La actividad forma parte del calendario vendimial, es organizada por el Club Mendoza Clásicos y Sport, y cuenta con el auspicio de la Secretaría de Turismo, Ambiente y Deportes; y del Emetur (Ente Mendoza Turismo). Nació, confiesa Alejandro Boverman, su creador, porque los mendocinos iban a competir a otras provincias con sus autos de colección y quienes los recibían les reclamaban que no podían venir a Mendoza a hacer lo mismo.
En estos 22 años, calcula, deben haber superado las 100 bodegas visitadas, porque van cambiando en cada edición. Y recuerda que, cuando empezaron, eran muy pocas las que habían abierto al turismo y estaban en condiciones de recibir unas 200 personas, los 80 pilotos, los 80 copilotos y el grupo organizador.
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Alejandro Boverman, creador del Rally de las Bodegas
Elegancia y sofisticación
La última pausa de esta segunda jornada de competencia fue en Bodega Trapiche. Sergio Casé, gerente de Enología, explicó que en una de las etapas del rally se entrega el premio a la elegancia y es un clásico (más) que se otorgue en este establecimiento de Maipú. “Relacionamos Trapiche con la elegancia y la historia, porque ya tenemos más de 140 años en la Argentina”, detalló.
“Estoy muy contento de nuevamente abrir la bodega para todos estos amigos locos de las tuercas, de los fierros y compartir con ellos anécdotas, historias y un rico vino”, expresó y añadió que el vino que acompaña la elección del auto más elegante es Fond de Cave, la línea de Trapiche que se caracteriza, precisamente, por su elegancia y sofisticación.
Casé explicó que han completado el 50% de la vendimia, que al principio fue calurosa y vino un poco adelantada, pero que desaceleró con las lluvias y el frío. “Los vinos vienen muy bien. La cosecha 2025 viene muy interesante y va a dar que hablar, como estos increíbles autos”, cerró.
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Sergio Casé, gerente de Enología de Bodega Trapiche, posa con uno de los seis autos preseleccionados para el premio a la elegancia.
El ganador de este certamen fue un Lamborghini Miura de 1967, el primer superdeportivo de la historia. Su dueño explicó que fue diseñado por Marcello Gandini, que tiene 12 cilindros, por lo que es muy potente, y resaltó que es el único que hay en Argentina.
El conductor, oriundo de Buenos Aires, contó que ha participado en todas las ediciones del Rally de las Bodegas y que el encuentro “es un placer desde todos los sentidos”. Amplió que, para los que sienten pasión por los fierros, “pasear con estos autos por este entorno y hacer estas paradas en lugares tan lindos es algo muy valorado. Por eso tengo asistencia perfecta”.
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El Lamborghini Miura de 1967, ganador del premio a la elegancia
Cómo nació el rally
Boverman resalta que el rally mendocino conjuga el recorrido con los autos clásicos con la visita a las bodegas. “Los caminos, la naturaleza, el sol nuestro, la gastronomía. Es un combo que no lo van a encontrar en ninguna parte del mundo”, resalta. Y explica que las leyes de consumo de alcohol son mucho más restrictivas en otros países (aunque aclara que en estas paradas sólo se permite una copa de vino por persona). Esto hace que el encuentro haya ido ganando difusión no sólo en el país, sino también en el mundo, con años en los que han llegado delegaciones extranjeras.
Sobre cómo se les ocurrió el concepto, Boverman cuenta que, cuando dejó de tener pasión por los autos nuevos y de carrera, empezaron a gustarle los clásicos. Se había armado un grupo pequeño de mendocinos que empezó a coleccionarlos y a participar en competencias en otros lugares, como las Mil millas en Bariloche o el Rally de los Lagos en Córdoba.
“En todos los lugares nos decían lo mismo. Claro, ustedes vienen, participan, pero nosotros nunca podemos ir a Mendoza porque no hacen un rally allá”, explica. Así los empujaron a armar un club y un rally. Suma que la idea de que fuera en bodegas fue de Hugo Pulenta, el más chico de los hermanos, que vive en Buenos Aires y es importador de Porsche.
Cuando empezó a traer la marca al país, se encontró con que los compradores argentinos no podían usar esos autos en la calle. Entre ambos, decidieron traerlos a Mendoza en un camión y, como en aquel momento la familia Pulenta era dueña de Trapiche, fijaron base en la bodega y los llevaron a recorrer unas pocas más, como Arizu, López y Chandon. Al año siguiente, organizaron un programa conjunto con el Club Porsche en Chile y empezaron a cruzar la cordillera.
Con esta experiencia previa, ampliaron de una marca a los autos clásicos y así nació la primera edición del Rally de las Bodegas que está cumpliendo 22 años.
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Requisitos
Boverman explica que de un año a otro tienen una renovación del 50% en los participantes y que, como el límite fijado por reglamento es de 80 autos, pero suele haber más inscriptos, determinan el cupo por la antigüedad del vehículo. Los más “viejos” tienen el lugar asegurado y se van numerando de acuerdo con eso.
En 2025, el número 1 le correspondió a uno de 1926. Es decir, tiene 99 años. “Y anda como mi auto de calle. Perfecto”, resalta. Es que, aunque sean vehículos de colección, que muchos propietarios tienen guardados para ocasiones especiales como esta -y el resto del tiempo en un garaje-, el Rally de las Bodegas recorre 700 kilómetros durante tres días (de jueves a sábado). “Hoy (viernes) anduvimos por la montaña. Mañana (sábado) nos vamos al Valle de Uco. Hay subidas, calor. Y muchos autos son de la década del ’20 y del ’30”, suma.
Uno de los requisitos para participar es que los autos tienen que estar lo más originales posibles, como cuando salieron de fábrica. Y si bien se admite la renovación de la pintura o el cambio del tapizado -aunque algunos prefieren no hacerlo-, el motor debe ser el mismo y no se pueden cambiar las luces o agregarle nada.
Además, deben ser autos que tuvieran algo especial en su momento. Es decir, no sólo tienen que cumplir con el requisito que fija la Federación Internacional del Automóvil, de tener 35 años como mínimo para ser considerados clásicos, sino alguna particularidad de diseño, que se haya fabricado una cantidad limitada o que hayan participado en competencias importantes. “Todos estos autos que están hoy acá son de museo”, afirma.
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Disfrute y camaradería
Leo Boulin corre en el Rally de las Bodegas desde que era estudiante y, como su papá participó en la organización de las primeras ediciones, él también colabora desde muy joven. “Fue una causa común de todos los amantes de los autos mendocinos. Y hace 22 años que se hace el rally y he tenido la suerte de participar en todas las ediciones. Lo he hecho con distintos autos, con amigos, con mi padre, con mi hermano, con mi mujer, con un montón de gente”, cuenta con entusiasmo.
Subrayó que es una de las diversas actividades que la provincia ofrece en esta época del año y que a la gente le encanta, porque el colorido de los autos se mezcla con los paisajes de Mendoza para configurar una propuesta única. “Yo conozco todos los caminos, conozco los paisajes, y no me canso de mirarlo, ni sacarme fotos, como si fuera un turista más”, dijo este mendocino que corre con su hermano, en un Romeo Spider del año ’71.
De todos modos, aclara que, si bien para muchos lo principal es participar, disfrutar y “hacerle kilómetros al auto”, también hay una parte deportiva. No es una carrera de velocidad, pero sí hay pruebas que se deben ir cumpliendo para alzarse con premios. Y también hay quienes se toman en serio la competencia, aunque sin dejar de lado el espíritu de camaradería.