El monotributista vive momentos de gran incertidumbre ante una potencial variante del Covid-19 que, por prevención, lleve a nuevas restricciones en la actividad económica, porque otra vez ha de quedar en el desamparo. Esta vez con el agravante, producto de la experiencia ganada el año pasado, de seguir pagando sus impuestos teniendo ingresos “cero” y sin poder desarrollar su actividad profesional.
Este año, a modo de paliativo para salir de la crisis que se generó durante 2020, el subsidio de $ 22.000 que se otorga desde mayo, con inscripciones mensuales, como primer requisito, ha llegado a muy pocos monotributistas, ya sea porque muchos trabajadores independientes no se han inscripto, producto del desconocimiento ante la falta de una comunicación efectiva del programa nacional, o porque no clasificaban para obtener este beneficio.
Este programa y sus requisitos tranquilamente podrían haberse notificado en los banners de la AFIP como cuando se promocionaron el crédito a tasa cero o también las moratorias; pero no se hizo. Es importante destacar que la ayuda, llamada Programa de Asistencia de Emergencia para Trabajadores y Trabajadoras independientes en sectores críticos, fue realizada a pedido de nuestra entidad (Monotributistas Asociados República Argentina, MARA), luego del pedido al Poder Ejecutivo Nacional de la entrega de un subsidio al sector como se venía dando en otros países cercanos, como por ejemplo Uruguay; el primero en asistir a sus monotributistas.
Hasta principios de mayo, como una salida para recibir una ayuda, en Argentina se fomentaba la baja del monotributo para que el trabajador independiente pudiera recibir algún tipo de ayuda de los programas que había implementado el Estado. Lamentablemente de esa manera se incentivó el paso de muchos trabajadores a la precariedad laboral. Ante esa situación hicimos hincapié en nuestro reclamo, porque ningún país puede salir adelante con una economía de trabajo en negro y por eso era importante brindar una ayuda en blanco al sector.
Lamentablemente, pocos monotributistas se han inscripto para acceder a este subsidio ante la falta de información mencionada, y muchos otros quedaron afuera del programa ante la falta de inclusión de su actividad en el Anexo II –de la reglamentación- como es el caso de los acompañantes terapéuticos, los metalúrgicos y carpinteros, entre otros. La pandemia por el Covid-19 puso en evidencia la vulnerabilidad del sector de los monotributistas, universo que abarca a 4.080.151 trabajadores registrados.
Recordemos que, durante el año pasado, las medidas del Gobierno nacional para actuar como paliativo fueron el IFE y el Crédito a Tasa Cero. El IFE, de $ 10.000, estuvo destinado a los contribuyentes de las categorías A y B, las más bajas de la escala de contribuyentes, pero hubo mucha difusión y sólo un porcentaje ínfimo logró cobrarlo debido a la existencia de los filtros y errores en el sistema de Anses. Mientras, el Crédito a tasa cero, con requisitos que pocos pudieron cumplir, terminó siendo una carga más que una solución para los 250.000 beneficiados, porque luego del plazo estipulado y con un lento arranque de sus actividades económicas, se dificultó la devolución del dinero.
Actualmente, el Crédito a tasa cero (que cerrará sus inscripciones el 31/12/2021) no es un horizonte esperanzador para los monotributistas, que ven afectada su capacidad de ahorro –por la demanda del día a día-, ante las potenciales restricciones que afecten su actividad económica en el caso de una nueva ola del Covid-19. Claro está que si no se trabaja no se come y es por ello que muchos trabajadores independientes desarrollan sus actividades hasta incluso enfermos para intentar recuperar parte de la rentabilidad de sus profesiones que se vieron afectadas por la pandemia, o bien porque disminuyó drásticamente su actividad económica en este marco inflacionario y es muy importante tomar la oportunidad.
Reclamos
Actualmente, desde nuestra institución, MARA, sostenemos reuniones con los candidatos a legisladores para que luego, en un futuro cercano cuando ocupen sus bancas, no tengan un total desconocimiento de lo que sufre a diario el monotributista, desconocimiento que se ha puesto en evidencia cada vez que se ha legislado en referencia a nuestro sector. Nos ven como a pequeños empresarios lo que es una idea bastante ajena a la realidad del trabajador independiente, del cuentapropista. Son emprendedores que, en muchos casos, carecen de poder de ahorro o tienen nulo poder crediticio.
Hemos empezado desde cero con los candidatos, mostrando diferentes temáticas como el acceso a una obra social, que es una pelea que se lleva adelante para que el aporte que realizan mensualmente los trabajadores regrese en una cobertura de salud. Se debe garantizar una jubilación acorde a los aportes de cada trabajador, porque los monotributistas de las categorías más altas aportan más a la jubilación. Los montos de facturación para las categorías han quedado absolutamente desfasados producto de la inflación. Hoy, los contribuyentes de las categorías A, B y C (las más bajas de la escala) están pagando impuestos cuando sus ingresos están por debajo del índice de pobreza.
A fuerza de insistir hemos logrado una ampliación en las tablas que rigen a las categorías para la inscripción anual en 2021, un beneficio pequeño pero significativo. Por ejemplo, la clase A, que el año pasado facturaba $ 285 mil anuales, se ha extendido a $ 370 mil anuales (es decir, que aplicó esta extensión para quienes facturan $ 30.833 como promedio mensual). Es difícil poder cuantificar cuánto es lo que produce el sector y traducirlo al Producto Bruto.
Lo cierto es que los monotributistas somos el lubricante del motor de la economía. Es un sector necesario, que necesita de la ayuda de un buen escenario económico para poder trabajar más. Es un sector que no pide nada al Estado y muchas veces recibe un trato ingrato. Gracias al trabajo de los monotributistas y de las pymes, el país puede salir adelante, de cualquier crisis. Hay que cuidar el esfuerzo de las personas y fomentar que lo hagan en un marco de legalidad, en blanco, y no propiciar lo contrario para desequilibrar las cargas y las retribuciones, que es lo que se viene dando desde hace mucho tiempo.