Con el inicio de la cuarentena, muchas personas tuvieron más tiempo libre. Es que aun los que debieron conjugar el trabajo con las tareas hogareñas y escolares de sus hijos, han visto reducidas sus actividades fuera de casa. Por otra parte, con un escenario laboral que se presenta muy incierto, hay quienes han aprovechado para capacitarse para contar con más herramientas de inserción. En este escenario, las diplomaturas dictadas en universidades se han visto favorecidas.
Es que, a diferencia de lo que sucede con una maestría o posgrado, su duración es mucho más acotada, lo que también implica que la inversión económica y de tiempo que demandan es menor. Por otra parte, se trata de formaciones específicas, pensadas para la actualización profesional, mientras los dos primeros se dirigen más a la especialización académica.
Además, la virtualidad ofreció una posibilidad a personas que viven alejadas del Gran Mendoza o que tenían poca disponibilidad de tiempo, lo que les impedía optar por este tipo de capacitaciones. En cambio, ahora pueden prepararse desde sus hogares, sin necesidad de trasladarse, y si bien hay clases que se dictan en horarios determinados, una gran parte del cursado se puede hacer en horarios flexibles.
Jimena Estrella, secretaria de Investigación, Internacionales y Posgrado de la UNCuyo, detalló que la cantidad de diplomaturas que se ofrecieron en 2020 se duplicó con respecto al año pasado. En 2019 se aprobaron 4 y en lo que va de 2020 ya se autorizaron 8 y hay 4 más en proceso. Así, si bien ha aumentado considerablemente el interés por las formaciones de posgrado y también la oferta por parte de la universidad, el crecimiento se concentra en estas capacitaciones más específicas, que le permiten al egresado perfeccionarse.
En el caso de las diplomaturas, se trata de cursados más cortos, de unas 120 horas, y para su aprobación no es necesario pasar por la Coneau (Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria), lo que agiliza el trámite. De todos modos, cuentan con la validación de calidad de la universidad, lo que asegura el mismo prestigio del título, e incluso algunas facultades prevén que ese recorrido sea reconocido en caso de cursar una maestría.
Estrella comentó que, en un contexto de incertidumbre, como el que ha acentuado la pandemia, las personas prefieren no asumir un compromiso tan largo como el de una maestría (2 años) o doctorado (5). Y si bien se exige un trabajo final para la aprobación de la diplomatura, el nivel de exigencia no es el mismo que con una tesis de posgrado.
Por otra parte, estas últimas capacitaciones tienen un carácter de actualización profesional, mientras maestrías y posgrados son más importantes para la trayectoria académica. Asimismo, al ser formaciones acotadas, su temática está más actualizada. Su costo también es un factor a considerar ya que, si bien varía mucho de acuerdo a la facultad, una maestría tiene una cuota promedio de $ 15 mil al mes, mientras una diplomatura completa –de 3 a 4 meses de duración- tiene un valor de $ 30 mil.
La UNCuyo ofrece, en la actualidad, 19 doctorados, 32 maestrías, 27 especializaciones (también de posgrado) y 60 diplomaturas. La virtualidad, plantea Estrella, ha flexibilizado el cursado y permitido que personas que viven lejos del campus universitario puedan participar. Pero también ha implicado una apertura a distintos públicos: por primera vez, en un posgrado de la Facultad de Ciencias Agrarias, de un total de 15 alumnos, 7 no son ex alumnos de la UNCuyo e incluso son de otras provincias.
También se ha incrementado el interés de extranjeros por los contenidos que se dictan en las formaciones de posgrado de la universidad. Si bien ya tenían una cohorte especial para extranjeros, para un grupo de estudiantes de Ecuador, ahora han notado una mayor participación de personas de otras nacionalidades en las especializaciones (lo que también es posible por el cursado virtual).
De ahí que, indicó Estrella, la mayoría de las facultades están pensando en mantener el cursado de posgrado a distancia en la medida en que la reglamentación lo permita, ya que esto favorece un mayor acceso por parte de estudiantes de distintas partes del territorio.
Marilyn Barzola, directora del área de Posgrado de la Universidad Juan Agustín Maza, coincidió en que se ha expandido la oferta de diplomaturas, ya que resultan atractivas para los profesionales. Es que si bien los títulos de especialista, magister o doctor son muy reconocidos en el ámbito académico, las primeras pueden modificar rápidamente el perfil profesional, ya que están pensadas para resolver problemas concretos de la vida laboral.
Para ilustrarlo, comentó que la UMaza brinda una diplomatura en Nutrición para el paciente con diabetes, que resulta muy útil a médicos, nutricionistas o agentes de salud que necesitan esa formación específica. También tienen otra de Psicofarmacología, que acaba de terminar, y otra de Servicios Farmacéuticos, que han ganado importancia en el contexto de la pandemia.
Se trata, detalló, de trayectos más cortos, que a lo sumo tienen dos años de duración y que responden a necesidades muy específicas. Sin embargo, como el proceso de aprobación dentro de la universidad es igual de riguroso que el de otras formaciones de posgrado y, además, están dictadas por expertos, permiten acceder a una certificación avalada por una institución reconocida.
Barzola detalló que hay personas que han aprovechado este momento particular para prepararse para el “día después”. Así, una de las diplomaturas que ofrecen es de Gestión estratégica del turismo vitivinícola, que lanzaron estimando unos 20 alumnos y ya supera los 50 inscriptos. Este interés, cuando hace más de 7 meses que no llegan visitantes a la provincia, evidencia que los interesados se anticipan a lo que vendrá.
La directora del área de Posgrado de la UMaza reconoció que la mayor disponibilidad de tiempo para capacitarse de la que se habló al principio de la cuarentena es relativa. Es que muchos siguieron trabajando en casa y tuvieron que acompañar a sus hijos en las tareas escolares. Pero la educación a distancia plantea un sistema con algunos encuentros virtuales con el docente experto, a la vez que una importante cantidad de actividades –prácticas, lecturas, tareas- se pueden realizar en los tiempos disponibles, en lugar de tener que cumplir con largos períodos de cursados presenciales (que solían concentrarse en jornadas completas los fines de semana).
Sobre los costos, Barzola detalló que una diplomatura, aunque con variaciones, suele tener una cuota mensual de unos $ 3 mil y generalmente se ofrece una bonificación por pago anticipado. En cambio, el valor del aporte para cursar una maestría o especialización ronda los $ 5 mil y destacó que se ha mantenido por la situación actual y resulta muy accesible.
La especialización suele tener una duración de tres semestres (año y medio) y la maestría de dos años. Sin embargo, se debe contemplar un año más para completar la tesis. En cambio, la mayor parte de las diplomaturas se extienden por unos 6 a 8 meses, tiempo que se puede extender si la capacitación incluye prácticas, y se debe aprobar, además de cada materia, un trabajo final integrador de todos los saberes.
Barzola comentó que la oferta de posgrado se estaba encaminando a la virtualidad, pero con un ritmo muy tranquilo, y que la pandemia los obligó a aplicar un cambio brusco. Esto incluyó la capacitación de los docentes, para que adquirieran las herramientas pedagógicas y tecnológicas necesarias para el nuevo contexto; y también para los alumnos. Esto, atravesados todos por múltiples situaciones personales. Sin embargo, este “tormentoso” primer semestre dio lugar a un segundo en el que la labor ha sido más fluida y se dejaron atrás los resquemores sobre la calidad de la educación a distancia. De todos modos, consideró que la presencialidad no va a desaparecer, aunque es probable que se llegue a un modelo que las incluya a ambas.
