El papel de la inteligencia artificial y robótica, desafíos que enfrenta la vitivinicultura de Mendoza

En el taller regional del Plan Estratégico Vitivinícola 2030, los pequeños y medianos productores discutieron el impacto de la tecnologías y conectividad en la agricultura, clave para mejorar la rentabilidad y competitividad del sector. Tras el lema de innovación analizaron la mecanización y soluciones para la sostenibilidad.

El papel de la inteligencia artificial y robótica, desafíos que enfrenta la vitivinicultura de Mendoza
Tres casos de cómo la inteligencia artificial llegó para quedarse en la industria del vino.

Después de un pequeño debate, un grupo de productores vitivinícolas del oasis Este y Norte ubica una serie de tarjetas sobre una lona que dibuja coordenadas según “importancia” y “tiempo”. Una dinámica que ha avanzado sobre las necesidades que enfrenta la agricultura y los desafíos de la industria en un mundo en el que la tecnología y sostenibilidad son esenciales para el crecimiento y competitividad.

En el taller regional del Plan Estratégico Vitivinícola 2030, impulsado por Coviar, que se desarrolló el martes en el Parque Industrial (PASIP), en Palmira, los pequeños y medianos productores, discutieron sobre tópicos y problemáticas claves para la vitivinicultura y agricultura en general. Acompañados por monitores del INTA, los viticultores entre los principales temas que pusieron sobre la mesa se destacaron el de la conectividad y acceso a tecnologías avanzadas para producción y cosecha.

La ciencia aplicada se considera como una herramienta indispensable para mejorar la calidad de las decisiones y potenciar la rentabilidad de sus respectivas explotaciones. Bajo el lema de innovación, la conectividad y el acceso a las tecnologías avanzadas para la producción y cosecha, que han pasado ser una necesidad, debido a su impacto directo en la toma de decisiones y la rentabilidad del sector. Vale recordar que el 59% del total de pequeños productores explotan viñedos con menos de 10 hectáreas.

Hacia la inteligencia artificial

Para el sector agrícola, la tecnología permite realizar estimaciones más precisas y análisis de los resultados. Datos que, junto a la mecanización de las acciones, les permiten optimizar los recursos. Herramientas como la Inteligencia artificial (IA) se han convertido en aliadas para mejorar la precisión de pronósticos de cosechas y el monitoreo de cultivos. No obstante, el acceso a estas herramientas sigue siendo limitado para muchos productores, especialmente en áreas rurales.

Según estudios, más del 65% de la infraestructura productiva en el ámbito primario se encuentra en buen o muy buen estado, un indicador positivo para la agricultura. Sin embargo, la localización digital y la adopción de métodos tecnológicos siguen siendo escasos, por que son unidades productivas con fuerte dependencia en técnicas tradicionales. En paralelo hoy en Logroño, España también está debatiendo cuál será la vitivinicultura del futuro y nuevas técnicas que les ofrezcan una mayor eficiencia en la conducción y rentabilidad.

La Inteligencia artificial (el uso del Big Data para la predicción fenológica y meteorológica de sequías en viñedos) y la mecanización en el campo se ha vuelto esencial. La dificultad para conseguir mano de obra calificada y el envejecimiento de los productores, que en su mayoría superan los 65 años, han impulsado esta tendencia. Aunque la modernización ayuda a resolver algunos de estos problemas (se habla de Tokenización como una “solución” para elaborar vinos), la adaptación tecnológica enfrenta resistencia y barreras económicas, agravadas por los costos de financiamiento y las altas tasas de interés.

Retos de infraestructura y recursos

La gestión del agua es uno de los aspectos más críticos para el sector. En los próximos 30 años, se espera una reducción del 15-20% en la disponibilidad de agua, un desafío significativo para el manejo de cultivos. Frente a esta amenaza, los productores necesitan implementar estrategias para optimizar el uso del agua. Proyectos de eficiencia hídrica y variedades de cultivos adaptadas a condiciones más secas pueden ayudar a mitigar el impacto del cambio climático.

Además, el costo de la energía y las exigencias ambientales internacionales son factores que complican la situación. A nivel global, legislaciones como la europea exigen evidencias de sostenibilidad para el acceso a los mercados, incluyendo certificaciones de huella hídrica y neutralidad de carbono. “Para muchos productores, cumplir con estas normativas supone inversiones considerables, con un costo estimado de certificación de alrededor de 5.000 dólares por hectárea. La falta de financiamiento también adecuada limita las posibilidades de innovación y expansión en el sector”, señaló Agostina Lencina del área de monitoreo y evaluación de la Coviar.

El crecimiento por medio del uso de la tecnología avanzada, como la robótica y la inteligencia artificial, permite reducir costos y mejorar la competitividad. Para pequeños y medianos productores, el acceso a estas tecnologías puede ser difícil, pero con apoyo adecuado y capacitación, pueden integrarse al proceso productivo. “La digitalización no solo mejora la eficiencia, sino que también abre la puerta a la sostenibilidad mediante la optimización del uso de insumos y la reducción del impacto ambiental”, agregó Lencina.

Sostenibilidad y adaptación al cambio climático

El desafío radica en que estas tecnologías suelen estar fuera del alcance de muchos productores debido a los altos costos de inversión. Por ello, el desarrollo de las estrategias de capacitación y “el acceso a financiamiento adecuado son necesarios para que los pequeños productores puedan mejorar sus condiciones y enfrentar los retos del sector agrícola actual”,señaló en un análisis de la actualidad Guillermo Oliveto, de la Consultora W.

“El cambio climático plantea retos que requieren un enfoque innovador y sostenible. Las altas temperaturas y los eventos climáticos extremos afectan la disponibilidad de agua y la productividad agrícola”, agregó el consultor. La digitalización del sector, el uso de drones y sensores, y la inteligencia artificial han comenzado a transformar el manejo de los cultivos. Estas tecnologías permiten una gestión más eficiente de los recursos, pero su adopción es más lenta en áreas rurales y para pequeños productores, quienes a menudo carecen de los recursos para invertir en ellas.

La adaptación a estas condiciones también incluye la “cosecha forzada” y el uso de mallas antigranizo, técnicas que ayudan a mejorar la calidad de las producciones vitivinícolas, por ejemplo, un sector importante en regiones como Mendoza. “Sin embargo, los costos asociados a estas adaptaciones pueden ser prohibitivos, lo que limita su uso generalizado”, concluyó Oliveto.

La dinámica avanzó sobre las necesidades que enfrenta la agricultura y los desafíos de la industria en un mundo en el que la tecnología para ponderar la importancia de las mismas.
La dinámica avanzó sobre las necesidades que enfrenta la agricultura y los desafíos de la industria en un mundo en el que la tecnología para ponderar la importancia de las mismas.

El rol de la mujer y la sostenibilidad social

“La sostenibilidad en la agricultura no solo es ambiental; también es social. La incorporación de jóvenes y mujeres al sector es fundamental para asegurar su futuro”, había detallado José Pérez Peña, del INTA. El también encargado en la aplicación de la metodología de trabajo, explicó que en el actual contexto las cooperativas están tomando medidas para atraer a estos grupos y fomentar la continuidad generacional en las explotaciones agrícolas. Sin embargo, las barreras de género aún persisten, y el trabajo agrícola sigue en gran medida segmentado por roles tradicionales, agregaron luego los especialistas.

En cuanto a la estructura laboral, “se observa una tendencia hacia el empleo asalariado y la reducción del trabajo familiar, mientras que la migración de trabajadores a áreas urbanas aumenta”, había completado Lencina. Esta situación crea la necesidad de trabajadores temporales para cubrir los trabajos estacionales, especialmente en cultivos que requieren mano de obra intensiva.

La especialización en trabajos agrícolas también ha ganado relevancia. “Los productores deben invertir en capacitación y desarrollo de habilidades para mejorar la eficiencia y calidad del trabajo, en un entorno donde cada vez se requiere un mayor nivel de profesionalización y menos improvisación en el campo” concluyó la ejecutiva de Coviar.

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