El 2021 pasó y una de las grandes novedades que dejó en la industria vitivinícola fue la creación del Banco de Vinos de Mendoza, una herramienta de carácter intervencionista que apunta a controlar el stock vínico con el objetivo de mantener competitivos los precios. Sin embargo, más allá de que pudo salir al mercado como la ley lo indicaba y el Consejo Asesor autorizó la iniciativa, nadie ofertó y el banco cerró el año sin depósitos.
Alfredo Aciar, director ejecutivo del Banco de Vinos, explicó a Los Andes que la intervención del banco se dio porque hubo un error importante en el pronóstico de cosecha. En consecuencia, hubo más vino del que se esperaba en los cálculos. “Esto nos llevó a trabajar sobre la evolución del stock. A principios de noviembre, cuando se llegó a 5.5 meses de stock acumulado en bodega y con una inflación que le ganaba al precio del vino, se tomó la recomendación del Consejo Asesor de salir a captar depósitos. Sin embargo, el 17 de diciembre venció el plazo sin ofertas de depósitos”, contó
Si las condiciones estaban dadas para la intervención, ¿qué sucedió con los tenedores? Para Aciar, lo que pasó fue que en la primera semana de diciembre el precio logró recuperarse, luego de algunos meses planchado. “De alguna forma se cumplió con el objetivo de estabilizar el precio. El productor prefirió quedarse con el vino que dejarlo en el banco, pero detrás de eso está latente el tema del dólar. Ante una potencial devaluación, los tenedores prefieren tenerlo ellos”, argumentó.
Carlos Crotta, el representante de Bodegas de Argentina en el Banco de Vinos, remarcó que “por más que la ley diga que después de cinco meses hay que intervenir, el mercado está muy equilibrado por varios motivos”, por lo que se entiende que no haya habido depósitos.
Entre los motivos del equilibrio del mercado enumeró: “Primero está el precio. El productor no tiene la necesidad de salir a quemar un vino por plata. Por otro lado, no hay un mercado sobre ofertado de vinos. Y, después, algo que pasa en diciembre y enero históricamente, es que a poco tiempo de la cosecha los productores prefieren no vender y esperar a la cosecha. A eso se sumó la incertidumbre que generaron las elecciones y el desconocimiento acerca del banco”.
Mauro Sosa, director ejecutivo del Centro de Viñateros y Bodegueros del Este, declaró: “Desde la creación del banco siempre entendimos que el mercado no estaba demandando la intervención, pero en algún momento, quizás desde la parte más política, se indicó que el mercado estaba requiriendo una intervención para tonificar los precios. Lo aceptamos, pero siempre le hicimos saber al Gobierno que teníamos nuestras reservas de que tuviera alguna repercusión en un contexto en el que ya habían pasado las heladas, algunos eventos de granizo y un crecimiento en el mercado externo. Esto hace pensar que la gente difícilmente vaya a autobloqueo su stock por más que hubiese un interés de por medio”.
Asimismo, Sosa opinó que esto sucedió porque al productor le convenía quedarse con el vino y venderlo al mercado ahora, para lograr tener el dinero para los trabajos culturales previos a la cosecha.
Aciar planteó que desde el Estado pusieron una herramienta en el mercado y ellos mismos determinaron que no era necesario utilizarla. “El resultado lo dio el mercado. Si no se presentó oferta es que no hay excedente”, lanzó.
En tanto, Mauro Sosa consideró que no se puede saber si fue positivo el año del Banco de Vinos “porque el partido se suspendió”, por lo que no se puede hacer una evaluación. “Si sabemos que hay una herramienta que pretende ser intervencionista a favor de la tonificación de los precios, pero todavía no podemos ver cómo funciona en la práctica”, justificó.
“El éxito del Banco es relativo y depende de dónde se lo mire. Si tiene que intervenir, significa que el mercado está mal. Entonces, si no hubo acción, no significa que fue un fracaso”, destacó.
Objetivo cumplido
Alfredo Aciar, quien es el responsable de la política vitivinícola de Mendoza, consideró que esta herramienta ayudó a que el Gobierno lograra su cometido para 2021 con creces. “El objetivo principal es estabilizar los precios, de manera que no haya valores muy bajos, ni tampoco tan altos que no reflejen la calidad y después nos lleve a perder consumidores. Después, buscamos una justa distribución de la renta entre los actores de la cadena vitivinícola”, planteó.
Para el funcionario es positivo el año del Banco de Vinos. “Tuvimos precios que se mantuvieron en términos reales y el excedente está controlado”, consideró. Así mismo, estimó que no es necesario modificar la ley actual que indica que a los cinco meses de stock acumulado en bodegas el banco puede intervenir, ya que es el consejo el que decide cuándo se interviene o no.
“Cuando se decidió intervenir fue porque los consejeros decidieron mayoritariamente que salgamos. Una vez que salimos, el mercado se corrigió. No digo que haya sido por nuestra intervención, pero algo de la explicación puede estar por ese lado. Porque, aunque no se diga, se transformó en una herramienta de negociación”, sostuvo. “No quiero cantar victoria, pero esto es paso a paso y mes a mes”, completó.
Carlos Crotta, por su parte, valoró: “Fue una buena prueba y nos sirvió para darnos cuenta que no es suficiente con que la ley mande la intervención, sino que prima la oferta y la demanda. El precio se acomodó solo, sin la intervención del Estado”.
Lo que se puede mejorar
Uno de los puntos donde los entrevistados por Los Andes coincidieron es que por más que haya cinco meses de stock en las bodegas, eso no es sinónimo de excedente de vino. “Es cierto que estaban los cinco meses de stock, pero en realidad hay mucho vino que no está para ser comercializado. A nivel de calidad, lo disponible es mucho menos”, estimó Aciar.
En la misma línea declaró Carlos Crotta, quien consideró que “muchas veces hay cinco meses de stock, pero no alcanzan las exigencias de algunas bodegas. No todo el vino es apto para el consumo”.
El director ejecutivo del Centro de Viñateros y Bodegueros del Este fue un poco más allá y propuso mejorar este aspecto: “Hay que hilar muy fino para ver cómo está distribuido entre las bodegas y los elaboradores el stock. Eso es un trabajo que deberían hacer las autoridades y el INV”, planteó.
Otro punto a aclarar podría ser el de la rentabilidad. “El productor especula con que puede conseguir un poco más. En vísperas de una cosecha que se sabe que va a ser normal, la expectativa es que el precio va a subir. No tendría mucho sentido tenerlo guardado”, explicó Crotta.