El lugar de encuentro es un café; un pretexto “casual” para una charla más desestructurada y amplia. El tiempo, sin dejarse abrazar por la tiranía del reloj, habla mucho sobre las personas. Con un sobretodo –color camel- y un paso tranquilo, Diego Pérez Colman hace un uso matemático de la puntualidad. El 30 de mayo, establecido como “Día nacional de la donación de órganos”, en el salón Azul del Senado de la Nación, el gerente general de Hipercerámico fue distinguido por la Asociación Civil No Más Hambre, Casa Justina y por el Senado de la Nación como el “Empresario Solidario del Año” por su aporte en la construcción de las sedes en Las Heras. Entre su idea de compartir y la realidad del país, la conversación fue ahondando en sus ideas.
-“Es un reconocimiento que no esperaba, me quede helado, esa es la verdad”, sostiene.
-¿Por qué esta distinción?
-Creo que el hecho de dar no es solamente entregar algo a quien lo necesita; una limosna. Es una forma valida y en la que también he contribuido. Para mi dar, en todo el sentido de la palabra, es esta conversación, es una oportunidad, es escuchar, es incluir. La Madre Teresa de Calcula decía que ‘hay que dar hasta que duela’ y yo le agregó que hasta que el dolor de los demás pase. Pero para que esto suceda se tiene que hacer durante años y también mirar de otra forma el país, las instituciones, los valores. Esto no siempre es posible desde el principio porque influyen además los años, la maduración y la experiencia.
-¿Un hecho que te haya marcado particularmente?
-Me duele lo que veo... me duele la pobreza, la indigencia, la ostentación; no quiere decir que no pueda disfrutar de lo que tengo, simplemente entiendo que dar es compartir y todo eso es parte de un proceso que me ha afectado desde hace tiempo. A través de Hipercerámico y en forma personal nunca le hemos dado la espalda a los pedidos de ayuda.
-Hablando del reconocimiento puntualmente...
-Conocí la labor de Jimena Gallardo presidente de la Asociación No Más Hambre y me interiorice en trabajo como lo he hecho con otras instituciones, comedores, escuelas, personas. Cuando recibí el primer reconocimiento, en épocas de Macri, lo que aprendí de la Asociación es el poder de la gestión sin bandería política, el ir para adelante, el entusiasmo. Hace 26 años que soy gerente y me detengo a evaluar eso, la gestión… cuando recibí ese primer reconocimiento, sentí que no lo merecía al ver tanta gente -de distintos puntos del país-. que habían ayudado tanto o más que yo… me emocione, para mí fue una bisagra importante.
Esta vez volví a sentir ese vacío en la boca del estomago, porque tiene que reconocer por algo que tendría que estar siempre. Es un tema bastante particular, volví a ver el esfuerzo, el entusiasmo, la gestión, el salón Azul del Senado de la Nación estaba colmado de políticos, sindicalistas, personalidades y personas comunes como yo pero todas con un vínculo común y solidario. El reconocimiento fue un alago muy importante, me tomó por sorpresa y esa es la verdad. Cuando hablo con mis hijos, les digo que más que un consejo uno tiene que dar ejemplos. Desde la Asociación dicen algo muy bonito… que la gratitud es la memoria del corazón.
-¿Y qué se viene a tu memoria?
-Creo que teniendo gratitud con la gente… hay grandes porcentajes de pobreza que no se pueden cambiar de un día para otro, pero hay que seguir ayudando e intentando una realidad diferente; hay que involucrarse, dar oportunidades. Es lo que he tratado de llevar a la empresa porque yo no podría recibir nada si no fuera por el acompañamiento de los 135 colaboradores que interpretan esta forma de pensar y con la que trabajamos en equipo, hay buena gente, buenos corazones.
A veces no se puede ayudar, solucionar un pedido y desde la Asociación lo consiguieron por otro lado, te llaman, te avisan, te involucran, es una forma de trabajar en equipo y allí se nota la capacidad de gestión.
-Hablamos de solidaridad, ¿se pueden transpolar ese modelo a la Argentina como país?
-Creo que sí. Mauricio Macri decía que manejar un país era cómo manejar una empresa, yo pienso que no, que es más perecido a una familia. La pandemia fue una bisagra durísima para todos, he pasado crisis, donde cada decisión era importante porque la gente necesitaba poder continuar. En ese momento hubo una revalorización de la familia, del hogar.
Volviendo a la respuesta, para manejar un país, ante la adversidad tiene que aparecer la solidaridad. En una familia, por ejemplo, podes sobrepasarte con los gastos o quedar sin trabajo, pero uno habla con los suyos y juntos se achican… prenden menos luces o se calefaccionan de otra manera, pero no deja a sus hijos sin comer, ni estudiar. A un país hay que mirarlo desde otra órbita, ser más fríos, bajar el déficit y a la vez administrarlo con buenos ejemplos. Nadie te a va seguir si decís una cosa y haces otra; el ejemplo es fundamental, después que cada uno tome el camino que deba tomar.
-¿Hacia dónde?
-Muchas veces me he preguntado sobre qué es lo que quiero, si un buen país para mis hijos o buenos hijos para el país, y siempre elijo tener buenos hijos porque el país es el país y el tema somos nosotros. Lo digo como empresario; estoy al frente de una empresa comercial y vivimos de los números, estoy en la vorágine del día a día, pero hay formas de hacer negocios y esa forma tiene que ver con una mirada diferente, más inclusiva. Argentina tiene un problema ético y moral, tenemos que cambiar; alguna vez tenemos que coincidir para que esta grieta sea el cimiento de una realidad diferente.
-¿Cuánto deberíamos redoblar los esfuerzos en educación?
-Creo que muchísimo, porque la educación transforma las realidades. En Hipercerámico, por ejemplo, con la sala de arte tratamos de derramar, de compartir, de educar.
-La educación también significa investigación, ¿con la Red Edificar desarrollan proyectos de sustentabilidad?
-En el 2020, nos interesamos por el laboratorio de viviendas y participamos en la construcción de una unidad sustentable; hay tres proyectos en ejecución uno en Ciudad, otro en San Carlos y uno en Guaymallén. En el barrio Olivares, esta casa, que se inauguró en junio y también sentí una emoción grande, porque la compartí el momento con la dueña y sus hijos. La Red Edificar regaló los materiales para la construcción dentro de lo que comercializamos y los que no, los compramos. Fue importante esta puesta por la investigación, no solo por los paneles solares o el sistema de construcción, sino por buscar una solución más sustentable.
-¿El empresariado de Mendoza puede ser más sustentable?
-Creo que sí, porque todo se transforma, evoluciona. Pero también creo que hay que tener memoria de lo que se ha pasado y rescatar lo bueno; ya que estamos en el tema, mucha gente vive de la construcción tradicional y lo sustentable puede ser un complemento, lo que hay que hacer es formatearse en pos de algo mejor.
Tiene que haber una reflexión en los actos que hacemos, no es solamente ir para adelante; no digo que sea fácil, porque no lo ha sido para mí y muchas veces me he sentido abatido, pero al otro día me he esforzado el doble. Trato de tener buenas intenciones, de ser justo y equilibrado, pero a veces no me sale bien y trato de enmendarlo. Lo importante es avanzar con buenas intenciones.