Los comités de riesgos de los bancos están en alerta máxima. Saben que desde el 1 de enero se les incrementará en gran medida la mora, tanto en tarjetas como en préstamos personales.
Hoy el stock es de $ 436.000 millones en personales -crecieron sólo 10% anual- y de $ 850.000 millones en financiaciones a través de las tarjetas de crédito (crecieron 58% anual), que en septiembre tuvieron la segunda refinanciación que dispuso el Banco Central, con tres meses de gracia.
Por lo tanto, desde enero deberán pagarla primer cuota, que entrará dentro del pago mínimo, que por lo tanto se va a encarecer, junto con otros consumos de diciembre, que estacionalmente es un mes de mayores gastos.
Además, todos los créditos personales que no se paguen pasan automáticamente al final del crédito, hasta el 31 de diciembre, y la gente no tiene mayores ingresos como para poder afrontar tantos gastos, porque todavía no hay una reactivación económica.
“Hoy todos los bancos saben que va a haber mucha gente que va a dejar de pagar. En realidad ya dejaron de pagar, pero como todo se refinanció y se pateó para más adelante, va a quedar blanqueado recién desde enero, y lo verán reflejado en sus balances desde febrero y marzo”, advierte el analista Christian Buteler.
Los bancos, entonces, ya armaron fuerzas de mora temprana que te llaman a la semana de vencida tu tarjeta o crédito, pero mucho más no pueden hacer.
De hecho, tampoco los bancos pueden calcular a cuánto se les irá la irregularidad en la cartera de crédito porque todo quedó bajo la alfombra de esas refinanciaciones automáticas.
“Los bancos están muy preocupados por eso. Desde enero empezará a quedar más al descubierto la realidad, pero no es algo que se de en un día”, recalca Buteler.
Pablo Repetto, de la consultora Rubinstein, señala que los mecanismos por los que se dieron créditos a monotributistas y autónomos a tasa 0% explican la suba de préstamos con tarjeta y que si no fuera por ese motivo hubieran crecido menos: “Ese efecto de préstamos a tasa cero vía tarjeta de crédito debe haber sustituido préstamos personales, que al tener tasas mucho mayores no se tomaron”.
A su criterio, en la medida que se reactive la economía y haya más demanda de personales (o comerciales) el Tesoro va a encontrarse con un riesgo de provocar crowding out, ya que para financiar el déficit quieren usar el mercado de pesos y le sacaría oferta de créditos a privados.
Andrés Mendez, titular de AMF Economía, entiende que las refinanciaciones (casi compulsivas) que se realizaron de los saldos deudores en cierta forma evitaron una mayor morosidad y propiciaron cierto “aire” para los usuarios de tarjetas.
A su juicio, la pandemia y su impacto negativo sobre los ingresos y la movilidad de las personas ha sido propicio para los márgenes de pedaleo que da la tarjeta. “No fue momento para pedir un personal, un hipotecario o un prendario cuando temés por tus ingresos (y por tu salud). Posiblemente, en 2021 esas líneas cobren vigor una vez que se disipen los fantasmas de año actual”, vaticina Méndez.
A su vez, asegura que los “agujeros” de ingresos fueron cubiertos por la tarjeta y por pequeños ahorros, aprovechando en este caso la significativa valorización del dólar.
Fausto Spotorno, de OJ Ferreres, suma que el Ahora 12 y las refinanciaciones fueron un impulso al consumo con plásticos. G
ustavo Neffa, de Research for Traders, agrega que la pandemia potenció bastante el ecommerce con tarjeta. Además, los préstamos personales son siempre los más caros para los individuos porque no tienen garantía, y al encarecerse el costo en los últimos meses, sumando a la baja del poder adquisitivo del salario y las malas perspectivas económicas, genera un temor a endeudarse más.