El rubro de indumentaria es por lejos el que más ha aumentado en Mendoza en el último año. Así lo indican las últimas cifras de la Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas (DEIE), que muestran un incremento del 70% en los artículos de vestimenta durante los últimos doce meses, un valor muy por encima del 54,3% de la inflación general.
Sin embargo, las ventas parecen no crecer con el mismo ritmo, ya que desde el sector aseguran que aún se encuentran por debajo de lo que vendían en 2019, y hasta han experimentado un baja nominal en el ticket promedio respecto a ese año.
Juan Manuel Gispert, director Ejecutivo de la Federación Económica de Mendoza (FEM) explicó que, si bien la venta de indumentaria fue la primera actividad en repuntar en medio de la pandemia y este año fue una de las que más rápido logró recuperar el terreno perdido en porcentaje de ventas, todavía no está en los niveles del 2019. “El comercio en general está en un 6,5% por debajo del anteaño pasado (en volumen), mientras que la indumentaria en particular tiene un 10% menos de ventas que hace dos años”, comentó.
“Hay que aclarar además que el 2019 fue muy malo. Desde 2001 a la fecha, ese año fue el peor año para el comercio en general, exceptuando lo que sucedió durante la pandemia. No es para festejar, porque el comercio perdió muchísima participación pasando de un 25% de la economía provincial, al 19%. Es decir, perdió seis puntos de participación del Producto Bruto Geográfico (PBG). El rubro indumentaria, calzado y marroquinería representa el 11% del total (sin incluir el rubro deportivo que se lleva el 17%)”, consideró Gispert.
Daniela Noli, gerente Knauer, cadena mendocina de locales de ropa de mujer y fabricantes de indumentaria, declaró: “Tenemos meses mejores que otros. En octubre hemos tenido buenas ventas para el día de la madre, pero todo se concentró en los últimos días. Estábamos preocupados porque venía muy tranquilo, pero entre viernes y sábados hubo mucho trabajo. Y noviembre es, por lo general, un mes muy tranquilo”.
Para Juan Francisco Retali, comerciante y propietario de Dibujitos, tienda de indumentaria para bebés y niños, la falta de certezas que generan las próximas elecciones es un factor determinante en este escenario: “La venta viene bastante tranquila. Creemos que esto tiene que levantarse, pero el problema es que hay mucha incertidumbre. La gente sale a buscar lo justo y necesario y no se vuelve loca por comprar. Creemos que va a seguir así hasta noviembre”, manifestó.
Tickets a la baja
Dedicado al rubro textil, Juan Manuel Gispert detalló que la cantidad de clientes en su local de ventas de telas crece todos los días, pero no ha habido un incremento en el ticket de compra promedio. Lo mismo sucedió en el caso de Noli y su marca: “en octubre nos pasó que la gente eligió una opción más barata. En lugar de conjuntos, optaron por solo una remera”, sostuvo. “Ahí se nota la falta de poder adquisitivo de la gente”, insistió Gispert.
Retali se mostró de acuerdo con el análisis. “Estamos intentando nivelar las ventas con 2019, aunque con dos años de inflación, la pérdida es muy grande. Esperábamos un aumento del consumo, fomentado por medidas pre electorales del Gobierno, pero eso no ocurrió. El ticket promedio es más bajo que antes, porque la gente intenta comprar lo menos posible, sobre todo en la clase media”, remarcó el empresario.
La importación, clave en las subas
Los comerciantes coincidieron en que uno de los factores que provocó los fuertes aumentos de la indumentaria es el componente importando que tiene la industria textil. “Los precios suben una o dos veces por mes. Hasta ahora hemos tenido un incremento promedio del 50% interanual. Al 70% han llegado las grandes marcas, que manejan precios internacionales que se rigen por el dólar, antes que por la inflación. En las últimas dos semanas remarcamos cuatro veces”, describió el referente de la FEM.
Así mismo, señaló que la política importadora del Gobierno ha tenido sus consecuencias: “Por un lado, se genera un faltante de importados y por el otro, hay insumos importados que afectan a la industria. Otra cosa que pasa es que intenta darle un impulso al desarrollo local de la industria textil, que venía muy golpeada, pero todavía no está con la capacidad de abastecer toda la demanda. Se produce un efecto especulativo. El que tiene stock se aprovecha de la falta de mercadería para subir los precios”.
Retali ha vivido estos inconvenientes en carne propia: “Una de las marcas con la que trabajamos no la podemos tener porque está frenada en el puerto. Con respecto a las telas y la producción, desde Buenos Aires van mandando a medida que van produciendo, porque no tienen stock. Muchas veces, los productos que pedimos terminan llegando cuando quizás ya no los necesitamos. También hay mucha tela y modelos repetidos, en comparación a la temporada pasada”, narró el propietario de la tienda infantil.