La caída de las exportaciones de vino a granel no es ninguna novedad para Argentina. Así lo reflejan los números mensuales que comparte el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), donde se puede apreciar una merma acumulada del 40,9% respecto a 2021, donde ya se había registrado un 40% menos que en 2020. Pero este panorama parece complicarse aún más, donde la pérdida de competitividad del país se puede combinar con una baja cosecha en 2023.
Así lo entienden referentes del sector granelero, quienes vienen de participar en la World Bulk Wine Exhibition, la feria más importante para el segmento, que se realizó los pasados 21 y 22 de noviembre en Ámsterdam. En diálogo con Los Andes, los productores reconocieron que Argentina está muy por encima de los precios más convenientes del mercado y que fue difícil concretar acuerdos debido a la incertidumbre que genera el nivel de la cosecha próxima.
“El año 2023 es complicado para el mercado de exportación de graneles, porque ya sabemos que la vendimia que viene va a ser menor a la cosecha pasada, lo que se suma al atraso cambiario y la inflación. Todo eso es un cóctel explosivo para la industria”, dijo Emanuel Carbonero, de Bodega Familia Carbonero (Don Cayetano S.A.). Desde su punto de vista, cuestiones macroeconómicas como la inflación y el atraso cambiario “los deja fuera del mercado”.
El hombre del Este mendocino, resaltó: “Hay mucha diferencia con Chile, que es nuestro principal competidor, porque ellos tienen tratados de libre comercio en gran parte del mundo y nosotros prácticamente con nadie. Es muy difícil salir a vender el vino argentino a granel, por eso tenemos los números que tenemos este año. Se caen los mercados, se caen los clientes y no es que dejan de comprar vinos, se abastecen de otros. Una vez que los perdés, es muy difícil recuperarlos”. Asimismo, anticipó: “Si no hay una corrección del tipo de cambio y se aplica un dólar diferencial para el vino, las exportaciones van a tener una caída en los despachos muy grande”.
Desde el Sur provincial, Sebastián Librici, responsable de Comercio Exterior de Bodega Araujo, de Villa Atuel, San Rafael, comentó que la cosecha que se viene “va a ser durísima”, aunque todavía no estén los números definitivos de cuánto producirá el país. Y en cuanto a la competitividad internacional, señaló: “Es notoria la agresividad de los precios que tiene un país como Australia. Obviando las diferencias en la calidad de los vinos, ellos tienen algunos en apenas centavos de dólar australiano por litro y nosotros estamos lejos de eso”.
Por su parte, René Alarcón, director general de Juviar S.A., marcó que una de las desventajas de Argentina es que cuesta mostrar una estabilidad como país proveedor en el exterior. “Eso es algo natural por la estructura de la vitivinicultura argentina, donde fundamentalmente se abastece el mercado interno, sigue un negocio bastante estable con los embotellados y luego el granel. El problema es que hay una variación bastante amplia de los volúmenes que vamos a ofrecer al mercado. Aún así, Argentina ha logrado hacer un negocio más estable en los graneles varietales, quedando un poco afuera de los genéricos, que son los más económicos”, explicó.
“Hacia delante, la perspectiva es bastante dura. Hay exceso de inventario de vinos, principalmente en Australia, Chile, Sudáfrica, España e Italia, sobre todo en tintos. A eso se le suma que Estados Unidos está presentando números de consumo a la baja. Va a haber niveles de precios internacionales bastante deprimidos”, anticipó.
A su turno, Gustavo Clop, de Bodega Los Clop, coincidió en lo complicado que será el negocio a granel con un pronóstico de cosecha tan bajo. Así mismo, reconoció que es muy complejo competir a nivel internacional por los precios que establecen otras industrias. “Creo que el Malbec y la calidad es lo distintivo y con lo que puede pelear la vitivinicultura argentina en este momento. Hoy con los precios de los graneles de Europa, principalmente España, es muy difícil o imposible competir. Más teniendo en cuenta el daño que han hecho las heladas”, dijo.
Buenas sensaciones, pocos acuerdos
La participación argentina en la feria neerlandesa World Bulk Wine Exhibition dejó algunas buenas sensaciones para los productores. Sin embargo, las negociaciones con los futuros compradores no se dieron en las óptimas condiciones. “Noté que la postura de las bodegas argentinas que estuvimos presentes en Ámsterdam fue de tratar de generar un contacto y una relación con los potenciales clientes, pero sin la posibilidad, por una cuestión de seguridad, de confirmar el precio. Dependiendo de los volúmenes disponibles, las bodegas van encarando su negocio. En nuestro caso, tratamos de cuidar lo que tenemos disponible, pensando que en 2023 vamos a tener alrededor del 60% menos, dándole prioridad a nuestras marcas de vino. Eso no quiere decir que si hay un negocio concreto en granel no vayamos a analizarlo”, señaló Sebastián Librici de Bodega Araujo.
Gustavo Clop reconoció que las expectativas de cerrar acuerdos bajaron un poco en la feria luego de las contingencias climáticas de las últimas semanas. “Teníamos reuniones ya pactadas con clientes, pero todo se dio con mucha cautela a la hora de cerrar, porque no sabemos qué va a pasar con la producción”, declaró.
Para Emanuel Carbonero, volver a la presencialidad plena en este tipo de encuentros es clave para el vínculo entre compradores y vendedores, pero reconoció que la pérdida de competitividad de la moneda argentina no dejó el mejor panorama para las bodegas. “En general, no se concretan muchos acuerdos, pero es el puntapié inicial de futuros negocios y es la continuidad de otros ya iniciados. Ayuda para reencontrarse con clientes y poder proyectar el año venidero”, contó.
En tanto, el director general de Juviar S.A hizo foco en la calidad argentina y una buena noticia que dejó la feria: la consagración de diez vinos argentinos con medallas de Gran Oro, Oro y Plata en la International Bulk Wine Competition, el certamen más importante para el rubro. “Argentina puede estar súper orgullosa de la evolución que ha tenido con sus graneles en los últimos años y se ve como un país líder en ese segmento, con una participación muy sólida e importante, con muchas bodegas. Hubo una altísima participación de Argentina en las medallas del concurso. Siempre se ha ganado una gran cantidad de reconocimientos. Los vinos que está presentando el país son de muy buena calidad y tiene consistencia en este sentido”, destacó.
Vinos Orgánicos, la carta ganadora
En un complejo panorama, la producción de vinos orgánicos certificados puede ser la forma en la que los productores argentinos logren cautivar los mercados internacionales, priorizando el valor agregado y la calidad por sobre un bajo precio. Por caso, uno de los acuerdos que sí pudo cerrar la Bodega Familia Carbonero fue relacionado con este tipo de vinos, como lo contó Emanuel Carbonero.
El representante de Bodega Araujo, puntualizó que los compradores cada vez hacen más foco en la sustentabilidad y los vinos orgánicos: “Es cada vez más fuerte lo vinculado a sustentabilidad y ni hablar de la producción orgánica, que en nuestro caso sirve como valor agregado para defender los precios, porque si los comparamos con otros países, estamos un poco más altos. Tenemos la suerte de tener ese nicho”, detalló.
Desde Bodega Los Clop, también lo entienden así y han decidido apostar a esta producción: “Este año vamos a tener la primera cosecha orgánica certificada, eso nos genera mucha expectativa y creemos que nos puede sumar un poco en el mercado, más allá del precio”, completó.