Mi preocupación, como creo de todo el arco empresarial, es que Mendoza salga de años de estancamiento y pase a tener una tasa de crecimiento sostenible en el tiempo y esto le permita no solo ser un lugar elegible y seductor para atraer inversiones, sino que por sus fortalezas se convierta en unas de las primeras opciones a considerar. Para alcanzar este objetivo se nos tiene que hacer carne conceptos como competitividad y desarrollo territorial que contemplen el potencial de cada zona en la provincia.
Para ello, nuestra querida provincia cuenta con una ubicación estratégica dentro del corredor bioceánico, bellezas naturales incalculables, disponibilidad de RRHH capacitado y talentoso con un gran numero de universidades, una matriz productiva heterogénea donde hay sectores que son marca de calidad indiscutibles como la industria del vino y el turismo y la posibilidad de ampliar dicha matriz a sectores con potencial enorme y que tendrían un gran impacto cuantitativo en la ecuación final, como minería, hidrocarburos y energías limpias y otras que se han desarrollado con un fuerte impulso como la industria del conocimiento.
También hay otros factores que se deben mejorar inexorablemente y aunque existen avances y anuncios auspiciosos, los mismos tienen que ver con un fuerte plan de mejoras de infraestructura y energía. Sin esta pata, todo será cuesta arriba.
Por ultimo y no menos importante, es ir cimentando en esta nueva etapa que transitamos, la creación de un marco palpable de previsibilidad a través de reformas mediante leyes con la participación de los principales actores económicos que incentiven la inversión privada y la creación de trabajo genuino para la búsqueda de un crecimiento económico, para ello es imperativo contar con líneas de crédito con tasas razonables, pensadas y segmentadas para la problemática de cada sector productivo. Seguramente si podemos avanzar en los temas enunciados anteriormente podamos traducir este crecimiento en desarrollo social y así poder mejorar la vida y expectativas de nuestros conciudadanos.
*El autor es presidente de la Asociación de Ejecutivos de Mendoza (AEM)