En las últimas horas, la Aduana impidió el contrabando de 9.288 botellas de vino de algunas de las bodegas más importantes del país en la provincia de Misiones valuadas en $84 millones. En su mayoría incluye etiquetas como El Gran Enemigo, Catena Zapata, Angélica Zapata, Familia Millán y Rutini, entre otras. Además, se detectaron algunas unidades de vino chileno que había ingresado al país de manera ilegal por Mendoza.
El organismo que dirige Guillermo Michel constató que, desde la ciudad de Posadas, firmas de envío de encomiendas pretendían colocar una exorbitante cantidad de botellas de primeras marcas en localidades ubicadas sobre la frontera noreste de nuestro país sin documentación suficiente para respaldar la maniobra. Además, por su precio y cantidad, la mercadería no se correspondía con el nivel de consumo propio de esos lugares.
Concretamente, la Dirección General de Aduanas interdictó 1.130 cajas de 6 vinos cada una, cuyo precio por botella ronda los 7 mil pesos; 350 cajas de 4 vinos, con un precio por botella de 11,5 mil pesos y, finalmente, 960 botellas con un valor unitario en torno a los 18,5 mil pesos. Asimismo, también incautó 148 botellas de vino chileno, con un valor de 20 mil pesos por unidad, cuyo legítimo ingreso al territorio nacional no pudo ser demostrado, por lo cual se entiende que fueron importadas a la Argentina por la vía del contrabando. El total de la mercadería asciende a $84.280.000.
Cómo se detectó el contrabando de vino
El operativo de Aduana se puso en marcha porque tal nivel de acopio de botellas en puntos fronterizos resulta extremadamente sospechoso, dado que supera ampliamente la capacidad de consumo de localidades como Bernardo de Irigoyen y Puerto Iguazú.
Cabe destacar, el cálculo de la Aduana no contempla solamente la cantidad de personas que habitan en los lugares mencionados sino, incluso, el consumo que pudieran realizar turistas brasileños al visitar la Argentina. Sin embargo, aun así no resultaba creíble que el stock de botellas apuntara al consumo local —más cuando las etiquetas halladas correspondían a un público de alto poder adquisitivo.
La Aduana cree que, en realidad, la intención detrás de las maniobras detectadas era exportar las botellas de contrabando por pasos terrestres no autorizados, para que luego de varios viajes con pequeñas cantidades, cuando los depósitos en tierra brasileña acumularan suficiente mercadería, ésta fuera transportada hacia grandes ciudades como Porto Alegre, Curitiba, Florianópolis, donde su valor puede llegar a cuadruplicarse.
Este margen tan significativo, sumado a la gran demanda de consumidores brasileños de vinos argentinos —que se han posicionado como productos de excelencia en el país vecino— es lo que actualmente motiva este tipo de operatoria. En efecto, el mercado de vino en Brasil está creciendo a pasos agigantados y en años recientes se ha consolidado como el país latinoamericano que más vino importa.
Así, la Aduana está profundizando el control para reducir la proliferación de maniobras indebidas y canalizar la exportación de vinos dentro de los canales formales —más aún teniendo en cuenta que, para cantidades menores, dicha mercadería posee un Régimen Simplificado.
Por último, no hay que pasar por alto que el contrabando afecta negativamente la imagen de la producción nacional, ya que la falta de trazabilidad de la mercadería la expone a malas condiciones de almacenamiento y transporte. En ese marco, no es posible garantizar la calidad del producto que llega a manos de los consumidores, ni sus condiciones sanitarias.