El año pasado, a casi cinco meses del inicio del confinamiento, se daba cuenta de que habían cerrado sus puertas 250 locales en el centro. El comercio, al igual que el turismo, fue uno de los sectores más golpeados a causa de las medidas sanitarias por la llegada del Covid-19 y de la crisis económica. Con la apertura de nuevos locales y el desplazamiento hacia otras áreas, quince meses después la actividad intenta recuperar su dinámica pre pandemia; mientras que las principales arterias están cambiando su fisonomía. Referentes del sector plantean aprovechar el rebote del confinamiento para una recuperación acelerada de la actividad.
La ciudad está en pleno proceso de trasformación, algunas marquesinas ya no están más como es el caso de la sastrería Florentino, que en abril cerró sus puertas después de 61 años de trayectoria; también fue el caso de la tienda de ropa de mujer Rosmar sobre Avenida San Martín, la casa de cambio Magitur, que operó durante cinco décadas en la esquina de Catamarca, el tradicional café del Automóvil Club, La Espiga de Oro sobre Amigorena, Dünken en San Lorenzo y también en la Peatonal. Tampoco El Palenque, en la calle Arístides, que después de veintidós años el local gastronómico terminó convertido en un supermercado.
Otros se mudaron, en junio del año pasado, la tienda de ropa Le Utthe pasó de un amplio local en San Martín casi Catamarca al salón de 3.000 metros cuadrados que ocupó la holandesa C&A y luego la tienda local Maxi Mall Urbano. Ahora, a final de mes, Balbi dejará las largas vidrieras de Las Heras y 9 de julio, para llegar hasta la calle San Martín, en el local que ocupaba la casa de electrodomésticos Ribeiro y que anteriormente perteneció a Famularo.
“Se han recuperado locales que habían cerrado durante la primera ola de la pandemia y aún falta mucho para lograr la cantidad previa a la pandemia, pero hay deseos de invertir. Por otro lado, ha colaborado la reducción en el valor de los alquileres; esto ha motivado a que se vuelva a invertir en el comercio y ese se ve en la calle porque el centro está extendiéndose a otras zonas”, contó Adrián Alin, titular de la Cámara Empresaria de Comercio, Industria, Turismo y Servicio de ciudad (Cecitys).
Este mes abrió sus puertas en calle Espejo, Montagine (firma que ya tiene dos franquicias en Mendoza), en mayo el café en la Mansión Stoppel (Museo Carlos Alonso), en enero los primeros locales del Mall Patio Marista, obra que proyecta -en San Martín y Don Bosco- 175 locales comerciales además de una playa de estacionamiento pensada para 1.000 autos; en diciembre, en la peatonal, lo había hecho con éxito la heladería Luccinano’s. Además de una renovación en la oferta de las marquesinas de los locales gastronómicos.
El analista económico y especialista en finanzas, Claudio Zuchovicki en una entrevista online había sostenido sobre los locales comerciales y la post pandemia que “hay cosas que ya están cambiando en las grandes capitales y que la pandemia aceleró, hay más lugares de encuentro y de entretenimiento. Hay más restaurantes, más lugares de ocio porque son necesarios; hay un cambio en el negocio comercial porque muchas otras cosas las podés resolver por Internet”.
El centro de Mendoza está en proceso de transformación, por los cambios de las conductas del cliente, los desplazamientos a nuevas áreas comerciales o la ampliación de las franquicias a negocios de cercanía. La ciudad está cambiando su fisonomía y se prepara para una nueva normalidad. “Si uno camina por las calles Espejo, Catamarca o San Juan ve una renovación importante de vidrieras, el centro está en trasformación. La situación comercial es diferente a la del año pasado y por eso hay que articular acciones con la ciudad para potenciar los nuevos ejes temáticos, pensar en el turismo”, agregó Adrian Arlin.
Al hablar sobre la nueva normalidad el presidente en Cámara de Franquicias de Mendoza e integrante del Instituto de Desarrollo Comercial (IDC), Javier Gantuz, destacó que “el centro tiene la obligación de reconvertirse, de volver a ser el centro mendocino de los años ’90 donde existían los cines, los locales de comida y donde uno podía disfrutar en familia”. El empresario habló además de herramientas para atraer a marcas consolidadas y que potencien a las locales para generar la oferta que demanda un consumidor exigente como el mendocino.
En tanto que Juan Manuel Gispert, director ejecutivo de la FEM, explicó: “Creo que el estado junto a las entidades intermedias debemos diseñar políticas públicas para recuperar el centro como un lugar de paseo familiar al aire libre. Aprovechar el efecto rebote luego del encierro para que haya una recuperación más rápida del comercio, para ello tenemos que plantear una recuperación de los espacios de esparcimiento. Tenemos competencia con los shoppings, creemos que después de la pandemia la gente volverá al centro de paseo, tenemos que ofrecer más opciones, tenemos que asociar nuevamente la gastronomía a la actividad comercial”.
Mientras firmas tradicionales del centro, como La Tijera o Pizzería Capri, han franquiciado su marca otras buscan un cambio de sector para bajar costos. El centro se expande hacia los centros comerciales de los barrios privados del Gran Mendoza, tratando de posicionarse como primera opción. “Con la pandemia no hubo cierre de locales, muchas franquicias se están trasladando hacia los barrios privados que se están construyendo en la periferia. Por eso pienso que el centro tiene que atraer a las marcas porque potencian y le agregan valor a lo existente”, puntualizó Javier Gantuz.
