Siguiendo el camino que abrió el enoturismo en Mendoza, la olivicultura, combinada con la gastronomía, ha encontrado en el turismo una sólida unidad de negocio que se consolida en las almazaras. La calidad del aceite de oliva, asociado a un estilo de vida más saludable, ha logrado que el número de visitantes vaya creciendo año a año, al punto de empezar a romper con la estacionalidad.
Así lo ven desde Laur, considerada por tres años consecutivos como la mejor del mundo del EVOO World Ranking, donde cuentan con un promedio diario de unos 250 a 300 pasajeros en sus visitas, degustaciones y propuesta gastronómica. Si bien el establecimiento siempre contó con su área de turismo, incluso antes de que fuera propiedad de Familia Millán, fue en los años posteriores a la pandemia de coronavirus donde se dio un crecimiento exponencial en el interés por conocer su trabajo.
“Durante la pandemia la gente estuvo incursionando, investigando y empezó a consumir mucho más aceite de oliva. Esa curiosidad que se ganó fue lo que hizo que cuando se liberaran todos los permisos, y que primero empezó con el turismo interno, la gente automáticamente decidiera conocer una olivícola. Empezaron a venir y después se fue contagiando con el boca a boca”, comentó Carlos Saenz, gerente de Laur.
En el caso de Familia Zuccardi, la apuesta por el turismo olivícola también viene desde hace años. En su caso cuentan con “Pan y Oliva”, el restaurante de la almazara Zuelo, donde tienen una capacidad para albergar 60 y 70 personas diarias y donde de manera periódica realizan eventos gastronómicos para mostrar el producto que elaboran.
El responsable detrás de ello es Miguel Zuccardi, para quien el crecimiento en el interés por el aceite de oliva radica en la nobleza del producto y la adaptación a las tendencias actuales de vida saludable. “Es interesante porque es un producto muy simple. Nosotros, por ejemplo, hacemos programas durante la época de cosecha, donde las mismas personas pueden venir a hacer una cosecha en nuestro olivar y elaborar su propio aceite. Y eso es algo que pocos productos te permiten”, destacó.
Desde la perspectiva de Zuccardi, aún es necesario trabajar en la educación y difusión del producto. “Estamos desde el año 2004 con esa premisa y hoy seguimos en ese camino de que las personas puedan acercarse al mundo del aceite de oliva, comprenderlo y seguir poniéndolo a valor”, sostuvo.
Gabriel Guardia, uno de los referentes del sector que está trabajando en el lanzamiento de su proyecto personal, “Corazón de Lunlunta”, el que se dedicará al turismo olivícola, aseguró que el interés por el destino se ha basado en la calidad. “El gran vuelco que tuvo Mendoza fue la apuesta de la calidad por sobre el precio. La provincia en sí, o la Argentina, tiene una concepción de calidad que no es usual en el mundo. En el mundo encontrás gente que hace calidad, pero tan masivamente como lo hacemos nosotros, no. Cuando nosotros empezamos a mostrar calidad, empezamos a abrir la fábrica, a mostrar cómo se hace, a no tener secretos, el interés y la confianza creció”, sostuvo.
Como lo dijo María Ravida, productora de AOVE que lleva su nombre y asesora de Tapiz, ha sido la necesidad de los productores de contar lo que están haciendo lo que ha motivado el interés de los visitantes. Mendoza ha crecido en el turismo olivícola por la necesidad de los productores y técnicos de abrir sus puertas para comunicar procesos y calidades, ante un consumidor ávido de aprender de épocas de cosecha, tipos de elaboración, de varietales y de maridajes”.
“Este cambio fue inducido y acompañado por el enoturismo y la gastronomía que reconocieron la calidad de los AOVE mendocinos y comenzaron a incorporarlo en todas sus preparaciones transmitiendo los beneficios de su consumo”, añadió la especialista.
La importancia de la IG Mendoza
Uno de los grandes logros del sector, como los mismos referentes lo reflejan, es haber logrado en 2022 la certificación de la Indicación Geográfica Mendoza para los aceites de la provincia, un sello distintivo que hace foco en la procedencia del producto que logran los hacedores locales que se consolidó como la primera de América y que tienen solo sitios de la Unión Europea y Túnez, en África.
Para conseguir el sello IG Mendoza, los aceites pasan por un largo análisis que incluye a la Secretaría de Agricultura de la Nación, el Instituto de Desarrollo Rural y la Asociación Olivícola de Mendoza. Se controla desde la aceituna y su cultivo, que debe ser en la zona delimitada por la Indicación Geográfica Mendoza, hasta la etapa del envasado. Los olivos tienen que haber crecido en Lavalle, Las Heras, Luján de Cuyo, Maipú, Guaymallén, San Martín, Junín, Rivadavia, Santa Rosa, La Paz, Godoy Cruz, San Rafael y General Alvear.
Las aceitunas deben ser producidas, cosechadas y procesadas en almazaras de esta zona delimitada. Por eso, uno de los primeros controles es la trazabilidad, es decir, toda la historia de cómo se llegó desde el cultivo hasta el producto terminado. Luego se realizan análisis organolépticos, es decir, de sabor, textura, olor y color.
“Ha sido un trabajo en conjunto de todas las instituciones para poder salir a marcar la diferencia entre los aceites de Mendoza y demostrar que el aceite que hacemos en la provincia tiene características diferentes. Hay que seguir fomentando eso con las nuevas plantaciones, pero entendemos que es un proceso largo”, destacó Carlos Sanez.
Por su parte, Miguel Zuccardi planteó: “Si uno mira los últimos 20 años, la posibilidad del turismo olivícola y gastronómico para Mendoza, es una oportunidad y algo que viene creciendo. Y en línea con esto, que hayamos logrado la IG para la provincia es algo muy bueno. Ahora hay que ver qué pasa hacia adelante. Ojalá, se sumen productores más ligados a la alta calidad y buscando más valor agregado”.
El camino del olivo
Otro de los proyectos en los que está trabajando el sector es en el desarrollo de un circuito turístico similar al que se ha desarrollado alrededor de la ruta del vino, lo que sería el camino del olivo. Así lo comentó Mario Bustos Carra, gerente de la Asociación Olivícola de Mendoza (Asolmen), quien aseguró que, en asociación a las instituciones públicas, están desarrollando una serie de actividades que le den visibilidad a los aceites de oliva mendocinos.
“Siempre estamos buscando hacer algo que le agregue valor. El proyecto para hacer la ruta o el turismo olivícola es algo que ya existe, inclusive muchas bodegas y fábricas lo tienen implementado, así que la cuestión es tratar de ver cómo unimos eso y brindarle una posibilidad más al turismo, que también es una fuente de ingreso de divisas muy importante y que Mendoza ha logrado posicionarse muy firmemente”, completó.