El Gobierno nacional tomará medidas para mitigar el aumento en el precio de la carne vacuna que comprende descuentos para los consumidores y también beneficios para las carnicerías que adhieran.
Tras el aumento en el precio de la carne vacuna que rondó en un 40%, el Ministerio de Economía comenzó a diseñar un plan para aminorar el impacto del aumento en el bolsillo de la gente.
Por el lado del consumidor el plan prevé que accedan a descuentos del 10% para la compra de carne si lo hacen con tarjetas de débito y en las carnicerías adheridas a la iniciativa, informó Télam.
De esta forma, los consumidores podrían recibir reintegros en sus compras de hasta $1.000 por transacción.
Para incentivar la adhesión de las carnicerías al programa, desde el Ministerio de Economía anticiparon que “van a tener el beneficio de pagar solo el 10% de la alícuota correspondiente del régimen de autónomo”, lo que implica un descuento del 90% en el monto de la misma.
Después de un 2022 con sobreoferta cárnica debido a la sequía que obligaba a vender animales antes de tiempo, la disminución en el ingreso de hacienda comenzó a hacerse sentir y fue uno de los factores que influyó en el valor de la carne.
Ante esta situación, en la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación están definiendo medidas de incentivo para aumentar la oferta de hacienda, que podrían anunciarse también en los próximos días.
Carniceros dudan de la medida
De momento, no ha habido una comunicación formal o una publicación exacta del gobierno sobre las medidas, y por eso varios empresarios de la carne dudan de si realmente se podrá llevar a cabo. En el caso del mercado local, José Rizzo, presidente de la Cámara de Abastecedores de Carne de Mendoza, afirmó que están a la espera de los detalles. “No tenemos ni idea, estamos absolutamente nulos. Desde la cámara de frigoríficos y abasteros estamos esperando a que alguien nos diga algo”, comentó Rizzo sobre la falta de precisiones.
En una nota reciente para este medio sobre el aumento de la carne, un ganadero bajo reserva de nombre afirmaba temer que el Estado volviera a meter mano en el mercado ganadero, como se hizo antes con las restricciones a exportaciones. “Con las cifras del año pasado, el productor la pasó muy mal, ahora que varió veremos si se sostiene. Igualmente, nosotros no manejamos los precios y no definimos nada en ese sentido por lo que esperemos que desde el Gobierno no quieran intervenir como en otras oportunidades, porque además los costos siguen siendo muy altos”, comentó este ganadero.
Por su parte, en declaraciones a Clarín, Leonardo Rafael, presidente de la Cámara Argentina de Matarifes y Abastecedores (Camya) comentó que la medida es difícil de implementar: “No la veo porque al no estar registrado el 80 por ciento de las carnicerías no sé quién va a poder sacar los posnet. Además, para que te descuenten el IVA necesitás tener una cuenta y estar inscripto, y las carnicerías no están inscriptas. Esto es no conocer la realidad de la calle. Esto pasa cuando no convocás a los actores responsables de esa parte de la actividad, en este caso a nosotros o a los carniceros. Así sacan medidas que no son aplicables. Lamentablemente, porque nosotros lo que más queremos es que se blanquee la calle”.
Raúl tiene desde hace veinte años una carnicería en la que vende en promedio cuatro medias reses por semana y tampoco ve la idea con muy buenos ojos. “El negocio de las carnicerías es todo negro. Por supuesto que acá el que quiere puede pagar con débito, pero nosotros lo que menos queremos es que nos paguen con tarjeta porque te sacan el diez por ciento entre comisiones de bancos o ingresos brutos”, dice, y agrega un ejemplo que cualquiera conoce bien: “Si me hacés una compra de 12.000 pesos, en efectivo te la dejo a 11.000″.
Según Raúl, si los locales de barrio se vieran obligados a blanquear todas sus ventas “desaparecerían del mapa” y solo quedarían las cadenas y los supermercados. Las cuentas, asegura, están muy finas para las carnicerías con los precios actuales, y la subsistencia depende de la habilidad para extraer el máximo beneficio de la media res.
Por ejemplo en su barrio, el espinazo es la parte más difícil de ubicar, y el asado durante los meses de invierno. “Ahí hay que poner ofertas o salir a ver si se puede colocar en alguna obra. La mayor demanda de carne se concentra en cinco o seis meses por año y hay que aprovechar. Ahora los precios vienen atrasados y no es acá donde el Gobierno tiene que apretar sino más arriba. Hoy salió que los frigoríficos tienen guardada un montón de carne para pagar menos ganancias, que apunten ahí”, dice.
Otro comerciante, Rafael, consideró que no hay medidas concretas que el Gobierno pueda implementar en el corto plazo para contener el precio de la carne porque se trata de precios que venían retrasados. “Es lo mismo que querer condenar la inflación”, dice. En la misma línea se expresaron hace pocos días desde el sector productivo. El coordinador de la Comisión de Carnes de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Carlos Odriozola afirmó que el alza que se está observando en el precio de la carne vacuna es “una normalización y adecuación de los valores retrasados del año pasado, producto de un mercado interno deprimido por los flacos bolsillos de los consumidores, un mercado mundial con precios en retroceso, un tipo de cambio depreciado y malas políticas ganaderas que afectaron el normal funcionamiento del negocio”.
