La balanza comercial de 2023 arrojó un déficit de U$S 6.926 millones de dólares a causa de la sequía, que resulta la principal razón de los problemas fiscales y monetarios que sufrió la Argentina durante el año pasado.
Las exportaciones cayeron 24,5% hasta totalizar U$S 66.788 millones, a partir de la fuerte disminución de la producción agropecuaria.
En tanto, las importaciones se redujeron 9,6% a U$S 73.714 millones, siendo administradas mediante un fuerte control por parte del Gobierno que dejó el poder el 10 de diciembre pasado. Los datos fueron difundidos hoy por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC).
La información oficial consignó que las exportaciones de productos primarios se desplomaron 24,5% durante el año con profundas caídas de 44,3% en cereales. Los despachos de estos productos aportaron apenas U$S 8.677 millones contra los U$S 15.548 millones que se habían vendido en 2022.
Lo mismo sucedió con subproductos como los pellets cuyas ventas cayeron 31,9% a U$S 9.000 millones, contra U$S 13.216 previos, y los aceites cuyos despachos cayeron 36,5% a U$S 5.815 millones.
Por el lado de las importaciones se logró un alivio dado que hubo una fuerte caída en las compras de combustibles, que pasaron de U$S 12.868 millones en 2022 a $ 7.924 en 2023.
El menor ingreso de dólares fue la razón por la que el gobierno de Alberto Fernández implementó un control de las importaciones mediante el cuestionado sistema SIRA.
Apenas asumió el Poder Ejecutivo, el presidente Javier Milei, le dio de baja a este mecanismo y habilitó el ingreso de importaciones prácticamente sin restricciones.
Cuenta con la ventaja de un panorama absolutamente distinto en cuanto a proyecciones de comercio exterior. Los analistas esperan una muy buena cosecha de maíz y soja, además del aporte del sistema energético.
De allí que se estima que la balanza comercial culminará 2024 con un salto positivo cercano a los U$S 15.000 millones.