Equipamiento para bodegas: entre la necesidad y las dificultades logísticas

Referentes del sector analizan la necesidad de la vitivinicultura de actualizarse, mientras que los costos y las demoras aumentan por la sumatoria de los problemas externos.

Equipamiento para bodegas: entre la necesidad y las dificultades logísticas
Gerardo Córdoba: el mercado de equipamiento para bodegas está “muy activo y movido”. Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes

Un punto clave para las bodegas es poder contar con equipamientos de buena calidad, de modo de competir en el mercado local e internacional. Si bien eso puede parecer una obviedad, referentes afirman que aún queda mucho por hacer en el sector, empezando por las complicaciones en la logística internacional para traer la maquinaria lista o insumos para fabricarla.

Desde Bodegas de Argentina (BdA), su director ejecutivo, Milton Kuret, afirmó que “se hace imprescindible renovar el equipamiento para lograr los ratios de calidad que exigen los mercados y la productividad que nos permita ser competitivos”. El problema es que no siempre se consiguen las tasas de retorno esperadas, sobre todo en un negocio que invierte en dólares y (en su mayor parte) factura en pesos.

“El sector, como otros productivos del país, lleva varios años con una fuerte caída de inversión en relación a sus ventas y tarde o temprano el impacto en productividad nos deja fuera de competencia, más aún en la actual rivalidad competitiva del mercado mundial de vinos”, analizó el director ejecutivo de BdA. Además del acceso al crédito, decidir estas inversiones depende del estado de innovación, calidad y productividad de cada empresa.

En la visión de Gerardo Córdoba, presidente de Della Toffola Argentina, el mercado de equipamiento para bodegas está “muy activo y movido”, con muchas necesidades de incorporación de tecnología para mejorar todos los procesos. Esto va desde la recepción de la uva y el prensado hasta la conservación de los vinos, el embotellado y el filtrado, en todos los niveles.

“Nosotros, al ser una empresa que tiene todos los equipos para todo el proceso completo de una bodega, tenemos la suerte de poder participar de muchas licitaciones, pliegos o cotizaciones directas con bodegas o clientes que van a iniciar alguna actividad en el sector del vino. Estamos con muchísimo trabajo, gracias a Dios”, declaró Córdoba.

Fabricación local

Para tener una referencia de precios, un tanque con capacidad para 2.500 litros puede costar unos U$S 5.000 (U$S 2/l), otro de 5.000 litros, unos U$S 7.500 (U$S 1,5/l) y uno de 10.000 l, alrededor de U$S 10.000 (U$S 1/l), siempre hablando de un valor de dólar oficial de $ 110.

Así lo detalló Mario Doña, presidente de Soul Inox, quien además explicó que en general hay dos tipos de clientes en el rubro: por un lado, empresas medianas o grandes que planifican con un largo período de ejecución. Por el otro, elaboradores chicos o artesanales que están “hasta el último momento” buscando el dinero para poder comprar.

“Trabajamos en tanques de gran volumen, pero dentro del Pasip (en Palmira. Con otras empresas hacemos trabajos para abastecer a productores pequeños y artesanales, más en lo que requiere de bombas y prensa, porque la maquinaria grande viene de afuera”, detalló Doña. Volviendo a los dos clientes, un elaborador grande puede necesitar maquinarias que trabajen 10 mil kg por hora, mientras que uno chico puede hacer 12 mil kg en una temporada.

En cuanto a pedidos de fabricación, hay quienes en diciembre encargan maquinaria para febrero, pero otros recién buscan cuando tienen definido el volumen de cosecha. “Se hace algo extra para guardar de stock porque sabés que siempre salen pedidos a último momento, como tanques chicos de 2.500, 5.000 y 10.000 litros”, afirmó el presidente de Soul Inox.

De todos modos, Doña aclaró que todos los trabajos que se encargan y se hacen son con mucho recaudo, atentos a la situación de pandemia y “sin pensar en obras faraónicas” por el contexto de incertidumbre: “Se hacen cosas pero con precaución. El futuro está incierto. Hay que ponerle un ojo encima para ver cómo sigue la cosa”.

Los problemas de logística

Desde la reactivación post-pandemia, el comercio internacional enfrenta dificultades en la logística y un sobrecosto de contenedores. Eso afecta tanto importar maquinaria lista como traer insumos para fabricarla, estirando plazos y aumentando costos.

Gerardo Córdoba explicó que a nivel mundial hay problemas con los fletes. Argentina “no está exportando como sería lo ideal” y por eso “no hay una rotación de contenedores” (los recipientes necesitan venir e irse llenos para que sea negocio rentable).

“Eso significa que se ha empeorado todo el mundo del flete. Se ha encarecido muchísimo. Hasta hace dos años, teníamos una demora de entre 28 y 32 días desde Italia, que es donde está nuestra fábrica, hasta Mendoza. Hoy estamos con 50, 52 y hasta 60 días”, detalló el presidente de Della Toffola Argentina. Por eso, aun cuando analizan el mercado y cuentan con stocks de varios equipos, recomiendan definir la adquisición con anticipación.

“Por suerte no hay demasiados problemas con aduana como otros años. Estamos obteniendo liberación rápida de nacionalización de equipos, pero tenemos como contra la demora en el viaje. La gran recomendación que doy a los futuros inversores es tomar decisiones rápido para poder llegar con los equipos a tiempo”, sugirió Córdoba.

Por su parte, Mario Doña estimó que los problemas de logística internacional demorarán por lo menos un año más, y duda de si los precios volverán a bajar a los niveles previos a la pandemia.

“Antes, un contenedor tenía un costo de U$S 5.000 y ahora cuesta U$S 15.000. Eso encarece el producto final”, explicó el presidente de Soul Inox. Suponiendo que se usa acero inoxidable y se traen 20 mil kilos en un container, si hay un aumento de U$S 10.000 en el container, se produce un incremento de U$S 0,5 el kilo del material importado. Por eso, Doña pide agilizar la logística y mejorar la vinculación con los puertos de Rosario y Chile.

Además, el presidente de Soul Inox sugirió encargar maquinaria con tiempo o en una fecha fuera de la cosecha (después del 30 de abril) ya que los fabricantes están con menos exigencia y pueden trabajar con un costo menor.

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