses, que devengan al 4,9% anual.
El DEG cerró su cotización ayer en u$s 1,436740, por lo que el capital que adeuda la Argentina equivale a u$s 45.851,70 millones.
En el último mes, este monto aumentó en unos u$s 400 millones, y desde el inicio de la cuarentena -cuando EE.UU. puso en marcha los estímulos monetarios- en casi u$s 3000 millones.
La teoría económica más aceptada es que la emisión monetaria genera inflación. Como todo el mundo confía en el dólar, la moneda que emite los EE.UU., la inflación se mantiene baja y la emisión de la Reserva Federal (la Fed) repercute en un aumento en los activos financieros internacionales.
Este proceso de reflación ya tiene efectos concretos: el dólar se está devaluando aceleradamente contra otras monedas, como el euro.
Otro impacto de esta política, en este caso positivo para la Argentina, es la suba en el precio internacional de la soja, a cerca de u$s 440 la tonelada.
El ministro de Economía, Martín Guzmán, buscará conseguir del FMI un Acuerdo de Facilidades Extendidas (AFE o EFF, en inglés), para obtener un período de gracia en los pagos de capital hasta 2025.