La pasión de Ignacio Gómez Portillo, por tratar de entender científicamente a la sociedad humana como parte de su naturaleza, lo llevó a crear de la mano de su esposa, Carolina Pérez Mora, una metodología educativa basada en la cooperación que desde Mendoza promete cambiar por completo el aprendizaje y, por qué no, el modo de desenvolvernos en el mundo en general.
Así en 2015, nació Egg. Volcada inicialmente a la educación y con tan sólo ocho alumnos en su primer año, tras cinco años su expansión parece no tener límite. Hoy, cuenta con más de 5.000 estudiantes diarios y la metodología se está utilizando en colegios privados de Mendoza y otras provincias, además de aplicarse en otros ámbitos como la publicidad, la participación ciudadana y la consultoría de empresas.
Con importantes inversiones, Egg ha llegado a instalarse en Chile, México, Colombia y Estados Unidos. Además, en pocos días comenzará a aplicarse la metodología mendocina en escuelas públicas del Estado de Nueva Jersey, algo que aún no han podido concretar en la provincia.
-¿Cómo es la metodología que aplican?
-Es una metodología de interacción humana, inicialmente centrada en el aprendizaje, que asegura las condiciones que la ciencia ha identificado como propicias para la evolución de la cooperación. De alguna manera, lo que hicimos nosotros fue alinear todos los elementos que permitieron la evolución de la cooperación dentro de un sistema.
El primer elemento que encuentra la ciencia para promover la cooperación es la identidad. El segundo elemento es que cuando sabemos que nos vamos a volver a ver en el futuro, la mejor estrategia, desde el punto de vista egoísta, es cooperar. Esto traducido a lo práctico es que, donde quieras que haya cooperación, asegurá a las personas que van a volver a ver. Otro elemento de la cooperación es la diversidad. En el caso de la educación, tengo más posibilidades de aprender del que sabe lo que no sé que el que sabe lo que yo ya sé.
La reputación es otro elemento de la cooperación. Cuando uno dirige la cooperación a individuos con buena reputación, lo que pasa es que todos empiezan a ser positivamente recompensados.
-¿Cómo se rompe con la verticalidad de la educación tradicional?
-Tenemos un sistema que dice al estudiante cuál es su grupo de estudio cada día. La razón por la que se eligen sus compañeros de estudios tiene que ver con los elementos de la cooperación y la información que toma el sistema a partir de reconocimientos positivos del estudiante, el docente y las mesas. Esa información y el registro de cómo se dieron las cosas en cada clase, hacen que el algoritmo defina con quién te sentás mañana. Hay dos condiciones que no pueden romperse bajo ningún concepto: que todo el curso es un equipo, tiene que haber una red y no pueden haber comunidades aisladas, y que tiene que ser altamente diverso.
-¿Cuál es la ventaja del sistema?
-Nuestros resultados académicos, en general, son cinco veces superiores a la media. Vos tenés cinco veces más posibilidades de ingresar a la universidad si tomás el curso preuniversitario en Egg que si no lo hacés.
El año pasado, en Mendoza TEC, nos dieron a cinco instituciones el mismo presupuesto, el mismo programa y la misma evaluación -a cargo del Estado-. En el resultado final, Egg tuvo más aprobados que el resto, entre ellas la UNCuyo y UTN. Nuestros profesores no eran los más expertos y nuestros estudiantes no eran universitarios. De hecho, lo abrimos a la comunidad y pusimos foco en lugares con necesidades. Pasamos a la metodología online y hoy, siete meses después, tenemos los mismos resultados, las mismas notas que durante la presencialidad. No hubo modificación.
La expansión del modelo
Este exitoso modelo, creado por los mendocinos y los buenos resultados académicos de sus estudiantes, ha llevado a otras instituciones a adoptar esta metodología. Pero también su crecimiento se ha extendido al ámbito empresarial.
-¿Dónde se aplica fuera de Egg?
-Hay colegios de Mendoza que usan la metodología de Egg. En Buenos Aires, el Colegio San Andrés también lo aplica y hay un montón de colegios que, cuando vuelvan las clases presenciales, van a volver a usarlo. Otro lugar es la Universidad de Mendoza en el preuniversitario de Medicina. Ellos, como institución, tomaron el sistema y lo aplican como propio.
-¿Y saliendo del ámbito educativo?
-Hoy está en la educación, pero la intención es poder generar condiciones favorables para la cooperación en cualquier ámbito humano con personas que tengan un propósito común. Ya empezamos a trabajar esto para la creatividad publicitaria con referentes del ámbito del marketing en México.
Todavía no lo hemos hecho público, pero junto con un grupo de personas que estudian temas constitucionales, no pertenecientes al gobierno, estamos implementando la metodología para discutir una nueva constitución, para que se elabore colaborativamente. No el debate de los referentes, sino el debate impulsado por ellos. Constitucionalistas, jueces o legisladores van a pedirle a la ciudadanía que participen para entender qué piensan en relación con la Constitución y qué debería hacerse. Esto lo que permite es una encuesta colaborativa. No es una encuesta individual que genera estadísticas, sino que las personas trabajan en equipo y me fijo qué piensan juntas. También se está probando dentro de la consultoría de empresas.
De Mendoza al mundo
La idea de Egg es ayudar a que la provincia se transforme en un referente mundial de educación, innovación y cooperación. “Hoy podemos volver a Mendoza en referente de desarrollo tecnológico global. Egg puede transformarse en un referente global. Una forma de que la provincia se dé a conocer en el mundo creemos que puede ser Egg. La aspiración es poder ser la capa colaborativa de toda tecnología que exista”, aseguró Gómez Portillo.
-¿Cuál ha sido el crecimiento a nivel empresarial?
-Nosotros logramos financiamiento de Embarca hace más de dos años. Realmente fue espectacular. El año pasado hicimos otra ronda de inversión liderada por el fondo de inversión Ayala de Chile y a ésa se le sumaron algunos referentes locales como Luis Robbio quien, luego de vender Belatrix (NdR. empresa de software nacida en Mendoza), ahora es parte de Egg. Otro inversor que tenemos es Roby Souviron, quien fue el fundador de Despegar. En Chile tenemos actualmente 900 estudiantes, todos de clase baja, de los cuales 800 son de los barrios más humildes del país. Es parte de un acuerdo que hicimos con Fundación de la Familia, que depende de la Presidencia de Chile. La idea es llegar a esas poblaciones vulnerables, porque nuestro sistema otra cosa que tiene es que es entre cinco y diez veces más barato que el tradicional. Estamos haciendo una prueba piloto en la Universidad Andina de Colombia. En Brasil todavía no tenemos nada concreto pero vamos a hacer un ingreso también.
-¿Cuáles son los planes para el futuro de Egg?
-Ya tenemos varias personas y fondos que han ofrecido invertir. La intención es poder generar una ronda puente que nos permita tener un crecimiento de productos, principalmente, para que, en setiembre del año próximo, podamos generar una ronda importante en Estados Unidos. Justamente ahí, ahora vamos a empezar a transformar escuelas públicas del Estado de Nueva Jersey.
PERFIL
Ignacio Gómez Portillo es mendocino y tiene 35 años. Doctor en Física, científico y tecnólogo, creador y director general de Egg. Ha sido docente universitario en Argentina y Europa. Está casado con Carolina Pérez Mora, la fundadora de la empresa.
En 2015 dio vida a Egg, cuyo lema es: ‘Aceleramos la evolución humana con tecnología que potencia nuestra cooperación’. Los pilares de la organización son la creatividad, cooperación e inteligencia emocional. Desde Mendoza promete revolucionar la metodología educativa y la forma de relacionarse en las organizaciones.