Aunque las dificultades para acceder al crédito son compartidas por todas las empresas, cada sector de la economía mendocina tiene una realidad particular y necesidades de financiamiento específicas. Las cámaras consultadas coincidieron en que sin préstamos es complejo renovar el capital y que otro de los desafíos importantes que enfrentan es el acortamiento de los plazos de pago a los proveedores, mientras se han extendido los de cobro, una brecha que se puede superar con herramientas financieras.
Mariano Guizzo, presidente de la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la provincia de Mendoza (Asinmet), señaló que la metalmecánica es una industria de capital intensivo, tanto en materiales y tecnología, como en mano de obra. “Necesitamos plazos largos, porque las inversiones son importantes. Cambiar un torno cuesta más de US$ 200 mil”, ilustró. Y añadió que requieren de apoyo financiero para crecer y ser competitivos en el mercado, ya que con las tasas actuales se corta el crédito.
Sumó que les solicitaron a los tres candidatos a gobernador que el Fondo para la Transformación y el Crecimiento tenga una línea específica para la metalmecánica y sumó que el recién electo Alfredo Cornejo se manifestó de acuerdo con la propuesta. “Hay que entender que el Gobierno de Mendoza no tiene un banco provincial con fondos para esta industria”, manifestó.
El principal destino de los créditos que necesitan es para renovación de capital. Las empresas que trabajan para el sector petrolero, por ejemplo, necesitan renovar las camionetas cuatro por cuatro cada 5 o 10 años y también deben ir cambiando los generadores; algo que resulta muy difícil realizar sin financiamiento.
Por otra parte, los clientes, al haber tasas de interés tan altas para los plazos fijos y los fondos comunes de inversión, estiran los plazos de pago. Como contraparte, los proveedores han acortado ese tiempo a 15 días como máximo. De esta manera, las industrias pagan en dos semanas y cobran a 30, 60 o 90 días. Los créditos con tasa negativa, resaltó, pueden resolver estos inconvenientes.
Fernando Barbera, directivo de la Asociación Empresaria Hotelero Gastronómica y Afines de Mendoza (Aehga), señaló que el sector hotelero y gastronómico tiene una primera dificultad para el acceso al crédito, que es que, si bien en la provincia la ley 8845 define al turismo como industria, a nivel nacional no sucede y se quedan fuera de ciertas opciones y del CFI (Consejo Federal de Inversiones). “No se termina de entender que el turismo genera empleo”, expresó.
En cuanto a las necesidades de financiamiento, Barbera indicó que es clave contar con fondos porque vienen de dos años de pérdida -2020 y 2021-, por lo que, desde 2022, deben ir cancelando esas deudas y se quedan con poco dinero para la operación y para renovaciones. Por eso, consideró que en 2023 y 2024 será fundamental contar con préstamos que favorezcan que los negocios puedan estar en condiciones. Resaltó que un hotel que debe cambiar las sábanas, almohadas y colchones, tiene que hacer una inversión significativa. Y que lo mismo sucede con un restorán que tiene que renovar la mantelería y la vajilla.
El presidente de la Federación Económica de Mendoza (FEM), Santiago Laugero, quien está en el sector de la construcción, manifestó que no hay muchas inversiones, sino más bien casos aislados de emprendimientos inmobiliarios, pero se trata, en general de proyectos chicos. Sí han seguido avanzando aquellos que ya estaban en marcha.
Como el sistema financiero no es una opción a la que la mayoría pueda recurrir para buscar financiamiento, hay empresas que piden un anticipo para la compra de materiales. Laugero explicó que las operaciones se están haciendo a plazos muy cortos, pero que, en el caso de la obra pública, el Gobierno provincial también ha acelerado los pagos, para evitar que se frenen los trabajos.
Laura Torres, directora Ejecutiva del Fondo para la Transformación y el Crecimiento, explicó que cuentan con líneas de financiamiento para todos los sectores económicos de la provincia, pese a que se identifica mucho a la entidad con el sector agrícola, particularmente el vitivinícola. De hecho, entre el 70% y el 80% del dinero que prestan va a la agricultura, la agroindustria y la ganadería.
Por otra parte, cinco de las siete líneas tienen como destino el agro, pero hay dos -inversión y capital de trabajo- al que pueden acceder emprendimientos industriales y de servicios. Torres resaltó que están tratando de que los productos se conozcan en otros sectores, ya que han financiado al sector audiovisual y turístico.
El FTyC no sólo ofrece tasas subsidiadas, sino que este año se establecieron topes máximos, porque el interés se calcula como un porcentaje de la tasa de referencia del Banco Nación, que desde marzo empezó a crecer de modo considerable. Ese techo varía según el tamaño de la empresa y el monto solicitado: en el caso del sector agrícola, hay cuatro límites, de 30%, 45%, 55% y 65% anual.
Torres detalló que, en los últimos cuatro años, han prestado $8 mil millones y que, actualmente, están analizando créditos por un total de $1.600 millones (cada proyecto ronda, en promedio, en los $20 millones, pero se financia hasta un máximo de $200 millones por solicitante).
Asimismo, a través de un convenio con el Banco Nación, bonificaron la tasa de interés y acaban de completar el cupo de $2 mil millones en créditos. Se trató de una herramienta financiera adicional, que tuvo un primer lanzamiento y dos renovaciones, hasta alcanzar los $6 mil millones en total.
“Desde el Fondo el objetivo es lograr que las inversiones se hagan, por disponer de ciertos fondos que, claramente, al bonificar tasas no tienen un recupero completo, pero que tienen un efecto multiplicador importante en la provincia”, subrayó.