Entre las Sierras de Quilmes, al oeste, y la Sierra del Aconquija, al este, en el sur de los Valles Calchaquíes, encontramos un terroir que destaca por su unicidad en la gran diversidad que presenta el vino argentino. Hablamos de Chañar Punco, una zona vitivinícola ubicada al norte de la provincia de Catamarca que nació como una apuesta hace ya algunas décadas y que ahora está dando sus rendimiento con creces en la alta gama nacional.
En el departamento de Santa María, este distrito que todavía no cuenta con el renombre de otras regiones de los valles norteños más populares, como Cafayate, Cachi, Molinos o Amaicha del Valle, encontramos, a 2.000 metros de altura, rodeado de cardones y con una imponente vista de coloridas laderas que complementan los tonos rojizos de una vid otoñal, unas 260 hectáreas de un viñedo del cual El Esteco, una de las bodegas más importantes de la región, obtiene algunas de las joyas de sus vinos de alta gama.
¿Qué diferencia a Chañar Punco? Como lo dijo Ramiro Rocha, ingeniero agrónomo y jefe de Fincas de El Esteco, este terroir se distingue al estar plantado en una ladera que tiene suelo pedregoso, con algunas zonas con depósitos de carbonatos. También, la influencia de los vientos hace lo suyo, ya que es una zona extremadamente ventosa y el combo lo completa una amplitud térmica muy marcada.
“Notamos ahí que el estrés ambiental que tienen las plantas es desafiante para la viticultura y es en lo que más ponemos foco en el momento del manejo del viñedo, para lograr frescura, para cosechar con una buena concentración, pero sin perder la frescura del lugar. El momento de cosecha y el manejo de las canopias de los viñedos es súper importante en esa finca”, explicó Rocha.
El viñedo está plantado con Malbec, Merlot, Syrah, Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc, Pinot Noir y, más recientemente, las variedades blancas Chardonnay y Sauvignon Blanc. De ahí salen algunos de los ejemplares de alta gama de El Esteco que valen la pena probar y que van a líneas como Partida Limitada, Chañar Punco, Finca Notables o Blend de Extremos. “La característica de Chañar Punco es un vino concentrado, de mucha fruta negra, mucha estructura y tratamos de preservar eso desde la finca”, destacó Ramiro Rocha.
Los desafíos de Chañar Punco
Lo recóndito de su ubicación y las condiciones de suelo y clima hacen de Chañar Punco una zona extrema y desafiante para los viticultores. “Para mí es un lugar que tiene un terroir que es extremo en el sentido de que la madurez, la concentración, los momentos de cosecha están muy marcados y como equipo tenemos que estar atentos a interpretar el año y poder reaccionar a tiempo”, explicó el responsable de los viñedos de El Esteco.
Haciendo una comparación con Cafayate, la otra zona donde se despliegan los viñedos de la bodega, las fincas catamarqueñas tienen una ventana de cosecha más corta, lo que obliga a ajustar todos los procesos operativos para no perder ninguna de las cualidades de la uva en el proceso. “Es una finca en la que la cosecha inicia después que Cafayate, pero termina antes. Más o menos, Chañar Punco inicia la cosecha a fines de enero,mitad de febrero, mientras que Cafayate a mitad o fines de enero, en un año normal. Es muy concentrado el periodo en el cual necesitamos cosechar para obtener los perfiles que buscamos, con lo cual a inicios de abril en Chañar Punco ya terminó la cosecha y Cafayate termina a fines de abril. Pero esto es según el año, por ejemplo, en esta campaña, Chañar Punco se adelantó mucho la cosecha respecto de Cafayate y tuvimos que salir a levantar la uva de una manera rápida, con una nueva planificación y eso es fundamental para obtener los vinos que queremos”.
Una ventaja con la que cuenta El Esteco es su moderna bodega de elaboración, con grandes tanques de acero inoxidable y tecnología de punta para elaborar 3,5 millones de kilos de uva. “Somos conscientes que trabajamos en una zona que tiene mucha potencia, ahora esa potencia manejada con las canopias, con los momentos de cosecha, cuidando los alcoholes que terminás teniendo en los vinos y con una correcta madurez nos pueden dar vinos de gran frescura, de muy buena elegancia y sin perder la característica del Valle Calchaquí en cuanto a color y a concentración”, destacó el agrónomo.
Otro de los grandes desafíos de la zona es la elaboración de vinos blancos de alta gama. Desafiando los prejuicios y las condiciones, hace un par de años la bodega que pertenece al Grupo Peñaflor decidió plantar menos de una hectárea con Chardonnay y Sauvignon Blanc. “Chañar Punco es una finca que fue siempre pensada con variedades tintas y cuando pusimos los blancos fue porque fuimos a desafiar el lugar y a buscar tener variedades blancas en las que sabíamos que podíamos preservar esa frescura y esa intensidad aromática, pero a la vez teniendo una sutileza y una riqueza de taninos, de una mineralidad que tiene esa finca también muy presente, también en los blancos”, recordó Rocha.
Un potencial por explotar
Si bien el trabajo de El Esteco en la zona se remonta hace más de una década, la popularidad de Chañar Punco es todavía una de las cuentas pendientes. Para darle visibilidad, la bodega cuenta con una línea que lleva el nombre del lugar. “A mí me gusta también contar y poner en consideración la decisión de la compañía de llamar al vino como se llama este lugar, este paraje que es Chañar Punco, un lugar que lo conocemos de hace muchos años, lo venimos trabajando y sabemos la calidad que tiene. Confiamos mucho en la calidad de ese lugar, creemos que es una de las mejores regiones vitivinícolas y por eso también salimos a comunicar el nombre del lugar dentro del Valle Calchaquí, pero decir ‘Este lugar se llama Chañar Punco’, probalo, seguramente va a sorprender al consumidor”, aseguró Ramiro Rocha.
Pero más allá de ese vino en particular, para el agrónomo la zona tiene mucho potencial por explotar, por sus ejemplares “potentes en su expresión”, que todavía no son tan conocidos. “El precio y la calidad que tienen son muy buenos y cada consumidor que lo prueba, lo conoce, vuelve. Vuelve porque sabe que está obteniendo un producto de mucha calidad, desconocido, pero que al que gusta compartir, al que le gusta comunicar, se convierte en una persona que va y le cuentan a los amigos. Me parece que es una región que tiene una historia muy fuerte detrás, Bodega El Esteco tiene una historia muy fuerte detrás, arraigada al pueblo, a la cultura, al lugar, que enamora al que le gusta el vino”, argumentó.
Para Rocha, la explicación de la falta de conocimiento sobre este terroir, u otros de los Valles Calchaquíes, radica en la dificultad logística que existe para poder acceder a estos vinos o visitar las bodegas. “Hay muchas regiones en lo que es el norte y Valles Calchaquíes, donde existe una dificultad logística para el que tiene de trabajar en esos lugares, que son realmente inhóspitos, extremos. Es difícil llevar grupos de trabajo, poder armar una bodega, trasladar los insumos, es meritorio realmente lo que se hace en esas zonas tan extremas, tan inhóspitas, poder llevar un vino y que lo puedas probar en Buenos Aires, que lo puedas tener en otras partes del mundo, saliendo del interior y la parte profunda entre medio de los valles. Estamos metidos a 100 kilómetros de Cafayate en medio de los Valles Calchaquíes”, completó el agrónomo.