4 de mayo de 2025 - 00:25

Género y minería: buscan que el 35% de la planta de trabajadores sean mujeres

Pasaron de ser unas pocas, en roles como secretaria o administrativa, a desempeñarse a la par que los varones. Resta mayor participación en cargos gerenciales.

De no poder entrar a una mina, porque la Pachamama podía ponerse celosa, las mujeres pasaron a conducir camiones fuera de ruta, ser soldadoras e incluso perforistas. Han ido ganando un espacio en una actividad tradicionalmente masculina y hay entidades que han fijado como meta que el 35% de la planta de las mineras esté integrada por trabajadoras. Además, ellas también apuntan a ser proveedoras de bienes y servicios para estas empresas.

Nuevos oficios

Ana Gil Barbera, directora del comité asesor de Women in Mining, cuenta que hace 25 años trabaja para el sector minero. Comenzó su desarrollo profesional en Santa Cruz y ha estado en diversas provincias, trabajando como gestora, apoderada, pero también en áreas como producción, exportación, asesoría impositiva y de factibilidad económica. En 2003 fundó, junto a su hermana, la consultora ASAP y hoy asesoran a compañías con importantes proyectos en San Juan y, en Mendoza, a PSJ Cobre Mendocino.

Gil Barbera, quien es “nieta, hija, sobrina y hermana” de petroleros y siempre pensó que su destino era trabajar en YPF, eligió otro rumbo. Y cuenta que, hace unos años, las mujeres generalmente trabajaban en administración de las mineras, pero empezaron a sumarse profesionales como geólogas e ingenieras en minas, y hoy hay muchas conductoras de camiones fuera de ruta, porque suelen ser más precavidas, lo que implica que cuidan mejor el vehículo. Pero también se han incorporado con oficios como soldadoras o perforistas.

Suma que, además, se puede vender productos o prestar servicios para estas empresas, aunque resaltó que tienen estándares muy altos. De todos modos, subrayó que ella misma empezó de cero y que es más difícil la venta de un servicio profesional, porque no se puede mostrar como un producto, pero que requiere preparación y “muchas horas dedicadas”.

Añadió que las mismas empresas del sector acompañan el desarrollo de proveedores locales. Recuerda que una minera daba créditos a tasa cero y que, con ese capital inicial, se montó una lavandería en un pueblo pequeño de Santa Cruz, que prestaba el servicio a la compañía e iba devolviendo el anticipo con ese trabajo.

El 12 de junio, Women in Mining y la Dirección de Minería de la provincia realizarán un encuentro, en conmemoración del Día Internacional de la Mujer en la Minería (17 de junio), del que participarán tanto proveedores mineros, como proveedores de ellos, para que se pueda apreciar el efecto multiplicador de la actividad en toda la cadena.

Sobre la participación de la mujer, comentó que WIM apunta a que, en una nómina, aproximadamente el 35% sean mujeres, pero resaltó que en las “bodas de plata” que está cumpliendo en la industria ha visto grandes cambios. También acotó que le gustaría que haya más participación de la mujer en los cargos gerenciales y directivos, como sucede en Australia, Canadá e Inglaterra, donde la CEO de Rio Tinto es una mujer.

Ganar terreno

Marita Ahumada, geóloga especializada en gestión ambiental minera, señaló que de 25 años atrás a la actualidad las mujeres han podido insertarse en la minería en puestos diferentes a los administrativos. Recordó que la mujer empezó a trabajar para el sector como secretaria, contadora, abogada, que son roles importantes, pero que también lo es haber ido ganando terreno en la exploración.

Es que estar en el territorio implica condiciones bastante adversas, como turnos de 20 días corridos de trabajo por 20 de descanso, andar en mula o a caballo, dormir en carpas. Pese a eso, confiesa que ella adora las tareas exploratorias porque le dan la posibilidad de llegar a lugares y ver paisajes que pocos pueden ver, ya que no hay caminos de acceso.

Explicó que hubo un hito importante, que fue cuando las mujeres pudieron ingresar a las minas, en áreas de producción, donde hay ingenieras y técnicas de diversas ramas (en minería, química, de procesos).

Y el último, una especie de broche de oro, fue alcanzar espacios de toma de decisiones, en cargos jerárquicos. “Antes era impensado. No nos permitían entrar a una mina subterránea porque traía mala suerte”, lanzó para ilustrar el camino recorrido.

Ahumada señaló que, en parte, el ingreso de las mujeres a los sectores operativos fue posible por la incorporación de maquinaria que hace que no sea necesario el uso de fuerza, lo que permite que haya mujeres maquinistas, conductoras de camiones y perforistas.

Asimismo, resaltó que lo valioso de este cambio para la industria minera es la complementación de habilidades y de visiones en la resolución de problemas entre hombres y mujeres, como por ejemplo la capacidad de realizar varias tareas a la vez (multitasking) que tienen ellas.

Desarrollo de proveedores

Se calcula que, en promedio, cuando un emprendimiento minero está en producción, por cada trabajador directo hay otros tres indirectos. Pero para poder vender bienes o prestar servicios a una industria que responde a estándares internacionales, se necesita profesionalización.

Julia Echegaray, presidente de la Fundación Mujeres que Inspiran, una entidad enfocada en impulsar los negocios y profesionalizar a sus dueñas, se fijó como meta en 2024 conectar a las emprendedoras o pequeñas empresarias de Mendoza, San Juan y San Luis (trabaja en la región de Cuyo) con las industrias metalmecánica y minera.

En febrero, en conjunto con la Unión Industrial de Mendoza (UIM) y el Gobierno provincial, desarrollaron un encuentro para 50 mujeres uspallatinas, con el objetivo de brindarles herramientas para que puedan convertirse en proveedoras de la minería con sus propios emprendimientos.

Para este año, adelantó, tienen prevista la realización de más actividades, tanto en Uspallata como en Malargüe, con participantes de otras provincias mineras, que puedan compartir su experiencia y acompañar en este proceso a quienes están empezando.

Explicó que lo primero que se necesita es poder vender a escala, porque una industria grande puede hacer un pedido, por ejemplo, de 100 guantes y hay que tener la capacidad de producirlos en un plazo de terminado. También se debe cumplir con ciertos estándares de calidad, facturar y poder ofrecer ciertos plazos de pago. Como contraparte, si se logra cumplir con estos requerimientos, la posibilidad de escalar es muy grande. “No tenés límites”, asegura.

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