Detrás del portón, el piso es de ripio. Tiene un determinado encanto de rusticidad apoyado por los elementos de decoración que buscan sencillez y un clima amable; mobiliario de madera, plantas verdes y una guarda de cuerdas que -cortadas a distinta altura- dibujan un perfil más arquitectónico bajo cielo abierto. Es el mismo juego visual que propone a la vista una galería de carros, de rodados que están ahora en un punto fijo. Así es YEKA, el reciente parque de food trucks, que construyeron los hermanos Dolinsky.
Luego de buscar un lugar más céntrico, las instalaciones en calle Juan B. Justo comenzaron a delinearse tiempo después de que en 2021 cerró el Mendoza Food Park, situado en la calle Progreso, a metros del mayorista Oscar David, en Guaymallén. Era un predio de 3.000 m2 con una barra de 360° para la venta de bebidas, y ofrecía comida árabe, india, mexicana, alemana, pizza, pastas, comida vegetaría, vegana y otras opciones de corte criollo.
Con distintos calibres, según la estacionalidad, el punto fijo para un foodtruck es una opción de negocio. Recordemos que durante la temporada de Vendimia, en el espacio Arizu, sobre calle San Martín, en Godoy Cruz, funcionó “Vinito club”, un lugar pensado para que 250 personas puedan disfrutar de distintas propuesta gastronómicas en foodtrucks, además de degustaciones de vino y espectáculos artísticos locales.
“Maipú está interesado en desarrollar también un espacio fijo para food truck privado, ellos entienden que es una buena posibilidad para generar trabajo apuntando a un proyecto de triple impacto”, señaló Federico Dolinsky.
El empresario comentó que algunas marcas, como Cactus Cacheuta, tienen dos o tres food truck y apuestan a los puntos fijos pensando en el futuro del negocio. “Estos lugares van a ser muy importantes; en Chile, por ejemplo, se han buscado zonas para darle a los food truck y en algunos casos funcionan en la calle en puntos fijos, sin molestar a restaurantes ni a la ciudad”, puntualiza Dolinsky.
Además, el concepto de “al paso”, democratiza también los espacios y le permite al público abrir las puertas a otras ideas e intercambios culturales por medio de la comida. De esta manera la propuesta del food truck es inclusiva y su valor está expresado en la cantidad de público que lo demanda.
“El punto óptimo para el funcionamiento de un parque de esta característica está dado por la cantidad de horas que permanece abierto. En el caso de YEKA, por el estudio de mercado que hicimos, calculamos una rotación de 800 personas diarias y que crecerá hacia el fin de semana. Es muy fuerte la zona y hay 10 propuestas que traccionamos juntas en las redes sociales”, concluyó Dolinsky
Legislar la gastronomía sobre ruedas
En la provincia se trabaja en una ley que regule la actividad y establezca un “Registro Provincial de Vehículos Gastronómicos”. Para elaborar este proyecto se ha recurrido a las normas establecidas en el Código Alimentario Argentino, además del asesoramiento del Departamento de Higiene de los Alimentos del Ministerio de Salud y a los parámetros de base que establece la ley Provincial de Movilidad y transporte de personas y cargas vigente, Ley provincial Nº 9086.
Con esta norma, se definirá por “food truck” a todo coche automotor, módulo autoportante o remolcado que se encuentra adaptado para la elaboración y/o expendio y/o comercialización de alimentos y/o bebidas bajo las condiciones de adecuadas de salubridad y requerimientos mecánicos para circular por la vía pública. En el proyecto, de 20 artículos, se parte del objetivo de establecer un régimen general para la habilitación de los vehículos que prestarán servicios en espacios públicos y eventos privados con acceso de público.
En el artículo séptimo se detalla: “Los titulares de Vehículos Gastronómicos deberán solicitar la habilitación para la elaboración, expendio y comercialización de alimentos y/o bebidas que la autoridad de aplicación autorice”.