“Toda nueva idea pasa inevitablemente por tres fases: primero es ridícula, luego es peligrosa y después… todos lo sabían”, lo decía Henry George, autor francés.
En la actualidad, hay más emprendedores por necesidad que por acción de emprender, pero también hay más mortandad de emprendimientos en sus primeros años de vida. Es aquí donde surge la primera de las preguntas: ¿Por qué emprender resulta complicado a simple vista? Si nos preparamos, nos capacitamos, investigamos el mercado, analizamos nuestro cliente, conocemos nuestro producto y generamos relaciones con los demás emprendedores, podríamos decir que no es tan complicado.
Con pocos emprendedores, hay “poca natalidad empresaria”. Con más empleo público, menos emprendedores. Según datos del Observatorio Pyme, en la Argentina nace una sociedad formal cada 2.326 habitantes de entre 15 y 64 años. En Brasil, una cada 300 habitantes y en Chile, una cada 125. ¿Qué llevó a que la diferencia con los países limítrofes sea tan abismal? Datos, no relato: sólo el 14% de los argentinos puede emprender, mientras del otro lado de la cordillera, lo hace el 25%. El crédito argentino disminuye 1,2% por año, mientras que en el país trasandino aumenta 2,1% anual. Un dato resonante en nuestra querida Argentina: la presión fiscal es del 106%, mientras que en Chile es del 5,1%; Brasil el 68%, y podemos seguir con los números, pero no es el objetivo.
Mendoza es cuna de grandes emprendedores. Muchos de ellos hoy, son empresarios reconocidos y nuestra provincia se destaca por una alta tasa de creación de empresas per cápita, respecto de la media nacional. Pero también no es ajena a la crisis y cierran más empresas de las que se crean en la formalidad. En esta pandemia, la región Cuyo fue la más afectada por la crisis sanitaria actual.
Después de estos datos, teniendo en cuenta la situación que se vive, con una corriente en contra para quien asume riesgo y capital, en muchos casos su único capital, ¿por qué es tan importante emprender y no depender?
El emprendedurismo es clave para el desarrollo socio-económico de cualquier región. Si pensamos que alguien que emprende, sólo genera su propio sustento, estamos equivocados. Un emprendedor genera en su entorno más de 15 puestos de trabajos, directo e indirecto. Crea ecosistemas en su alrededor, impulsando el motor de la economía regional desde el punto geográfico que se encuentre.
¿Qué sería de una ciudad, un departamento, si cada año creciera más la tasa de actividad emprendedora y menos la tasa de personal en el Estado?
Hay que apostar a la creación de micro y pequeñas empresas, con apoyo a emprendedores locales, baja presión de impuestos en los primeros años de vida y acompañamiento desde lo público-privado en el desarrollo del crecimiento de una futura empresa; simplificación administrativa burocrática, y, fundamentalmente, incentivos crediticios (hoy impensados).
El desafío actual es muy grande. Esta pandemia nos obligó a adaptarnos no sólo a los emprendedores sino también a profesionales, educadores e incluso al mismo gobierno.
Cuando se habla de adaptarse a los cambios de nuestra economía argentina, aparece la famosa “resiliencia”, una de las tantas virtudes necesarias para los emprendedores argentinos en tiempos de crisis, donde las reglas del juego cambian constantemente. Reinventarse permanentemente, también es un ejercicio que un emprendedor debe trabajar.
La única manera en la que vamos a generar empleo y lograr que el país crezca es apostando por los jóvenes empresarios. No hay opción. Estamos convencidos de que seguir fomentando el emprendedurismo es la única salida para el desarrollo socioeconómico y generador de trabajo genuino, innovación, riqueza.
En la nueva economía, más que desarrollar estrategias para generar nuevos productos y servicios, se requiere la formación en emprendedurismo desde las escuelas secundarias fomentando la educación financiera, cultura de emprendedurismo e innovación en toda la sociedad, donde se creen no solamente nuevas empresas sino también mecanismos de financiación acordes y una industria que soporte al emprendedor, para evitar encaminarnos a un proceso de desertificación del recurso empresarial, único generador de más empleo sostenible.
Que la llama emprendedora no se apague. La tormenta pasará, y hay que estar preparados para la nueva economía de los emprendedores: La era de no depender, para emprender.
*El autor es Presidente de Jóvenes de la Federación Económica de Mendoza. Cámara de Comercio de General Alvear