Hace poco, el gobierno nacional presentó una nueva etapa del programa de “Precios Justos” con 2.000 productos regulados por 120 días, como intento de poner freno a una inflación que en nero fue de 6%. Sin embargo, ante la falta de valores de referencia en la mayoría de los artículos, los mendocinos ajustan sus estrategias y buscan oportunidades de rebajas en los negocios de cercanía, supermercados y mayoristas. Hacen pagos en efectivo, con tarjetas o billeteras virtuales buscando cumplir su meta: comprar más barato.
Con la pandemia los negocios de cercanía (entre ellos, los almacenes de barrio) recuperaron protagonismo y mantienen su competividad ofreciendo algunos artículos imperecederos a mejores precios que los supermercados. Para el economista Walter Carvalho, los alamacenes permiten también que muchos puedan comprar resignándose a una cantidad de dinero determinada: “No compran por kilo, sino que fijan un monto máximo para consumir pan, carne o verdura... Deme $300 de pan, por ejemplo”.
Existe una brecha, que se ha vuelto incalculable para el consumidor, entre los precios de los almacenes, supermercados y mayoristas. “Como ama de casa, la verdad es que hago un mix. Busco ofertas, comparo precios, compro en mayoristas para estoquear la casa de leche, arroz, fideos, aceite, algunos artículos de limpieza… por ahí la mercadería de alacena es la que más aumenta”, explicó la economista Carina Farah.
Entre frescos y billeteras virtuales
Silvia, de Guaymallén, contó que cuando ha cobrado y tiene tiempo va a los mayoristas “porque tienen precios más baratos”, sino va al supermercado “porque tienen mejores precios en los artículos de higiene personal. En cuanto a la carne y al pollo, trato de comprar cerca de casa”.
Mientras que al referirse al método de pago, Silvia explicó que últimamente está utilizando “las billeteras virtuales. En el caso de mis hijas, que también viven solas, hacen lo mismo”. Algunas App ofrecen reintegros dependiendo de la tarjeta de banco que se utlice. En el caso de MODO, por ejemplo, ofrece hasta un 25% de descuento en supermercados adheridos hasta el 24 de febrero y fijo un reintegro de $ 1500 por operación.
Farah explicó que hay precio como el de la carne o el pan, que tienen aumentos bruscos por shocks aleatorios (“como la afectación por la sequia”). No obstante, la economista trata de comprar “en los negocios de cercanía porque por ahí tienen mejores precios que los supermercados. Trato de organizar la compra de la semana, porque las verdulerías de la feria no son tan baratas”.
Cristina, de Las Heras, trabaja en un almacén y cuenta que sus posibilidades de consumo son menores. “Cada vez estoy más pobre”, sostiene. “Compro, en efectivo, lo que necesito en el negocio y pocas veces voy a un supermercado. Los precios están terriblemente altos y siguen en aumento por lo que nos enteramos”, puntualizó.
“La gente que no tiene resto termina pagando más caro en el promedio a largo plazo. Salir a buscar precios es lo que hace toda persona que tiene que parar la olla todos los días”, sostiene Farah. La docente agregó que ve a la gente desorientada, porque no hay referencias y “estamos viendo que la inflación se estaría estabilizando en un 6%, aunque es prematuro para aseverarlo”.
El negocio de buscar precios
“Generalmente, el 80% de las compras que hago son en un mayorista, ya es una costumbre tener cierto stock de productos no perecederos a modo de resguardo de valor contra la inflación”, explicó Walter Carvalho. El economista explicó que el “negocio” dentro de la crisis es comparar valores porque “no hay precios de referencia”, y destacó que una marca de leche que compra para sus hijas en un lugar la encontró a $ 900, mientras que en otro se vendía a $ 1.600.
“Al haber pérdida de referencia en el costo de los productos, muchas veces el rezago que se vende en un lugar permite hacer una pequeña diferencia, que luego se compensa con el resto de la mercadería que se consume porque todo sube en la misma proporción”, puntualizó Carvalho.
Adriana vive en Godoy Cruz y es empleada domestica, contó que va a un supermercado cercano en Carrodilla a comprar lo indispensable. “Solo llevo lo necesario para la semana porque los impuestos también vienen muy caros”. Por su parte, Ana María, de Luján de Cuyo, comentó que compra en supermercados “pero no los de las cadenas, en los de familia... me fijo mucho en los precios y, en ocasiones, opto por los productos de segundas marcas”.
En los supermercados del centro, a media mañana, no hay mucho público y una curiosidad es la presencia de turistas de Chile que recorren los pasillos anoticiándose sobre la posibilidad que les ofrece el tipo de cambio. Néstor, un guardia de seguridad, explicó que “hay más movimiento cuando se pasa el calor, o los miércoles por alguna promoción bancaria”.