El origen se ha convertido en uno de los atributos más preponderantes a la hora de elegir un vino. Y podría decirse que el gran cambio de la vitivinicultura argentina comenzó cuando los hacedores comenzaron a interpretar en profundidad los lugares, logrando diferentes expresiones de un mismo varietal dependiendo de la zona. Una herramienta fundamental en este proceso han sido las Indicaciones Geográficas (IG), de las cuales en el país es posible mencionar más de un centenar, pero que en el último año solo se incorporaron dos.
Contempladas en la Ley 25.163, al igual que las Indicaciones de Procedencia (IP) y la Denominación de Origen Controlada (DOC), las IG vitivinícolas deben ser aprobadas por el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV). En este 2022, a 20 años de la aprobación de las primeras, solo Balcarce, en la provincia de Buenos Aires, y Vistalba, en Luján de Cuyo, lograron el reconocimiento. Incluso, entre 2020 y 2022 han sido apenas seis las nuevas IG del país, llevando el número a 103.
“Las IG surgen porque la gente quiere cada vez más especificación y saber más de dónde viene su vino. No es lo mismo la zona Norte de Luján que la zona Sur. En los vinos de alta gama es algo que pesa en la decisión del consumidor. Por el precio que tienen en el mercado, hay que brindarle un poco más de información al consumidor al momento de comprar”, argumentó el geofísico de Geografía del Vino, Guillermo Corona.
Pero a diferencia de lo que puede suceder con una DOC, donde los productores deben cumplir con un estricto reglamento y el perfil de los vinos está acordado y establecido por todos los miembros, las IG no implican normas de elaboración. “Nacen porque el lugar tiene condiciones particulares que lo diferencian del resto. Pero si tomás un determinado número de productores de esa IG y sus vinos son muy distintos, algo que se da por las diferentes interpretaciones del lugar”, consideró el especialista.
Cómo se define una IG en Argentina
Para la legislación argentina, una IG es el nombre que identifica un producto originario de una región, una localidad o un área de producción delimitada del territorio nacional no mayor que superficie de una provincia o de una zona interprovincial ya reconocida. Aunque aclara que solo se justificará cuando determinada calidad y las características del producto sea atribuible fundamentalmente a su origen geográfico. asimismo, está solo reservada para los vinos o bebidas espirituosas de orígen vínico de calidad.
Así, los productores interesados en lograr una IG en su zona, algo que aporta un valor agregado a su producto, deben comprobar ante el INV una serie de requisitos como que el nombre de IG es conocido a nivel local y/o nacional; la posibilidad histórica o actual de delimitar las fronteras conforme a datos geográficos fácilmente identificables; una prueba en términos de clima, calidad de suelo, altitud, aspecto u otras cualidades geográficas o físicas que diferencian la región y atribuyen características particulares a los vinos y la identificación de los productores y los viñedos que serán alcanzados.
En este sentido, en el listado de IGs argentinas podemos encontrar desde distritos, pasando por provincias enteras, regiones como Cuyo o Patagonia y hasta zonas que no responden a un límite geográfico pero por su componente histórico pueden ser identificadas. Además, tenemos otras determinadas por las condiciones del suelo y el clima que pueden incluir a más de un distrito.
“En Argentina, mayoritariamente, las que hay aprobadas toman en cuenta los distritos, algo que no deja de ser una división política. Por ejemplo, la IG Vistalba, coincide con los límites del distrito. También tenemos casos como el de los Valles Calchaquíes, que es algo regional y no necesariamente tiene un límite geográfico”, comentó Guillermo Corona.
Sin embargo, el geofísico encuentra reparos en esta clasificación: “La división por distritos es algo genera ambivalencia: tienen un componente histórico y ayuda a orientarnos, pero en cada uno de los distritos, si es lo suficientemente grande, se pueden encontrar diferentes situaciones. No es lo mismo la parte baja del valle de Agrelo donde tenés más arcilla que parte alta. Al profundizar en cada uno de estos terrenos y con las diferencias, deberíamos volver a dividir cada uno y tendríamos sub IGs”, planteó Corona.
“El tema es que las condiciones para establecer una IG se terminan solapando”, argumentó el autor de Geografía del Vino y para entender mejor propuso el caso de la IG Altamira que está sobre parte de los distritos de La Consulta y de Eugenia Bustos. “No es que es algo que está dentro de un distrito u otro, sino que es toda una zona que abarca a los dos. ¿Cómo los explicás si el resto se dividió por límites políticos y esta se hizo por suelos? Ahí es donde surge el problema para poder seguir dividiendo”, dijo el geofísico.
Desde la perspectiva del experto es algo que se podría haber evitado si la división inicial se hubiese establecido en base a temperaturas y suelos similares en cada lugar y no por límites políticos o históricos. “Pero eso no implica que uno esté bien y otro mal, son distintos approaches para determinar la división del lugar”, sostuvo.
Cuántas IG puede sumar Argentina en los próximos años
De las 77 iniciales que se declararon en el año 2002, en estas dos décadas se ha ralentizado el ritmo de aparición de nuevas IG. Incluso, ha habido años en los que ni siquiera se han sumado nuevas. Esto no indica estrictamente que en sólo 103 lugares de Argentina se hace vino, ni que no vayan a aparecer nuevas zonas.
Incluso, algunos sitios muy reconocidos en la vitivinicultura nacional no tienen su IG por cuestiones comerciales y legales, como puede ser Gualtallary o hasta este 2022 Vistalba, algo que cambió cuando la bodega homónima cedió el uso del nombre para que otros productores de la zona puedan utilizarlo en sus etiquetas.
“Zonas nuevas para plantar siempre va a haber. Hay muchos lugares en los que se instaló la vitivinicultura en el último tiempo y todavía no tiene su IG y quizás por proceso natural pueden tenerlo. Pero mucho más de lo que se avanzó ya no se va a avanzar porque ya se hay actividad en la mayoría de las provincias”, consideró Guillermo Corona.
El expertos en los suelos de la vitivinicultura nacional, explicó que ahora puede darse un nuevo proceso, que en muchos casos ya ha comenzado hace algunos años: “Creo que ahora viene la etapa de consolidación donde los productores ya pueden emprender un proceso de mejora continua de los vinos de cada zona. Naturalmente, eso te va a llevar a otras subdivisiones”, completó.