El Índice de Equilibrio Fiscal, que medimos en el Centro de Estudios de la Nueva Economía (CENE) de la Universidad de Belgrano, registró en mayo un retroceso de 6,6 por ciento respecto de abril y otro de 10,2 por ciento con relación al nivel que había registrado en igual mes del año pasado.
El Índice de Equilibrio Fiscal se calcula como el cociente entre los gastos y los ingresos totales. El valor 100 indica una situación equilibrada; por encima de dicho valor denota superávit, y por debajo, déficit.
El retroceso respecto del año anterior se verificó pese al aumento del 76,1%, superior a la inflación, registrado en los ingresos tributarios.
Del mismo modo, crecieron un 76,9% los aportes y contribuciones a la Seguridad Social, a pesar de las exenciones vigentes para aliviar la carga tributaria al sector de la Salud, los sectores críticos del programa REPRO II y las provincias del Norte Grande.
Sin embargo, dichos incrementos fueron largamente superados por los registrados en el gasto público. Las transferencias al sector privado aumentaron un 102%, principalmente por el refuerzo transitorio de ingresos a personas jubiladas y/o pensionadas y a sectores vulnerables para morigerar los efectos adversos del incremento verificado en los precios de alimentos y energía a partir de la invasión a Ucrania.
Sólo este rubro supuso una erogación adicional del orden de los 125.000 millones de pesos. Asimismo, también se verificaron incrementos significativos en otras partidas del gasto social.
Este desequilibrio observado plantea cada vez más serios interrogantes respecto de la posibilidad de alcanzar la meta de déficit fiscal primario anual de 2,5 por ciento incluida tanto en el acuerdo con el FMI como en la actualización del presupuesto nacional.