Freelancers: cómo vender tu trabajo en el exterior

Muchos profesionales se reinventaron y triunfaron ofreciendo sus servicios fuera del país. Cómo se pueden dar los primeros pasos.

Freelancers: cómo vender tu trabajo en el exterior
Si bien la mayoría de los freelancers aseguran que se paga muy bien en el exterior, lo cierto, es que la competencia es mayor y eso termina afectando al mercado y presiona los precios finales hacia abajo.

Consultores locales concuerdan en que los cambios y los rediseños profesionales han sido una de las claves de esta pandemia. Con los avances tecnológicos, la conexión global y la incertidumbre local, muchos jóvenes profesionales ponen sus ojos en el mercado externo a título personal, sin ser ellos empresas. Y todo esto, desde sus propias casas.

“La pandemia aceleró cambios que se estaban dando y en el camino hubo un montón de gente que se vio en la necesidad de generar un impacto aprovechando la tecnología. Repercute la economía internacional, todo el día vemos problemas en la economía argentina y eso motiva a pensar en otros clientes fuera del país”, comenta Facundo Corfield, Cofundador de Ikigai Asesores.

Algunos de los rubros donde más se observa esto son animación, diseño gráfico, marketing digital, manejo de datos, escritura, traducción, video, música, negocios, programación y tecnología.

En la visión de Corfield, se trata de un fenómeno que se repite en muchos países de Latinoamérica: “Cuando uno habla con emprendedores de América Latina, es muy común que tengan un ojo en vender al exterior. Más allá de que puedan generar algo para la economía local, todos también miran un poco hacia afuera. Con un monto chico pero que busque la masividad y la escalabilidad, se trata d generar una oferta innovadora con valor agregado”.

Desde la consultora ÁgilMentor, Paula Aldeco considera que trabajar para el exterior puede ser una buena oportunidad y conoce casos de ventas de capacitaciones: “En cuanto a las ventajas, podemos enumerar ampliar el mercado, obtener dólares que hoy son bastante preciados y mejorar la calidad, porque al salir afuera empezás a competir con otros estándares y hay que actualizar y mejorar la propuesta”. También hay que tener en cuenta que un mismo modelo de negocio no siempre funciona bien en todos los países.

Respecto a las desventajas, Aldeco señala que las pasarelas de pago son poco efectivas, incluyendo el cobro de impuestos y gastos bancarios. “Además, puede darse una posible pérdida de foco en lo local, por las ansias de responder afuera. Sí o sí hay que hacer una reestructuración interna para abarcar ambos mercados”, señala la especialista.

Otra desventaja que señalan desde Ikigai es la desconfianza que puede generar no conocer a la persona que está detrás de la otra pantalla. El consejo que dan es revisar las referencias del cliente, estar atentos a la forma y el tono con que se comunican y, en caso de que sea una empresa, consultar su web.

Diseños para el mundo

La historia de Rubén Romero es la de varios mendocinos que se quedaron sin trabajo durante la pandemia y debieron buscar la forma de reinventarse. De profesión diseñador, vio que el mercado local decaía pero que en otras partes del mundo la economía seguía funcionando con normalidad.

“Tenía tiempo, internet y diseños armados, ¿cómo podía generar ingresos? Ahí me dije de buscar plataformas online. Cada plataforma te trata como un artista, vos creas un diseño, lo subís y si a la gente les gusta te lo compran”, explica Romero. El sistema “print on demand” (en español, impresiones a demanda) hace que al artista se le pague cada vez que alguien encargue una impresión con su obra.

“No es subir un diseño y ya se vende, sino que hay que ponerle empeño: mientras más diseños subís, ganás mayor visibilidad, además tenés que colgar en tus propias redes sociales lo que estás haciendo y moverte”, aclara este diseñador.

En cuanto al funcionamiento de plataformas como RedBubble, dentro de ella cada artista tiene su propio espacio, como si fuera una tienda online donde suben diseños. Otro usuario entra, selecciona un diseño y después elige sobre qué soporte se imprime, desde una taza hasta un tapabocas. La plataforma se encarga de hacer la comercialización, imprimir el producto, empaquetarlo y enviarlo. “Lo primero que vendí fue una remera a 13 dólares. A mí dieron 3,40 dólares”, ejemplifica Romero para comentar que así ha vendido en Estados Unidos y Reino Unido.

“Es cierto que hay personas que suben lo primero que se les viene a la cabeza. Que quizás escribieron algo en WordArt y piensan que eso va para una remera. Yo trato de ponerle más empeño, de no subir cualquier cosa. Algunas plataformas te permiten usar personajes ya creados, como Batman, y otras no, depende de cada una”, comenta este diseñador.

En cuanto a plataformas de diseño, RedBubble tiene sede de ventas e impresiones en Estados Unidos y Europa, y por ende el envío suele salir más barato al comprador. Design for Humans y Tee Public también son recomendadas por youtubers y reviews, en especial por su calidad de impresión. Hay por lo menos otras 6 plataformas más para diseñadores, pero algunas piden datos de impuestos y esto imposibilita a los argentinos de inscribirse.

“Yo lo tomé como un ingreso pasivo, la situación de la pandemia me llevó a trabajar estos diseños para su venta. No es un sueldo, todavía no puedo vivir de eso, pero si uno le dedica tiempo, invierte en marketing, se arma una base de clientes y promociona a través de las redes puede generar más dinero”, explica Romero.

A modo de reflexión, Romero considera que este año desafío a todos a adaptarse a una realidad distinta: “Mi desafío personal fue este: me quedé sin trabajo, cerraron las imprentas y dependía de mi actividad. Mi reinvención fue poder aplicar diseño para una plataforma que me permite vender a nivel internacional. A futuro me gustaría que fuera un ingreso estable y constante”.

Datos sin fronteras

Julieta Carricondo Robino se desempeña en el mundo del software como Data Scientist y Scrum Master, y conoció la plataforma Freelancer (ver aparte) en medio de la pandemia por una recomendación laboral.

“Básicamente, es una web donde se ofrecen proyectos. Me gustó porque te permite cargar tu portafolio, tu experiencia, ver distintos proyectos y uno oferta por los que hay disponible. El problema a veces es que tenés mucha gente dispuesta a cobrar más barato que uno, y eso complica el panorama”, comenta la joven.

Uno de los trabajos que llegó a concretar fue con un grupo de Colombia. Carricondo Robino está certificada por una universidad estadounidense como Scrum Master en metodologías ágiles y la contactaron para poder capacitarlos a ellos en esas metodologías.

“Estaban empezando con un equipo chico y necesitaban implementar la metodología. Fue una semana con una mezcla de capacitación y acompañamiento. Me conectaba una hora cada día, a eso de las 9, les explicaba cómo funciona, cuáles son los objetivos y las prioridades, además de acompañarlos esa semana”, detalla la especialista.

Además de usar Freelancer, como Data Scientist ella ha realizado otras actividades para el mercado externo manejando datos y ocupando algoritmos para hacer predicciones estadísticas (por ejemplo, para predecir un volumen de ventas). “Uno cuando trabaja en manejo de datos, primero tiene que conseguirlos y limpiarlos, es un trabajo arduo que no quiere hacer nadie en el sector. ¡Es el partido en la siesta que ningún árbitro quiere cubrir! Entonces, ahí se suele contratar a otra persona para que lo haga”, explica Carricondo Robino.

Así fue como terminó trabajando para una empresa en Portugal que quería vender cursos de jardinería, potenciando el estudio de mercado desde la informática. “Automatizamos las búsquedas de qué ofrecían otras empresas para poder analizar el mercado. Incluimos comentarios sobre los cursos, análisis de sentimientos, etcétera”, detalla sobre su labor.

En cuanto a ventajas de vender un servicio al exterior, considera que las empresas de afuera suelen pagar mejor que las locales, además de que en Argentina se dio una caída en la economía mayor a la de otros países. Otra ventaja que señala a nivel personal es que ella por temas médicos es población de riesgo, y durante la pandemia le funcionó muy bien poder trabajar desde su casa. Respecto al idioma, depende mucho de la predisposición de cada uno, aunque en su caso le gusta el desafío de trabajar en un grupo donde no se hable español.

“Si bien tenés reuniones en horario, no tenés gente midiendote el tiempo como en una oficina. El peligro es la procrastinación, ese fantasma que te sugiere dejarlo todo para último momento. Demanda mucha autodisciplina. También cuando trabajas de manera directa con esos clientes sentís una mayor responsabilidad, porque está en juego la imagen personal y no la de una empresa”, señala Carricondo Robino respecto a las desventajas.

En busca de programadores

En el caso de Jorge, su llegada a las plataformas virtuales fue anterior a la pandemia. Como analista en sistemas y programador web, decidió en un momento hacer algo aparte de la empresa donde trabajaba y googleó por opciones. Tras comparar varias, se decidió por Fiverr, una plataforma a través de la cual un profesional puede exponer sus servicios como si fueran anuncios de productos (ver aparte).

“En mi caso, ofrecía desarrollo web, es decir generar sitios para usuarios o empresas. Algunos clientes te piden diferentes cosas que no tienen que ver con tu publicación, pero por lo general están relacionadas a tu trabajo, como en mi caso programarles una aplicación móvil”, comenta este informático.

Si bien la mayor parte de las personas ofrece su trabajo por un bajo costo, la plataforma permite ponerle tres precios al servicio, dividiéndolo en básico, estándar y premium. En el caso de Jorge, su servicio básico era hacer una web básica HTML de una página, el estándar era un sitio web de 4 páginas y el premium una página web de 8 páginas. A eso le ofrecía al comprador algunos bonus como entregarle el código y hacerlo adaptable al teléfono.

“La primera ventaja es que cobrás en dólares, y de verdad, no como en Mendoza que dicen que te van a pagar en dólares pero después te lo dan en pesos. Otra ventaja es que trabajás cuando y el tiempo que vos querés, digamos que sos tu propio jefe”, enumera este programador. Algo a tener en cuenta es que la plataforma Fiverr está escrita en inglés, por lo que manejar el idioma es un requisito para poder acceder a una mayor cantidad de clientes.

Respecto al manejo del dinero, años atrás pudo abrir una cuenta en Estados Unidos con Payoner, y le enviaron sin costo una tarjeta con la que hasta puede extraer dinero de los cajeros automáticos. Claro está, lo retira en pesos y con el cambio oficial.

La principal desventaja que considera es que, además del trabajo de su especialidad, uno debe hacerse cargo de vender y comercializar: “Se trata más de ventas que de otra cosa. Tenés que tener una buena cantidad de clientes para mantener un mismo nivel de ganancia al mes, porque unos meses ganas bien pero otros no ganás nada. En cambio, trabajar en una empresa te da una ganancia estable y te ahorra tener que negociar con cada cliente”.

Si bien Jorge considera que la plataforma nunca fue su fuente principal de ingresos, a medida que se ha involucrado más con una empresa local ha utilizado cada vez menos el sistema. “Para un estudiante o alguien que no tiene experiencia en ninguna empresa, no lo recomiendo mucho. Pero alguien que ya sabe más, sí me parece recomendable”, reflexiona.

El vil metal

Con respecto a las cobranzas en el exterior hay dos mecanismos se utilizan bastante: Skrill y Paypal, con una comisión por venta que ronda el 6% el valor de la transacción. Se vinculan con una cuenta y, si es una cuenta argentina, automáticamente cuando uno quiere usar el dinero se pesifica al dólar oficial. Sin embargo, por el desbalance entre el dólar oficial y el blue, otros prefieren “ahorrar” ese dinero en una cuenta en el extranjero o utilizar otros medios de pago.

En el caso de Florencia, ella trabaja en el rubro de capacitaciones, un sector que con el auge de herramientas digitales como Zoom, durante la pandemia tomó otra dimensión sobrepasando fronteras. Con la empresa donde trabaja, encararon dar capacitaciones en el extranjero: “Nosotros desde lo educativo, mediante el dictado de capacitaciones pudimos expandirnos gracias a la virtualidad. Lo hemos hecho de una manera bastante intuitiva y casera”.

Ella subraya que la principal dificultad está en los métodos de pago: “Como empresa no encontramos pasarelas de pago directas, los bancos no recibían divisas de afuera, nos pedían ser exportadores. Tuvimos que buscar mecanismos como Western Union y Paypal. El sistema está limitado para quien lo quiera hacer de una manera experimental o quiera tantear el mercado exterior”.

Florencia y su equipo vendieron capacitaciones a Paraguay y a Bolivia. En el caso de Paraguay, terminaron recibiendo el pago a través de Western Union (con comisiones de por medio) y en el caso de Bolivia fue más complejo: “Quien nos contrató en Bolivia tenía parientes en Argentina. Se acercó a la frontera, les entregó el dinero y esas personas nos depositaron en el banco. Fue toda una movida porque no encontramos una forma más sencilla de lograrlo”.

Por dónde empezar y cuáles son las web más utilizadas

Si bien hay muchas plataformas que pueden ayudar con el primer paso para vender servicios a nivel internacional, hay dos que se mencionan en este artículo que son de las más conocidas: Freelancer y Fiverr.

Ambos son espacios globales de mercado que reúnen a personas interesadas en contratar con otras interesadas en trabajar. Entre sus similitudes están poder manejarse en moneda extranjera, emplear mayormente el idioma inglés y dar la posibilidad de validar conocimientos y aptitudes. El registro es gratuito en las dos.

En el caso de Freelancer, su web en español es www.freelancer.es. Permite a un empresario publicar un proyecto con las características, el mínimo y máximo de pago que ofrece y el tipo de profesional que busca para realizarlo. Los trabajadores o “freelancers” se postulan para esos proyectos, ofreciendo a qué valor y cómo lo realizarían, en una especie de puja por conseguir la adjudicación. El empresario elegirá la propuesta que más le guste, que (se supone) no siempre es la más barata, o puede buscar por sí mismo otra persona.

Respecto a costos, Freelancer cobra el 10% de lo que uno gane con el trabajo realizado. Si bien es gratuito crear el perfil y postularse hasta 15 veces al mes, la plataforma ofrece formas de hacerse más visible y de postularse a más proyectos pagando membresías que van desde 1 dólar mensual hasta 60 dólares por mes.

En el caso de Fiverr, se puede acceder a través del enlace www.fiverr.com. Aquí el profesional ofrece sus servicios como su fuera un anuncio y, después, cuando un comprador necesite ese trabajo en específico, lo buscará en la web y podrá comparar las opciones. La diferencia con Freelancer es que el trabajador no postula a proyectos, sino que los clientes van hacia él.

La comisión que cobra Fiverr es del 20% por cada trabajo. Algo llamativo respecto a valores es que el anuncio del trabajador debe incluir tres precios distintos según la calidad y el tiempo que le dedique a un trabajo específico (por ejemplo, cuánto cobraría un mismo diseñador por hacer 5, 10 o 15 gráficas) y puede incluir bonus por más dinero, como “entregarlo un día antes”.

Otras webs que se pueden consultar son Upwork (www.upwork.com), Toptal (www.toptal.com) o RedBubble (redbubble.com/es).

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