Si bien Mendoza es una provincia turística y ya varios propietarios se habían inclinado por poner sus propiedades en alquiler temporario, la pandemia frenó bastante este mercado. Con el resurgimiento del turismo y las dificultades que generó la nueva ley de alquileres, algunos más han decidido volcarse a esta opción. Las principales ventajas son que ofrece una mayor rentabilidad y que se puede disponer del inmueble en cualquier momento; aunque no todos pueden destinarse a este fin.
Mientras el alquiler de un departamento de una habitación ronda, según la zona y el tipo de espacio del que se trate, en los $30 a $35 mil pesos mensuales, por apenas una noche de alojamiento en el mismo tipo de lugar –amoblado, por supuesto- se está cobrando entre $3 mil y $6 mil pesos. Claro que la ecuación será favorable para el propietario siempre que pueda tenerlo ocupado un buen número de noches al mes.
Alicia cuenta que tienen cuatro monoambientes en alquiler temporario, en Guaymallén. Con su familia decidieron tirar una vieja casa de adobe y vender un auto y otras propiedades para construir un complejo de seis departamentos, con la idea de venderlos después. Sin embargo, cuando habían avanzado con la obra, los precios cayeron y, además, la nueva ley de alquileres generó que muchos dueños optaran por sacar su inmueble del mercado de locación y llevarlo al de compra-venta.
Ante ese escenario, cambiaron los planes y decidieron quedarse ellos mismos los departamentos y destinarlos al alquiler temporario. Como la inversión en amoblamiento era importante, empezaron con uno y fueron reinvirtiendo hasta llegar a los cuatro (aún les resta equipar otros dos). La mujer contó que el verano fue muy bueno y que los tuvieron a todos alquilados, pero que ahora, en temporada baja, se ha calmado mucho.
Alicia agregó que tiene experiencia en locaciones para vivienda, pero no quiere saber nada más de eso, porque ha tenido pocos buenos inquilinos, mientras que está por cumplir tres años en un juicio para intentar sacar a unos que llevan ese tiempo sin pagarle, han tirado paredes y deben impuestos. Por eso, planteó que hasta que no se facilite el trámite para el desalojo de quien no paga, prefiere optar por el alquiler temporario.
En cuanto al sistema, por ser un emprendimiento familiar, son ellos mismos quienes se encargan de la limpieza cuando se retira un visitante y también quienes verifican que todo esté en condiciones y realizan el mantenimiento de las unidades.
Graciela, en cambio, lleva dos décadas en el negocio turístico y su familia cuenta con departamentos, cabañas y domos de glamping. Para ella, en las vacaciones de verano tuvieron más demanda de los últimos dos tipos de alojamiento, ya que se encuentran en Blanco Encalada y la gente, durante la pandemia, estuvo encerrada y ahora prefiere estar en espacios al aire libre antes que en pleno centro mendocino.
Explicó que los departamentos los construyeron pensando en el alquiler temporario pero que los principales clientes eran visitantes de Chile, que venían los fines de semana, y de Brasil, que lo hacían por entre cuatro días y una semana. Mientras que los turistas argentinos, lo que predominan ahora, se alojan sólo por una o dos noches. Además, indicó que están anticipando buen movimiento para Semana Santa pero que después, por la complicada situación económica, se “guarden”, lo que le preocupa un poco.
Estanislao Puelles Milán, presidente del Colegio de Corredores Públicos Inmobiliarios de Mendoza, comentó que antes de la pandemia ya estaban observando que varios propietarios se volcaban al alquiler temporario, pero que se frenó bastante con las restricciones que trajo el Covid-19. Y luego, como la provincia permitió la circulación y habilitó el turismo antes que otras, volvió con fuerza.
Es que, por una parte, Mendoza empezó a ser un destino muy elegido por el resto de los argentinos y, por otra, la ley de alquileres provocó que muchos propietarios optaran por retirar sus propiedades del mercado locativo y algunos lo llevaran al de venta y otros analizaran la opción de alquilarlo sólo por algunos días del mes, pero con mejor rentabilidad.
Puelles Milán recordó que, en 2020, muchas casas en Chacras de Coria, Vistalba y ciertas zonas de Maipú, que estaban en venta, pero, por alguna razón, aún tenían muebles, fueron alquiladas en forma temporaria. Sobre todo, a personas de Buenos Aires que, en lugar de venir por unos 15 días, prefirieron “mudarse” por tres o cuatro meses y aprovechar el home office para evadir el encierro en la ciudad y disfrutar de una vivienda con espacios parquizados.
En la actualidad, indicó, hay clientes que le consultan si les conviene cambiar al alquiler temporario. En esos casos, detalló, les explica que esto no es posible en la mayoría de los edificios, ya que los reglamentos de los consorcios lo prohíben por una cuestión de seguridad para quienes viven ahí. Esto, debido a que los turistas que visitan la provincia tienen una estadía promedio de tres a cuatro noches, lo que genera un recambio periódico. Y lo mismo sucede con las casas en barrios privados.
Otro elemento a tener en cuenta, planteó, es la ubicación, ya que hay zonas que tienen una mayor demanda y en las que es más sencillo recuperar la inversión realizada en equipamiento. Por eso, sumó, es más común que se destinen a esta modalidad los departamentos de hasta dos habitaciones que las viviendas, ya que amoblarlas demanda un monto significativo.
Asimismo, señaló que, aunque la rentabilidad es superior, se debe estar preparado para entregar las llaves en horarios complicados, en limpiar el inmueble y en mantenerlo impecable ya que la mayoría de las plataformas de alquiler temporario trabajan con puntaje que otorgan los visitantes. Pese a eso, estimó que, cuando se recupere conectividad aérea, es de esperar que aumente la oferta de este tipo de alojamientos porque hay demanda.