En un hito histórico para la industria vitivinícola argentina, bodega Los Haroldos, de la familia Falasco irrumpió en el mercado de capitales con la emisión de un bono verde y se convirtió en la primera empresa del sector en apelar a esta iniciativa financiera.
La obligación negociable sustentable que lanzó la firma mendocina fue tan bien recibido que hubo sobreoferta de capitales.
Para Los Haroldos la emisión de los bonos verdes, es la consumación de 15 años de trabajo continuo con una conciencia eco-amigable, adaptando cada espacio de la empresa a estándares internacionales de sustentabilidad.
La colocación de los bonos por un total de $325 millones se concretó el viernes 22, fecha en que se reciben todas las ofertas, y una semana después, el viernes 28, se efectuó la emisión.
La salida de Los Haroldos al mercado de capitales con las “obligaciones negociables verdes” fue tan bien acogida que obtuvo como resultado una oferta que rondó los $500 millones, es decir que el ofrecimiento del mercado fue un 60% más de lo que se buscaba.
Pero lo que terminó de redondear una performance más que favorable, fue la excelente calificación de los inversores que se puso de manifiesto con una convalidación de una tasa negativa de 0,5 puntos.
“Tuvimos una oferta mayor de los bonos que emitimos, es decir que si hubiésemos emitido por un monto mayor lo hubiésemos conseguido, y con tasa negativa que eso fue lo más importante”, remarcó Carlos Díaz, director de Relaciones Institucionales de Los Haroldos.
Desde el viernes, la obligación negociable cotiza en el mercado de capitales junto a gigantes de las energías renovables como Genneia y Las Lomas SA o también con los bonos emitidos por el Estado Nacional.
Los inversores recibirán un interés medido por la tasa Badlar (tasa variable que calcula el Banco Central) que se abonará cada tres meses y el capital se devolverá en tres tramos, a los 12, 18 y 24 meses, desde la emisión.
“La verdad es que fue todo un desafío porque nunca habíamos participado en esta línea de crédito verde, donde también necesitas cumplir con un protocolo internacional”, indicó el director de Relaciones Institucionales.
Un cambio cultural dentro de la empresa
Los bonos verdes sustentables representan una innovación financiera en el que los fondos se aplicarán exclusivamente para financiar, o refinanciar, ya sea en parte o en su totalidad, proyectos verdes elegibles, nuevos o existentes.
Desde su aparición en el mundo vitivinícola allá por 1939, Los Haroldos apeló en otras oportunidades a la emisión de obligaciones negociables, sin embargo esta fue la primera vez que buscaron un bono que esté afianzado en la sustentabilidad.
“Nosotros venimos con todo un trabajo de sustentabilidad en la bodega, primero con el uso eficiente del agua por las buenas prácticas agrícolas, también por las buenas prácticas manufactureras y desde el 2019 se comenzó con grandes inversiones en tecnología para acompañar los procesos de elaboración del vino”, comentó Carlos Díaz.
La emisión de bonos se puede realizar para encontrar el financiamiento que ayude a concretar un proyecto o también para recomponer capital una vez efectuada la inversión. En este caso, los $325 millones fueron destinados a compensar la adquisición que había realizado la bodega de equipamiento para obtener mayor eficiencia energética “y también tener una mejora en el proceso productivo”, agregó el ejecutivo.
Con la implementación de la nueva tecnología “no solo se gasta menos en energía sino que también nos permite mejorar los procesos de vinificación y es ahí donde entra a jugar la pata social, con esta maquinaria podemos recibir uvas de muchos productores que hayan sufrido alguna inclemencia climática, como el granizo, porque se hace un tratamiento especial”, indicó Díaz.
La idea de colocar bonos verdes surgió luego de conocer la iniciativa de la Municipalidad de Godoy Cruz que emitió esas obligaciones negociables para financiar la instalación en todas las plazas de paneles solares.
A partir de entonces comenzó un proceso de meses en el cual convocaron a Carina Egea, titular de Portfolio, una empresa que se encarga de organizar y estructurar instrumentos que salen al mercado de capitales.
Una vez elegido el proyecto, se cumplimentaron los requisitos según los estándares de los mercados internacionales, La comisión Nacional de Valores dio el ok y se concretó la emisión.
“Tuvimos el aval de tres Sociedades de Garantías Recíprocas (SGR) y otra de las características es que la colocación fue dirigida a inversores institucionales, hablamos de compañías de seguro, los bancos y los fondos de inversión. Fue una sorpresa para nosotros porque son los grandes inversores los que pelearon la tasa negativa para entrar, y ha sorprendido al mercado también”, comentó Carina Egea.
A partir de la colocación de los bonos verdes, “la empresa entró también a un sistema de monitoreo, porque anualmente hay que informar a los mercados con un reporte que se publica, que efectivamente la inversión sigue existiendo, sigue funcionando y sigue causando el mismo efecto o mejor”, explicó la titular de Portfolio.
El resultado del bono está sustentando en años de “adecuar toda la empresa a la sustentabilidad. Para eso hay que hacer un cambio global y cultural dentro de la empresa, desde la gobernanza hasta el último departamento, llevarlo a la práctica y certificarlo”, dijo Carlos Díaz.
“Además, lo sostenible tiene mucho que ver el desarrollo social de las empresas que si bien buscan como cualquier empresa su rentabilidad, pero también con esa rentabilidad tenés que tener una mirada social, cuidar a tu micro y macro entorno, y eso es donde hoy los protocolos de sustentabilidad se están basando, en cómo ayudas a tu comunidad, en cómo hacer una economía circular dentro de los proveedores de tu zona, o sea, es un cambio cultural muy profundo”, añadió el ejecutivo.
De los verdes saltaron a los bonos azules
A partir del éxito de los bonos verdes en Los Haroldos se lanzaron de lleno a otro instrumento financiero que está vinculado directamente a la eficiencia hídrica: los bonos azules.
La empresa firmó el primer convenio público privado con el Departamento General de Irrigación en el que el organismo toma como bodega cabecera de la zona a Los Haroldos para capacitar a todos los productores en el uso eficiente del agua en las fincas.
Además están trabajando en otro convenio pero con la Dirección Provincial de Vialidad para que el agua de los efluentes de la bodega, que es sometida a un tratamiento especial, vuelva a reutilizarse para regar calles y también espacios verdes.
“Vamos atrás de este tema de los bonos azules e intentaremos ser los primeros también, como como hicimos con los verdes, pero esto se logra teniendo más de 15 años trabajando en sustentabilidad”, finalizó Díaz.