La previsión de que la segunda ola de Covid-19 podría forzar un nuevo confinamiento masivo y generar la necesidad de más emisión monetaria para la ayuda social, mientras el clima político se enrarece a medida que se acercan las elecciones, hace crecer el objetivo de cobertura y eso encarece el principal refugio: el dólar.
A juzgar por los datos de agosto pasado (cuando se registró el récord), en el país hay 4 millones de personas con capacidad para comprar dólares. Pero el cepo reforzado por el gobierno de Alberto Fernández hace que sólo 500 mil individuos estén habilitados. Eso expulsa millones al mercado informal de divisas, donde se opera ilegalmente el blue.
En el mercado informal nadie pregunta de dónde salió el dinero y, mucho menos, se ponen topes. Este martes, el precio del billete en las “cuevas” financieras porteñas escaló otro 1,9% y alcanzó los 161 pesos. Desde el piso de $139, en catorce días hábiles subió 22 pesos (15,8%). Va recuperando el terreno perdido: había cerrado el 2020 en 166 pesos. Si se suma la inflación acumulada, el valor debería ser de 192,50 pesos.
No existe un correlato entre el blue y lo que ocurre en el mercado mayorista, donde ayer el tipo de cambio cerró en 93,33 pesos. En catorce días subió 1,07%. Incluso en lo que va de 2021, ascendió 10,9%, por debajo de la inflación acumulada en el período, que se ubica en torno al 16%. En tanto, el minorista ayer cerró en 98,89 y el “solidario”, en 163,16 pesos.
María Castiglione, directora de C&T Asesores Económicos y docente de la Universidad Católica (UCA), opinó que hay una “mezcla de factores” que presionan sobre el blue. “Lo principal es la incertidumbre de no saber qué va a pasar con la economía en los próximos meses. Y lo segundo es la alta inflación”, dijo a Los Andes.
Castiglione explicó que la posibilidad de nuevas restricciones sanitarias comenzó a golpear las expectativas, en un contexto en el que las perspectivas de inflación más alta de la prevista hacen que el tipo de cambio empiece a verse como atrasado, por lo que se despiertan también las proyecciones de devaluación.
Para los economistas Iván Cachanosky, Diego Piccardo y Aldo Abram, de la Fundación Libertad y Progreso, el dólar comenzó a moverse en clave electoral. Esto es porque la gestión Fernández pisa el tipo de cambio oficial y lo usa como ancla inflacionaria, desembolsando millones de pesos para mantener “tranquilo” al contado con liquidación (CCL), afirman.
Castiglione coincide. “Por supuesto, hay una motivación electoral”, en atrasar el tipo de cambio oficial. Pero advirtió que sostenerlo requiere de crecientes esfuerzos del Banco Central: “Habrá que ver si se opta por usar reservas para mantener el dólar a raya o para pagar deuda al FMI o el Club de París”, dijo. Y advirtió que no es una casualidad que se estén incrementando las restricciones sobre las importaciones. “El freno tan extremo al tipo de cambio –que antes venía acompañando a la inflación- exacerba los problemas. Ya hubo anticipación de liquidación de exportadores por la posible suba de retenciones, pero esa ecuación puede invertirse si crecen las expectativas de devaluación”, dijo Castiglione.
La economista duda que el precio del dólar blue vaya a “dispararse demasiado”, porque el Gobierno cuenta con las herramientas para intervenir en mercados formales, aplacando expectativas. Y recordó que el año pasado el blue había llegado a 195 pesos, pero como la mayoría no lo convalidó, se desplomó.
Para el economista Luis Palma Cané, el blue “se despertó” porque los agentes ven que en el Gobierno hay un error de diagnóstico: “Siguen creyendo que la emisión monetaria no genera inflación y emiten. Dicen que la inflación es un problema multicausal y meten todo debajo de ese paraguas. O cortan la emisión o esto se dispara. Y como el gobierno no va a cambiar su programa, la gente actúa y se cubre con dólares”.
Piccardo afirmó que la del Gobierno es una estrategia “electoralista y de corto plazo”. Según dijo, la política económica está enfocada en que las variables relevantes lleguen “artificialmente controladas” a las elecciones. “Al dólar tranquilo del plan Guzmán se le suman las tarifas, los congelamientos y controles de precios. Los costos de estas medidas los pagaremos más adelante”.
Abram afirmó que el blue se está acomodando a un valor más ajustado a la realidad y señaló que si bien eso juega en las expectativas, los precios en los supermercados dependen más de los movimientos del mayorista, ya que los productos se exportan o importan. E indicó que el Banco Central está “pisando” el mayorista para que la gente llegue mejor predispuesta con el gobierno a las elecciones. “Esto genera perjuicios económicos y luego de la votación habrá que corregir esta distorsión. Ya lo hicieron en 2013-2014”, advirtió.
Los economistas consultados coinciden en que el problema de origen no es el tipo de cambio, sino la inflación. Mientras esta variable siga fuera de control, todo lo demás puede tener movimientos más o menos impredecibles.