Adrián Vargas es enólogo de Atamisque y forma parte del equipo de Philippe Caraguel, director enológico de la bodega. Junto con Jean Etienne Beaune, trabajan para desarrollar una de las bodegas más emblemáticas del Valle de Uco. Durante esta conversación con Los Andes, aseguró que los consumidores están evolucionando y buscando otro tipo de vinos. Además, adelantó qué se puede esperar de la añada 2024.
-¿Cómo viste la cosecha 2024? ¿Con qué caldos te encontraste?
-La cosecha 2024 fue una cosecha de muchísima adrenalina. Muy, muy buena cosecha, de bastante calidad. Nosotros, particularmente en nuestra propiedad, tuvimos algo de disminución de uvas, lo cual redujo la cantidad, pero bueno, hubo una calidad sobresaliente.
-¿Por qué la adrenalina?
- En el caso de los blancos, se logró una muy buena madurez, aunque enfrentamos un poco de calor excesivo hacia la etapa final de la vendimia, que, sin embargo, tuvo repercusiones importantes en los caldos de 2024. En cuanto a los tintos, logramos una madurez muy pareja, aunque al principio se atrasó un poco. Esto nos llevó a una cosecha más larga, pero ordenada, permitiendo alcanzar la madurez óptima en todos los varietales.
-En términos de gestión y estrategia, ¿qué desafíos enfrentaron y cómo los superaron?
-El principal desafío fue manejar el calor excesivo hacia el final de la madurez. Adaptamos nuestras técnicas de cosecha para asegurar que las uvas alcanzaran su punto óptimo de maduración sin perder calidad. Esto implicó un trabajo muy coordinado y un monitoreo constante de los viñedos. También fue clave ajustar el tiempo de cosecha para los tintos, permitiendo un escalonamiento que, aunque alargó el proceso, resultó en una cosecha ordenada y exitosa.
-¿Cuáles son los resultados? ¿Qué vinos vamos a ver de Atamisque en esta cosecha?
- Puedo adelantar que veremos vinos con características muy buenas en general. Los perfiles de frutas frescas son destacados, los vinos resultan bien expresivos, aromáticos, con buena tipicidad varietal. En nuestro caso, debido a la menor producción, hemos notado un aumento en la concentración de los vinos, resultando en caldos un poco más golosos, con más amplitud en boca y un final más pronunciado. Esto se debe a que menos uvas permiten vinos más concentrados.
-¿Cuál es el requerimiento de los mercados hoy?
- Hemos experimentado un crecimiento significativo en el mercado doméstico en los últimos años, gracias a un sólido trabajo de posicionamiento de marca. Actualmente, estamos en una situación donde el 70% de nuestras ventas son en el mercado doméstico y el 30% en exportación, lo cual representa un cambio notable respecto a años anteriores. En cuanto a las exportaciones, el primer trimestre fue muy débil pero hemos visto una reactivación hacia el inicio del segundo trimestre con la entrada de nuevas órdenes. Por otro lado, el mercado doméstico ha mostrado un crecimiento inesperado, impulsado por la apertura de nuevos puntos de venta y distribuciones, lo cual ha compensado la debilidad inicial en exportaciones.
-¿Cómo ves al consumidor argentino?
-El consumidor argentino ha evolucionado notablemente en los últimos años. Se ha vuelto más dinámico, inquieto y buscador. Ha comenzado a explorar más allá de las tradiciones establecidas y a abrir su mente a nuevas experiencias. Creo que este cambio ha sido crucial para nuestro crecimiento en el mercado interno. Aunque somos una bodega relativamente pequeña, siempre hemos ofrecido una variedad amplia de vinos, desde blancos frescos como el Viognier, Sauvignon Blanc y Chardonnay hasta tintos como el Malbec, Pinot Noir y el Cabernet Franc, que hemos tenido desde hace muchos años y que ahora están ganando popularidad. Este portafolio diverso y anticipado a las demandas del mercado nos ha posicionado favorablemente en la aceptación del consumidor argentino.
-¿Cómo analizás al consumidor argentino perfilado para los blancos?
- Es parte de la inquietud que se ha generado en el mercado doméstico. Históricamente, el consumidor argentino ha sido muy conservador y tradicionalista, privilegiando los vinos tintos, especialmente el emblemático Malbec que dominó durante años. Sin embargo, en la última década hemos presenciado un cambio significativo. Los consumidores están explorando más, abriéndose a nuevos varietales tintos y, notablemente, volcándose hacia los vinos blancos.
-¿A qué se debe este cambio hacia los blancos?
-Creo que este cambio está respaldado por una mejora continua en la calidad de los vinos blancos. La industria vitivinícola argentina ha realizado avances significativos en investigación y desarrollo, involucrando nuevas generaciones de enólogos y técnicos. La comunicación sobre el vino blanco también ha evolucionado, desmitificando viejas creencias y enfatizando la calidad y versatilidad de estos vinos. Hoy en día, los vinos blancos argentinos están ganando reconocimiento por su calidad superior y su capacidad para acompañar una amplia gama de platos y ocasiones.
En general, estamos viendo una creciente aceptación y adopción de los vinos blancos en el mercado argentino. Cada vez más, los consumidores eligen blancos como opción preferida, incluso junto a la clásica parrilla argentina. Este cambio cultural se refleja en una mayor presencia de vinos blancos en reuniones y eventos, donde antes dominaba la cerveza. Es un movimiento que refleja una mayor sofisticación y aprecio por la diversidad de opciones enológicas que ofrece Argentina.
-¿El turismo y la comunicación que papel juegan?
-Creo que el turismo ha sido fundamental en esta reconversión vitivinícola en Argentina. El país ha sabido combinar la producción de vino con una propuesta turística única, algo que históricamente ha sido un éxito en otras partes del mundo. Las bodegas argentinas, tanto las establecidas como las nuevas, han comenzado a integrar el turismo como parte central de sus operaciones. Esto ha representado un cambio radical. Aunque no tengo una experiencia directa con las propuestas genoturísticas globales, sé que Argentina ofrece una propuesta muy interesante, sin nada que envidiar a otras regiones, aunque siempre hay cosas que aprender. Los visitantes aquí se sienten atraídos por una variedad de alternativas: diferentes bodegas, diversas regiones y opciones tanto para alojarse dentro de las bodegas como en el centro de Mendoza, contratando tours enológicos que ofrecen una experiencia única.
-¿Cómo ha evolucionado específicamente el turismo enológico en Argentina?
-El turismo enológico en Argentina ha crecido exponencialmente en los últimos años. Desde ofertas más masivas hasta experiencias exclusivas dirigidas por sommeliers para un público selecto, las agencias ofrecen una gama diversa de opciones. Los turistas pueden disfrutar desde alojamientos rústicos en medio de los viñedos hasta tours sofisticados y educativos que exploran la cultura y la historia vitivinícola de la región. Este enfoque integral no solo promueve el turismo, sino que también educa y enriquece la experiencia del visitante.
Además de impulsar la economía local a través del turismo y la venta directa en las bodegas, esta sinergia ha fortalecido la identidad cultural de Mendoza y otras regiones vinícolas argentinas. Los visitantes no solo disfrutan del vino, sino que también aprenden sobre el proceso de producción, la historia del lugar y la pasión de quienes están detrás de cada botella. Esto ha elevado la percepción de los vinos argentinos a nivel internacional y ha posicionado a la región como un destino líder en turismo enológico.