En la última década, el comercio electrónico comenzó a crecer a pasos abismales en Argentina y terminó por explotar en 2020 con la cuarentena por la pandemia del Covid-19. Un estudio anual de la Cámara Argentina de Comercio electrónico (CACE) refleja que, en 2022, se vendieron 422 millones de productos por esta modalidad en el país.
Sin embargo, a la par del E-Commerce formal, en los últimos años surgió una nueva forma de comercializar que no está cuantificado en estadísticas oficiales o de consultoras: los famosos grupos de compra y venta que inundan las redes sociales.
En un rápido paneo por Facebook se puede encontrar un universo tan vasto como variado de grupos en todo Mendoza en los que se ofrecen infinidad de productos. Generalmente predomina el mercado de lo usado, pero también hay lugar para lo nuevo.
La red social de Meta fue la primera en ser un canal para la compra y venta, pero no ostenta la exclusividad. Dentro del amplio espectro de redes sociales, WhastApp también ingresó con fuerza y se transformó en una vía para comprar y vender entre vecinos, ya sea en los grandes centros urbanos como los pequeños poblados mendocinos.
Es más, entre la multiplicidad de grupos que existen también hay comunidades que se formaron hasta en barrios privados y actualmente “ni siquiera tengo que salir de la casa o ir al centro para comprar algo”, como afirmó Mariela, una de las fundadoras de este nuevo sistema de relación comercial en el barrio Dalvian en Mendoza.
Los productos van desde una heladera hasta celulares, pasando por un automóvil, cubiertas, manteles, un par de calzas, un traje, electro, materiales de construcción, uniformes escolares en desuso, perros, ganado, changuitos para bebé o incluso figuritas del mundial. También se ofrecen servicios de distinta índole como plomería o electricidad, entre otros.
Todo se puede ofertar, todo se puede conseguir en los grupos de las redes sociales. Lo que uno se imagine, con seguridad, ahí está.
Nació como necesidad y no se va más
Si bien los grupos de compra y venta estaban instalados en las redes sociales desde hace tiempo, la cuarentena en 2020 a causa de la pandemia del coronavirus fue determinante para potenciarlos. Personas que perdieron el trabajo, o un ingreso debido al cierre del negocio encontraron en las redes una salida rápida y efectiva para volver al mercado laboral y conseguir el sustento diario.
También se acrecentó la cantidad de personas que vieron aquí una forma de desprenderse de artículos que no utilizaban y solamente ocupaban espacio. Al mismo tiempo, podían hacerse de unos pesos para reinvertirlos en algo nuevo o afín a las necesidades del momento.
Mariela Zavaroni vive en el Dalvian, un barrio privado que alberga a varias familias. Durante la cuarentena inició por la misma necesidad un grupo de WhastApp y eso se transformó en 12 grupos distintos que existen hoy donde ofrecer artículos más específicos.
“En la pandemia empezamos con un grupo que primero sirvió para estar comunicados y hasta fue por algo solidario para ayudarnos entre los vecinos. Alguien iba al supermercado y compraba para gente mayor que no podía salir entre otras tantas cosas. Ese grupo fue creciendo y comenzó la compra y venta de artículos”, contó Mariela.
“Desde la pandemia todo se puede comprar y vender. Ropa que no se usa más, pero está en buen estado, esquí, comida, lo que quieras. Uno empezó a ver que tenía cosas que ya no usaba y había gente a la que le venía muy bien. Desde entonces, algo que empezó por necesidad y hasta solidaridad, ahora no se va más, ya está incorporado. Es más, hay veces que no tengo ni necesidad de salir a buscar algo, si lo consigo acá y te lo traen a la casa”, remarcó.
Una de las características que impulsó hacia arriba esta nueva forma de compra y venta es el signo $ (peso). “Por un lado te sacas cosas de encima que no utilizás más, pero también hay artículos que nuevos salen $30.000 y acá los conseguís usados, pero en muy buen estado, a $3.000. La diferencia es muy grande”, afirmó Mariela. “Muchas veces publicás que necesitas tal artículo y te aparecen distintas ofertas y podés comprar el que más te guste”, añadió.
Hay otros casos como el de Silvana, que vive en otro barrio privado mendocino. En este caso el grupo nació cinco años atrás y hoy cuenta con 280 integrantes. “En mi caso vendí el durloc y las bolsas de cemento que sobraron de una obra que hice en la casa. Me los saqué de encima en cinco minutos. Y así como hice yo lo hace el resto de los vecinos”, comentó.
“Es una cosa re loca, pero es muy práctica, te resuelve muchas cosas. Todo lo que se te ocurra los podés encontrar y además muchísimo más barato”, detalló la mujer. Si bien el grupo tiene sus años de vigencia, con la cuarentena creció exponencialmente y llegaron a un punto en que debieron instaurar algunas reglas para conducirse dentro de grupo.
Silvana indicó que el sistema está activo las 24 horas, aunque en un momento debieron poner algunas condiciones: “Por ejemplo, si se ofrece un producto, no pueden colocar más de 4 fotos. Si hay algún interesado, que haga las consultas por privado. Es una manera de ordenar y hacer que no pierda la practicidad”.
Marita es docente, vive en Real del Padre, distrito de San Rafael ubicado a unos 70 kilómetros de la ciudad cabecera con una población que ronda las 15.000 personas. Desde que ella descubrió los grupos para comprar y vender por Facebook, se volvió una afición: “Acá (por Real del Padre) hay como 5 grupos distintos y desde que vendí una vez ahora lo hago cada vez que puedo o tengo necesidad. Vendo lo que no uso y encima lo vendés rápido. En una semana vendí las cubiertas usadas del auto, un enganche para una camioneta. Todo el tiempo hay gente que hace lo mismo y no son cosas caras”.
La docente comentó que todo comenzó con la pandemia y que de ahí en más no paró: “Uso esa plata que saco para comprar otra cosa. Es más, le vendo o hago publicaciones a gente que no sabe o tiene un poco de vergüenza y me acostumbre a hacerlo. Además, lo publico con su precio, cosa de que no me estén matando a mensajes de consulta y listo. Es fácil y rápido”.
Lo usado está bien, lo nuevo es deslealtad
Para un especialista en marketing digital como Nicolás Valle, director de Agencia Sol, la irrupción del mercado comercial informal en las redes sociales puede analizarse desde distintas aristas.
“La venta precisa del diálogo y ese aspecto se hace evidente y necesario en canales físicos y online formales. Este aspecto puede ser sin duda uno de los que está primando también en la compra y venta 1 a 1 a través de redes sociales, marketplaces, grupos de Facebook y Whatsapp entre otros. Un fenómeno que entendemos como más complejo y con varias aristas. Que se visualiza más en los últimos tiempos, aunque no es del todo novedoso. Pero que sin duda con pandemia tuvo un aparente crecimiento, atento a la dificultad que existe de medir ventas informales”, expresó.
Adrián Alin, presidente de la Cámara de Empresarios de Comercio, Industria, Turismo y Servicios de la Ciudad de Mendoza (Cecitys) no observa un gran escollo en el comercio informal cuando se trata del mercado de lo usado. En cambio, cuando se ofrecen productos nuevos a través de las redes sociales, no dudó en calificarlo como “comercio desleal”.
Así, el presidente de la Cecitys consideró que “hay realidades distintas” ya que “con lo usado puede ser bueno porque estás vendiendo algo y estás reponiendo con algo nuevo”. Sin embargo, cuando los productos que se ofrecen son nuevos o se ofrece comida, hay una deslealtad comercial porque no es lo mismo aquel que no tiene costos que quien debe pagar su Monotributo, alquiler o tiene un empleado.
En la opinión de Valle, la situación socioeconómica con inflación elevada y caída de salarios, entre otros aspectos, lleva a que irrumpan opciones tendientes a brindar ingresos extras. O también acceder a productos a precios más reducidos, aunque no sean nuevos. Estos fueron algunos de los puntos que llevaron a la explosión del sistema comercial.
Entre los pro y contra que detalló Valle, por un lado, el usuario de ese tipo de mercado hace un combo ya que se encuentra con “una aparente cercanía, las compras se realizan con grupos de conocidos; rapidez y mejores precios”, mientras que en la vereda de enfrente “hay informalidad, riesgos, y nulos aportes a la economía local”.
Según este especialista, el sistema de compra venta por redes sociales tiene “potencial de crecimiento” en tanto y en cuanto la situación económica no sea buena. “Pero este potencial se puede ver en términos de extensión de participantes y no de profundidad, porque por otro lado no existen mayores ofertas enfocadas en la formación emprendedora”, concluyó.
Servicios y hasta trueque por WhatsApp
Los grupos en redes sociales permiten no sólo adquirir productos, sino también ofrecer servicios, buscar empleo y hasta intercambiar. De ese modo, existen grupos donde jóvenes que se desempeñan como mozos pueden ver opciones de trabajo que surjan en un fin de semana, o también hay espacios donde profesionales ofrecen qué servicios pueden realizar.
Por citar un caso con una lógica más alejada de lo comercial, el grupo de WhatsApp “Trueque Mendoza”, reúne a personas que ofrecen algo que tengan a disposición a cambio de otra cosa de su interés. Así, por ejemplo, alguien que tiene libros usados puede intercambiarlos con otra persona interesada que tenga un cajón de tomates, haciendo la negociación por privado.
Laura Crayón, administradora de ese grupo, explica: “El trueque consiste en el intercambio de objetos y servicios sin que intervenga el dinero. Es dar algo que no uso a cambio de algo que necesito”. Los integrantes pueden colocar su necesidad y aquello que están dispuestos a dar, con nombre y foto, y luego se recomienda que los encuentros sean en lugares públicos consensuados por ambas partes.
En las reglas de “Trueque Mendoza”, se establece que se pueden trocar productos y/o servicios, siempre que no atenten con valores morales comunes a la mayoría de las personas, y por eso no se pueden pedir ni ofrecer armas o servicios sexuales, por ejemplo. “La finalidad del grupo es fomentar un consumo más responsable y el minimalismo, además de la solidaridad y una economía dónde no interviene el dinero”, señala Crayón.