Bien conocido es nuestro país por ser un territorio de inmigrantes. A lo largo de la historia, la llegada de extranjeros ha marcado la idiosincrasia de los argentinos, una tierra abierta a recibir a los foráneos. Y el mundo del vino bien sabe de eso. La tradición francesa, española e italiana ha penetrado en las raíces de la industria desde sus comienzos, pero con el correr de los años otros países con tradición vitícola también han dejado su huella en Argentina. Tal es el caso de Chile.
Para entender un poco el modelo chileno, primero hay que decir que la industria trasandina es hoy en día el mayor productor de vino de Latinoamérica, por encima de Argentina. Si bien el vecino país cuenta con más de 300 bodegas repartidas a lo largo del territorio chileno, el mercado tiene tres importantes jugadores que, casualmente, también cuentan con sus bodegas Argentina: Concha y Toro (propietarios de Trivento y el mayor productor de toda la región), Viña Santa Rita (propietarios de Doña Paula, actualmente los mayores exportadores de vino de alta gama) y Viña San Pedro (perteneciente a CCU, que posee en el país La Celia).
Si hablamos de cepas, en Chile podemos encontrar Sauvignon Blanc, Chardonnay, Chardonnay, Pinot Noir, Merlot, Carménère, pero el emblema y el que se lleva más del 75% de la producción de vino fraccionado es el Cabernet Sauvignon, la más extendida en el país y también la que más litros de vino genera para la exportación.
Del Cabernet Sauvignon al Malbec
Justamente el varietal insignia de Chile fue lo que trajo a Viña Santa Rita en la década del ´90 a nuestro país. Ricardo Claro, propietario de la empresa, llegó a Argentina buscando explorar nuevos territorios y pensando en hacer un Cabernet Sauvignon que se diferencie y pueda competir a nivel mundial.
Siendo especialistas en la variedad en el Valle de Maipo, el bodeguero compró una finca en Luján de Cuyo que ya tenía Malbec y decidió plantar Cabernet Sauvignon y dar así comienzo a lo que hoy es Doña Paula. Con el correr del tiempo fue extendiendo sus propiedades y adquirió otras tres fincas en Valle de Uco, lo que hoy representa unas 800 hectáreas productivas que tiene la bodega.
Si bien el plan inicial estaba claro, la experiencia con el Malbec los llevó a recalcular sus objetivos. Así, Claro y Doña Paula decidieron apostar por el varietal emblema de Argentina, pero sin abandonar la experimentación con variedades que se dan muy bien en Chile y que le han valido reconocimientos con Viña Santa Rita, como puede ser el Cabernet y el Sauvignon Blanc, entre otros.
Para Mauricio Palacios, gerente general de Doña Paula, en estos años de trabajo han logrado “combinar lo mejor de cada país”. A lo largo de 15 años en el grupo, le ha tocado ejercer diferentes roles tanto en su país como en Argentina, llegando a ser Gerente de Producción de Viña Santa Rita, puesto que ocupó hasta tomar el máximo cargo en la bodega mendocina.
“Creo que lo que hemos aportado como chilenos es la gente y nuestra idiosincrasia, que es muy distinta a la de los argentinos. Creemos que eso hace una buena interacción con la visión que tenemos como chilenos, con la proyección a largo plazo”, sostuvo Palacios.
Asimismo, resaltó que al ser parte de uno de los grandes jugadores de la industria chilena les ha facilitado la incorporación de tecnología y procesos, optimizando resultados “en el qué y el cómo”. “Doña Paula se maneja con los procesos de una empresa grande, aunque se trata de una bodega pequeña. Con la identidad de una bodega premium, pero siendo parte de un grupo competitivo a nivel mundial. Nos encanta el proyecto y es un gran partner dentro del portfolio del grupo”, resaltó Palacios.
El chileno también habló de la incertidumbre que representa sostener una inversión en el país y reconoció que “si bien lo hace más entretenido, lo vuelve muy difícil para sostener clientes en el mundo”. Esto los ha obligado a cambiar las estrategias en el último tiempo, ya que la bodega desde sus inicios fue pensada como un proyecto para la exportación, pero en los últimos años ha ido ganando terreno en el mercado interno. “Lo positivo de esto es que nos conecta con el país. Lejos de estar mal, hemos podido sostenernos, aunque nos gustaría tener más inversiones”, completó el gerente de Doña Paula.
La herencia de la calidad
Como lo mencionamos, Concha y Toro es el mayor productor de vino de Chile y de la región. El gigante que tiene casi 140 años de historia posó sus ojos en nuestro país también en la década de los ‘90. En el marco de la firma del acuerdo del Mercosur, en el que Chile decide no participar, la compañía estaba en pleno desarrollo del mercado brasilero y vio el potencial de los vinos argentinos. Fue así que comenzó a diseñar un proyecto exportador desde el país que se hizo efectivo en 1996 con la compra de las tierras en Maipú, donde actualmente está Bodega Trivento.
Desde ese momento, su expansión no se ha detenido y hoy cuentan con viñedos en otras regiones como Valle de Uco y Luján de Cuyo. Pero su crecimiento no solo se limita a lo geográfico, en cuanto a lo comercial, en 2022 fue nombrada como la “marca argentina de vino N°1 del mundo, en valor” con un monto que supera los US$ 270 millones en ventas de retail y e-commerce, de acuerdo a IWSR Drinks Market Analysis.
Germán Di Césare, gerente de Enología de la bodega, comentó que uno de los grandes aportes del lado chileno ha sido el fuerte enfoque en el viñedo para alcanzar estándares de calidad muy altos. “Heredamos el concepto de que la calidad se logra con un profundo conocimiento del terruño y de los viñedos. Al poco tiempo de instalados adquirimos nuevas tierras en Paraje Altamira, Cordón del Plata y comenzamos a desarrollar distintas metodologías de vinificación, con el concepto de que la vitivinicultura es un negocio de largo plazo y que se construye con mucho esfuerzo y estudio”, sostuvo.
Pero el impacto ha sido mutuo. “Ya hace diez años que quien dirige la compañía es un argentino y, con un enfoque de elaborar vinos con sello propio, nuestra enología tiene una identidad también argentina. La industria argentina ha impactado en el lado chileno de manera positiva. Tenemos gran experiencia en el cultivo y elaboración de vinos de altura, manejo del agua y el clima semidesértico”, enumeró el enólogo.
El rescate de la tradición y el posicionamiento mundial
Las inversiones chilenas en el lado argentino no se limitan a la de grandes empresas bodegueras que decidieron expandir el negocio en el país. Tenemos casos como el de la familia Cartoni y Bodega Antigal. Poco más de 20 años atrás, Virgilio Cartoni y sus socios desembarcaron en la provincia y decidieron poner en valor y renovar la antigua estructura con la que la bodega contaba ya desde 1897, una de las más antiguas de Mendoza.
“Se buscó respetar lo que ya estaba y tratar de poner en valor la historia, pero conectarla con las nuevas tecnologías para hacer vinos de alta gama”, resumió sobre los inicios de la bodega Alessandra Cartoni, una de las hijas de Virgilio, quien hoy forma parte de la bodega junto a sus hermanos.
Si bien los negocios de la familia en Chile no están relacionados a la vitivinicultura, cuando llegaron a la provincia fue con la intención de retomar la tradición que inició el padre de Aldo Cartoni, quien había sido enólogo en la zona de Viña Alemana, cerca de Viña del Mar. “Fue recuperar esas raíces en la industria en este proyecto en Mendoza. De hecho, en la bodega nos trajimos la campana original de esa bodega de mi abuelo, que está puesta hoy en la bodega”, contó Alessandra.
¿Por qué apostar por Argentina teniendo la opción de poder invertir en Chile? La respuesta para la joven empresaria es sencilla: “El país tiene mucho espacio para seguir creciendo, se ha posicionado en calidad, algo que en Chile, por tener también tratados de libre comercio, se ha complicado en tema precios. Argentina tiene muchas posibilidades de seguir creciendo, y eso como inversionista nos llama mucho la atención, poder apostar en un país rico en recursos naturales y en capital humano. Por eso nos inclinamos y seguimos apostando”.
En más de dos décadas en el país, los Cartoni han aprendido de la historia y la tradición vitivinícola, haciendo sus aportes e innovaciones, algo que los ha llevado a ser reconocidos como “Mejor Bodega del Nuevo Mundo 2023″, según la prestigiosa revista Wine Enthusiast, galardón que recibirán en los los Stars Wine Awards 2023, conocidos como los “Oscar del vino”.
Avocados mayoritariamente a la exportación, el contexto macroeconómico actual les ha planteado un gran desafío: “Es complejo para poder seguir creciendo y ser competitivos contra el resto de los orígenes, y para eso es un trabajo arduo de coordinación con nuestros partners estratégicos en los distintos mercados, un poco escuchar las necesidades, ir analizando tendencias e ir preparándose para los futuros consumidores. Creo que todo se puede, hay que seguir impulsando la marca país y posicionando a Argentina como un productor de calidad”, completó Alessandra Cartoni.