Con la llegada del Fin de Año es casi imposible escapar a las revisiones del periodo que se está cerrando y el fijarse objetivos para los próximos 12 meses. En el sector empresario, esto es inevitable, ya que deben elaborar balances (contables) y proyecciones (presupuestos) para el año próximo. El 2024 cierra, para muchos sectores, con dificultades y desafíos, pero con la convicción de que 2025 traerá un esperado repunte.
A nivel nacional, son varios los indicadores de una mejora de la economía. El último Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), que el Banco Central elabora con los pronósticos de más de 40 participantes, mostró que el conjunto de los analistas consultados considera que se cerrará 2024 con un nivel de PBI real 3% por debajo del de 2023, pero para 2025 estiman un crecimiento promedio de 4,2% interanual.
También se puede mencionar la reducción de la inflación. El mismo REM presenta una estimación de 118,8% -con una caída de 1,2 puntos porcentuales con respecto al relevamiento anterior- para el año que termina, mientras que 2023 cerró con un acumulado de 211,4%. Y un tipo de cambio controlado, con una brecha bastante acotada entre el oficial y el blue, la caída del Riesgo País y la disminución del déficit fiscal, entre los que más se resaltan.
Sin embargo, estos indicadores macro todavía contrastan con niveles de actividad con resultados variables -repuntes y caídas interanuales, según el mes- en los distintos sectores y un consumo que recién está mostrando los primeros indicios de freno de una disminución sostenida en buena parte de 2024. Además, el tipo de cambio estable inquieta a los exportadores, ya que el ritmo de devaluación (crawling peg) se mantiene por debajo de la evolución general de los precios.
¿Qué anticipan las cámaras y empresarios mendocinos para el año que comienza? Martín Clement, presidente del Consejo Empresario Mendocino (CEM), aporta una mirada de largo plazo. “La economía mendocina -en orden con la nacional- ha quedado muy afectada luego de tantos años de populismo, el que dañó principalmente nuestra infraestructura, pero más aún nuestra capacidad de confiar en las instituciones y entre nosotros mismos. Es decir, en que podemos hacer las cosas bien y competir con el mundo. Desde el empresariado eso implica un desafío significativo, porque es como ‘subirse a un tren en movimiento’”, planteó.
Añadió que, si bien a nivel local se ha trabajado de forma ordenada desde el sector público durante los últimos gobiernos, “aún queda mucho por sumar eficiencia y seguir disminuyendo gastos y, de esa manera, impuestos. Los municipios serán clave este próximo año en ese sentido”.
Federico Pagano, gerente de Montemar y directivo del CEM, indicó que el 2024 lo sorprendió gratamente, ya que, si bien coincidía con las medidas anunciadas por el actual Gobierno nacional, lo llamativo fue cómo se implementaron, porque se pensó que el ajuste iba a llevar más tiempo, pero se concretaron con gran intensidad.
Destacó que el 2024 cierra con una economía que creció por encima de la que recibieron y que, si continúan aplicando -y acelerando- ciertas propuestas, se debería ir consolidando ese crecimiento para volverse significativo en 2025 y alcanzar entre el 4% y el 5% estimado. “Cuando venís de una caída de casi 4%, el crecimiento real es entre el 8% y el 9%. Muy alto”, resaltó. Y sumó que eso se reflejará en variables macro, como la inflación, que seguiría en valores muy bajos e incluso deberían observarse procesos de deflación en algunos sectores, que todavía están con los precios desfasados.
Como contraparte de este fortalecimiento de la economía, el peso también se vuelve fuerte con respecto al dólar -lo que ya se observó este año-, por lo que es clave que el año que viene se realicen reformas impositivas y tributarias que reduzcan el “costo argentino” (tanto nacional, como provincial y municipal) y no impliquen que esa apreciación de nuestra moneda lleve a que los productos pierdan competitividad a nivel internacional.
Añadió que también es fundamental para que esto suceda una reforma laboral, que favorezca la contratación de personal, con mayor libertad de la que hoy tiene el sistema, con algún seguro de desempleo, pero que las personas puedan cuidar sus puestos de trabajo y perciban una remuneración acorde a su esfuerzo.
Los activos argentinos en general, analizó Pagano, y en particular las empresas, todavía tienen precios convenientes, por lo que, si el Gobierno logra sacar el cepo, es de esperar que se vea un flujo de capitales extranjeros que decidan invertir en Argentina. Y que esa inversión se traduzca en incremento de la actividad y mayores niveles de empleo.
El sistema financiero, analizó, es muy chico en el país, fruto de que los argentinos no querían ahorrar en moneda nacional, mientras hoy se están volcando hacia el peso. Con esto, seguirán bajando las tasas y a extenderse los plazos de los créditos, lo que facilitará la adquisición de bienes de capital, como rodados e inmuebles. Subrayó que el costo argentino también se relaciona con el financiamiento y que, cuando mejoran las condiciones, se reduce el riesgo de invertir.
Pagano consideró que, si el Gobierno logra sostener estos procesos virtuosos, probablemente 2025 sea bastante bueno. Pero también indicó que la salida del cepo podría complicarse por el proceso electoral. Mientras que, si el oficialismo gana las elecciones legislativas, las reformas podrían ser más vertiginosas.
Vitivinicultura
La vitivinicultura viene de atravesar un año que, si bien no resultó sencillo, ha logrado “capear el temporal” bastante airosa. En el acumulado de enero a noviembre, según los datos del Instituto Nacional de Vitivinicultura, las ventas a mercado interno, han tenido una disminución del 1,3% en volumen. Mientras que las exportaciones registraron un incremento de 5,7% en litros en los once primeros meses del año, en comparación con el mismo periodo de 2023.
Walter Bressia, presidente de Bodegas de Argentina, comentó que entiende que 2025 será un gran año para las exportaciones. “Yo creo que vamos muy bien y que se está recuperando antes el mercado externo que el interno. Si tuviera que arriesgar una cifra, yo me animaría a decir que el año que viene vamos a tener un crecimiento importante”, avizoró.
Detalló que se han ido dando ciertas condiciones para poder estimar esto: el consumo mundial está repuntando un poco y Estados Unidos, que tenía un stock de vinos importante que le había quedado de la postpandemia -y por eso no salía al mercado a comprar-, lo ha ido agotando y retomando las compras.
“Me parece que en 2025 vamos a empezar otra vez un camino de recuperación. El mercado interno va a acompañar, pero va a ir un poco más lento. Igual, creo que se va a empezar a activar también a partir del año que viene”, planteó el directivo de Bodegas de Argentina.
Ramiro Barrios, directivo de Wines of Argentina, fue más cauto y manifestó que 2025 es difícil proyectar, porque se sostiene una caída de consumo del vino en los principales mercados, como Estados Unidos y Europa. Explicó que esta reducción se vincula con los nuevos hábitos de los consumidores, en particular los más jóvenes, que optan por otras bebidas alcohólicas (como las espirituosas).
El también gerente de Clos de los Siete señaló que las exportaciones argentinas de vino tocaron un piso y, desde agosto en adelante se fueron estabilizando, de manera que, en el acumulado enero-noviembre hay un leve crecimiento en el vino fraccionado. Resaltó que este incremento viene acompañado de cierta ganancia en competitividad, que se produjo luego de la devaluación de diciembre de 2023, pero advirtió que en el nuevo plan de estabilización del Gobierno implica un dólar que no va a tener una marcada evolución, con lo que las bodegas exportadoras deberán eficientizar los costos.
Barrios consideró que 2025 pueda traer algún crecimiento, pero moderado, y que va a requerir no sólo trabajar mucho en los costos, sino también analizar cómo rinde cada dólar que se usa en la promoción y anclar el negocio en el valor de las marcas. “En un mercado un poco recesivo, los consumidores tal vez no estén tan dispuestos a probar nuevos productos y se refugian en marcas conocidas”, destacó.
Comercio y supermercados
Aunque se suele hablar de la vitivinicultura como la “industria madre” de Mendoza, lo cierto es que el comercio es el sector que tiene mayor participación en el Producto Bruto Geográfico de la provincia, con un 17%, según las estimaciones del Ieral (Instituto de Estudios Económicos sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana, de la Fundación Mediterránea).
Según el relevamiento mensual que realiza la CAME (Confederación Argentina de la Mediana Empresa), las ventas minoristas pymes bajaron 1,7% interanual en noviembre, a precios constantes, y acumulan un descenso de 12,2% en los primeros once meses del año. De este relevamiento participaron unos 1.300 comercios minoristas del país, incluida Mendoza. Y si bien las ventas navideñas subieron 1% frente a las del año pasado, también a precios constantes, desde la entidad consideran que el balance no es bueno, porque se compara con la Navidad 2023, que fue muy austera.
El sector comercial mendocino comparte esta caída del consumo, vinculada a la pérdida de poder adquisitivo de los salarios que, aunque le vienen ganando a la inflación en los últimos meses, están varios puntos atrás con respecto a 2023. Pero, además, la situación se agrava por la cercanía de Chile que, con una menor carga impositiva y un peso chileno que perdió valor frente al dólar, ofrece precios más accesibles.
Desde entidades como la FEM (Federación Económica de Mendoza) han reclamado que se adopten medidas, no para evitar que los particulares traigan elementos de uso personal, sino para controlar a quienes viajan para comprar productos y venderlos de manera informal en la provincia, lo que constituye una competencia desleal. Referentes destacan que las compras locales se pueden financiar en cuotas (además de tener garantía).
Adrián Alín, presidente de la Cámara Empresaria de Comercio, Turismo, Industria y Servicios de la ciudad de Mendoza (Cecitys), dudó de que el consumo vaya a repuntar en 2025. En especial, debido a los bajos salarios en general y a que el poder de compra de aún no se recupera. Señaló que, hasta el año pasado, era común ver a los abuelos tomarse un café, comprar algo a los nietos o disfrutar entre pares; algo que ya casi no se ve por el centro.
Para el también vicepresidente de Comercio de la FEM, la recuperación podría ser gradual, pero resaltó que dependerá mucho de la reducción de cargas impositivas y aduaneras.
Aunque venden productos que, en su mayoría, son de primera necesidad, los supermercados también se han visto impactados por esta caída en el consumo. La encuesta que realiza el Indec muestra que, en los primeros diez meses de 2024, las ventas a precios constantes de estos comercios han tenido una caída del 12,3% en comparación con las acumuladas de enero a octubre de 2023.
Rubén David, del mayorista Oscar David, comentó que 2024 fue un año difícil, ya que estaban acostumbrados a precios justos, precios cuidados, los faltantes de mercadería, los acuerdos y se pasó a tener mayor libertad, lo que reforzó la competencia entre las empresas para atraer al cliente y obligo a adoptar nuevas formas de comercialización. “En ese sentido, volvimos a ser empresas competitivas con lo que hacemos, con el precio, la atención y la calidad de los productos en nuestro salón. Volvimos al comercio real, digamos”, resaltó.
Sobre lo que espera para 2025, advirtió que tendrán que trabajar “mucho, mucho” empresas, productores e intermediarios para poder comercializar, porque la competencia será fuerte, ya que empezará a ingresar gran cantidad de productos provenientes del exterior.
En esto impactan no sólo la devaluación de economías como la brasilera y la chilena (mientras que el peso argentino es una de las monedas que más se valorizó en el mundo este año), sino que el 23 de diciembre terminó la vigencia del impuesto PAIS, lo que hace que los bienes extranjeros sean menos costosos.
“Los productos nacionales van a competir con los importados y vamos a tener que estar atentos con los precios, con la oferta de productos”, indicó. Pero también opinó que, si las cosas se siguen haciendo bien y se mejoran otras, “puede ser un año de despegue para Argentina”. Resaltó que, pese a la crisis que se ha atravesado, no se ha movido el desempleo, que podía ser uno de los problemas asociados a la devaluación, y que, aun con la importante baja del consumo, han podido sostenerse.
“Lo vemos con esperanza y con ganas de seguir creciendo y viendo nuevas oportunidades para poder crecer. La idea es seguir apostando por Mendoza, por Argentina y por el trabajo que hacemos”, lanzó.
Turismo
El sector turístico de Mendoza depende en gran medida del turismo nacional, ya que representa, en términos generales, el 85% de los visitantes que llegan a la provincia. La caída de poder adquisitivo ha impactado fuerte en un sector que no se considera esencial y los hoteles más accesibles para la clase media han sufrido más este impacto. Pero el 15% de turistas extranjeros encuentra, por la apreciación de la moneda, que el destino está “caro” en dólares.
Además, la devaluación del peso chileno y del real han motivado que los argentinos que podrán viajar este verano opten por las playas chilenas o brasileras en mayor medida (aunque la temporada estival no es la más fuerte para Mendoza).
Marcelo Rosental, gerente de Villaggio Hotel Boutique y presidente de la Cámara de Hotelería de Mendoza, expresó que la ocupación de 2024 quedará muy lejos de la de dos años históricos, como fueron 2023 y 2022. “Hubo una baja en el turismo y esto nos golpeó a todos”, expresó en alusión no solo a las diversas áreas de turismo sino también a los distintos segmentos hoteleros.
“Para diciembre, sin ir más lejos, la ocupación hotelera no superará el 40%, por lo que las perspectivas para el verano –con una temporada que se anticipa corta- no son nada buenas. Agregó: “todas las plazas del país están complicadas y no solo la de Mendoza”.
Mientras que el vicepresidente de la Federación Económica de Mendoza (FEM), Diego Stornini, expresó que la ocupación ha estado alrededor del 22% por debajo de la de 2023 y 10% menos en comparación con un año normal. A esto se suma, mencionó, los costos en alza y una conectividad baja que no promueve ni motoriza el turismo local.
Construcción
El sector de la construcción deja atrás un 2024 que comenzó con una paralización total de las obras públicas nacionales, una disminución importante del ritmo de las provinciales y una suba del precio de los materiales que desalentó la obra privada. Sin embargo, la derogación de la ley de alquileres, el retorno de los créditos hipotecarios y el blanqueo de capitales ofrecen oportunidades que esperan se cristalicen en 2025.
De todos modos, los desarrollos han seguido en marcha y han aparecido nuevos proyectos de largo plazo. Y las pymes constructoras mendocinas esperan poder participar en las obras que desarrolle el Gobierno provincial con los fondos del resarcimiento (Portezuelo del Viento), como también de la construcción de viviendas por parte del IPV, lo que refuerza las expectativas de que el 2025 traiga un cambio favorable.