Con una molienda mayor al millón de toneladas de cebada cervecera, empresarios nacionales aseguran que el país en 2022 tuvo un récord histórico para el sector. En Mendoza, en cambio, los empresarios hablaron sobre el cierre del 10% de las fábricas locales desde la postpandemia, la caída en las ventas en comparación al nivel prepandemia y el desabastecimiento de insumos.
Según los registros de la Cámara de Cerveceros Artesanales de Argentina (CCAA), a nivel nacional están operando 2.500 fábricas vinculadas a la elaboración de los distintos estilos de cerveza artesanal, que en su conjunto representan un 2,5% del total que consume el mercado y generan casi la misma cantidad de empleo registrado que todas las cervecerías industriales en el país. Según Cerveceros Argentinos, entidad que agrupa a las grandes compañías, el consumo de cerveza per cápita en el país es de 45 litros, se producen 20 millones de hectolitros anualmente (es decir, 2.000 millones de litros) y se procesan unas 875.000 toneladas de malta.
“Hasta 2018 hubo un boom productivo muy marcado, impulsado por consumidores no satisfechos por la industria tradicional. Las cervezas industriales en Argentina tenían, en ese momento, recetas que eran muy elementales y alejadas de las cosas que se consiguen en otras partes del mundo”, comentó González Insfrán, presidente de la CCAA en una entrevista. En nuestra provincia, previo a la pandemia en marzo de 2020, se elaboraban entre 5.500 y 6.000 mil litros mensuales de cerveza artesanal en temporada alta (desde diciembre a marzo), un volumen que aproximadamente empleaba a unas 600 personas.
Con volúmenes más bajos
Fernando Guillot, presidente de la Cámara Mendocina de Cervecerías Artesanales, explicó que durante el 2022 se notó un crecimiento en la demanda dado por la comparación directa con la actividad del 2021, en la que todavía las costumbres del publico estaban atravesadas por los coletazos de la pandemia. “Es difícil hacer una cuenta del porcentaje de crecimiento, porque tendríamos que comparar con la actividad de 2018 en el que hubo un crecimiento exponencial y teníamos otra perspectiva de negocio”, destacó el responsable de la Cervecería Aldea Gala.
Guillot comentó que, comparando ambas realidades, hay menos producción y consumo que previo a la pandemia: “Hay un 10% de las fábricas que han cerrado y otras que han ampliado su producción. No hay una disminución significativa en el volumen, pero no estamos trabajando al mismo ritmo”. En Mendoza hay 50 fábricas (35 de ellas asociadas a la cámara), contando marcas como Antares, Berlina y Peñón del águila, “porque si bien no producen acá, tienen franquicias y bares en Mendoza”.
El empresario comentó además que, sobre el millón de toneladas de cebada procesadas durante el 2022, hay un dato que distorsiona la realidad de las cervecerías artesanales porque “hay fábricas que no tienen la misma capacidad industrial que la de las grandes cervecerías, pero tampoco son artesanales. Como es el caso de Berlina, Antares, Peñón del Águila y, en San Rafael, Sudamericana de Bebidas, que produce millones de litros y los embotella en envases de pet”.
En tanto que, sobre los proyectos de expansión de su marca, subrayó que por la incertidumbre económica es momento de trabajar sobre los procesos de mejoramiento de la producción y calidad, mientras que “cuando la situación sea estable, de pensar en ampliar el volumen de elaboración”.
Entre reglas y desafíos
Tras decretarse el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO), el sector debió adaptarse a un cambio forzado y pasar de la venta de cerveza tirada a una ampliación de los márgenes, embotellando para encontrar un destino de “take away” fuera de los bares. Desde entonces, las fábricas locales apostaron por las etiquetas y packaging como una opción de negocio y de llegada diferencial al público.
Nico Massaccesi, de Cerveza 23 Ríos, contó que hay varios factores que hacen que la coyuntura sobre la economía del sector sea muy compleja, porque “la inflación y el desabastecimiento son algo con lo que lidiamos día a día y no podemos solucionarlo”. Para el empresario, esto se ve reflejado en una caída de las ventas de cervezas en todos los formatos (latas y barriles), además de “no poder conseguir insumos básicos, como los lúpulos americanos, para elaborar algunos estilos de cerveza”.
Mientras que, al referirse a los volúmenes de venta, aclaró que “tanto en nuestros puntos de venta, como en los bares se han retraído las ventas”. Massaccesi explicó que la gente continúa saliendo, pero el valor del ticket promedio por persona ha caído: “La gente va a consumir, pero lo hace en menor medida respecto de otros años”. Ha sido una situación que también complicó la operación y la demanda, porque “los artesanales han ido cediendo equivocadamente márgenes ante los bares y eso está trayendo cierres de microcervecerías”.
“En Mendoza hay microcervecerías que han cerrado y es complejo dar cifras exactas”, sostuvo Massaccesi. Destacó además que “el año pasado generamos el mismo volumen comercial que el año anterior, pero con más puntos de venta. Es decir, trabajamos mucho más y vendimos casi lo mismo”.
Dese el sector empresario señalan que uno de los desafíos que tiene la actividad por delante es poder lograr que se derogue el impuesto a la cerveza artesanal (8%) que se aplica además del IVA, además de establecer acuerdos entre los pequeños fabricantes para cerrar precios en conjunto y lograr un mejor valor final del litro de cerveza a los bares, para descomprimir la situación de las microcervecerías y resguardar su subsistencia