De acuerdo a un informe de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), los consumidores están pagando, en promedio, 4,67 veces más de lo que reciben los productores. Esto se da en medio de un contexto inflacionario, con alta incidencia del rubro alimenticio.
A fines de abril, el Gobierno Nacional presentó siete medidas económicas para controlar los precios, con el foco puesto en alimentos y bebidas (además de controles a la industria y al sector exportador). No obstante, este fue el rubro que más aumentó desde entonces. En mayo, la escalada inflacionaria no se detuvo. Productos como la leche, las pastas, los panificados y las carnes, encabezan la lista de los incrementos.
Entre las medidas más destacadas, se encuentran las sucesivas renovaciones del programa Precios Cuidados, en donde se pude ver, por ejemplo, que la leche larga vida tiene un precio de $ 65 (Los Apóstoles) y en un año se incrementó un 37%. Sin embargo, por fuera del programa, y si se consideran las primeras marcas, ya no se consiguen productos por menos de $ 100 en los supermercados locales.
En el caso de las carnes, el Gobierno renovó el acuerdo con supermercados y comercios para vender 11 cortes a valores económicos (carne picada a $ 265 por kilo, vacío a $ 499, tapa de asado a $ 429 y cuadrada o bola de lomo a $ 515 por kilo). Los mismos se venden en grandes supermercados y en las carnicerías de la cadena Friar. Sin embargo, fuera del programa las carnes se incrementaron un 65% en el último año, 20 puntos por encima de la inflación general.
La incidencia de los impuestos
De cada $ 67 que se pagan por un litro de leche (promedio entre las más económicas), $ 18 son impuestos, de acuerdo con los datos de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA). Así, del precio final pagado por el consumidor, el 89,2% son costos, el 26% impuestos y -15,2% son pérdidas de la cadena. De esos impuestos, el 78% son nacionales, el 18% provinciales y 4% municipales.
David Miazzo, economista jefe de FADA, consideró que en un contexto donde el 42% de la población es pobre, debería ser fundamental mejorar el acceso a alimentos de primera necesidad con políticas que no generen distorsiones en el sistema productivo y sea coherente con el tratamiento de otros alimentos.
Sirve de ejemplo el caso del pan, cuyo valor se multiplica por siete desde que sale como trigo del campo, hasta que llega a la mesa. De $ 135, precio promedio que cuesta un kilo de pan, $ 29 pesos son impuestos. La carga impositiva es mayor que lo que cuesta producir el trigo y hacer la harina para ese kilo de pan.
En tanto, la carne, según el titular de FADA, es el producto más afectado por la “mochila” de los impuestos. De $ 531 de precio promedio por kilo, $149 son impuestos. Esa situación explica, en gran parte, la brecha que existe en lo que paga el consumidor y lo que recibe el productor.
El precio de la leche
La leche entera o descremada, larga vida, por litro se vende en los supermercados mendocinos desde $ 55,85 (Armonía, según Precios Cuidados para Cuyo), hasta $ 115,70 (La Serenísima en botella). Sin embargo, en un recorrido realizado por Los Andes, se advirtió que los artículos más económicos son los primeros en agotarse, y en general los consumidores se encuentran con artículos que rondan o superan los $100.
Según Leonardo Guercio, propietario del tambo que lleva su nombre, gran parte del precio de la leche se debe a costos asociados al producto principal. “En tranquera de tambo, el precio es de $ 30. Luego se procesa y se distribuye en al menos dos fletes antes de llegar a la góndola”, explicó.
En su caso, la leche se vende en la puerta del tambo directamente a los consumidores en $50, precio que asegura le sirve por el momento, y por lo menos por los próximos 30 días, cuando tenga que volver a comprar maíz, y si este sigue subiendo, se verá obligado a corregir los precios. “Hay que mantener los precios porque los salarios no se han movido, y la gente no tiene dinero”, destacó.
El aumento en la leche se traslada al resto de los lácteos, y por ejemplo el queso cremoso lo venden a $400 por kilo. El empresario señaló que en tres meses este producto sufrió un incremento del 33%, debido a que “se requieren 100 litros de leche para producir 13 kilos de cremoso, aproximadamente”, a $30 el litro de leche, “no se puede vender a un precio menor”.
Guercio señaló que lo mismo sucede con los quesos duros. “Se necesitan 100 litros de leche para 8 kilos de sardo fresco, y a $600 en que está, está desactualizado”, apuntó. Los precios señalados por el tambero se ofrecen al público, pero también se venden a mercados de barrio que luego remarcan para cubrir sus costos, y obtener sus ganancias.