Economía versus medio ambiente: falta de educación y conocimiento en el tema

Economía versus medio ambiente: falta de educación y conocimiento en el tema

La preocupación por el crecimiento sin límites, que es algo así como el eje central de la economía del mundo, está relacionada de manera directa con los problemas climáticos que serán, sin dudas, factores limitantes de ese proceso expansivo en el que hoy está embarcado el mundo productivo.

La crisis ambiental ya afecta al mundo y se debe, en gran parte, al poco conocimiento de la mayoría de la sociedad mundial sobre el uso o consumo de los recursos naturales en simultaneidad con el uso abusivo de éstos por las minorías más desarrolladas.

Esto ocurre ahora pero no es un fenómeno nuevo, sólo es más visible, debido al explosivo crecimiento basado en la evolución casi revolucionaria del conocimiento aplicado al desarrollo de los países.

En el mundo de hoy, el concepto de mercado ha llegado a ser universal. A través de años y culturas dicho concepto se ha generalizado constituyendo una nueva base generacional.

El individuo economizado, según Enrique Leff (La complejidad ambiental - Siglo Veintiuno 2003, México) ya no precisa pensar para vivir, sólo tiene que adaptarse a los dictados de las leyes del mercado, y el vínculo de la ciencia con la producción ha orientado el desarrollo del conocimiento hacia el proceso económico usando la globalización como herramienta de difusión y crecimiento en detrimento de otros avances que podrían haber dotado complementariamente al mundo actual de mejores condiciones y calidad de vida, en especial aquellos que incluyen la protección del medio ambiente en los procesos económicos.

En resumen, según este autor, la naturaleza ha sido mercantilizada y nuestro conocimiento está afectado por la incertidumbre, la ignorancia y el conflicto de valores cuya mayor expresión es percibida hoy por estados y mercados que infelizmente no sintonizan con el medio ambiente.

De acuerdo con este último concepto, los problemas ambientales están relacionados hoy con la generalizada falta de educación y conocimiento de la sociedad pero también con la avaricia económica y el desafío del lucro.

Debido a esto los dirigentes políticos de cada Estado son fuertemente responsables por la falta de fomento de políticas proteccionistas del medio ambiente, al mismo tiempo que de generar acciones educacionales para sus respectivas poblaciones.

La educación debe preparar a las nuevas generaciones con el fin de que éstas puedan aceptar un cierto nivel de incertidumbre en los fenómenos climáticos, pero también para hacer todo lo bueno que se pueda de modo que los riesgos de eventos catastróficos disminuyan; es sabido que prevenir siempre resulta mejor que lamentar, y la educación apunta a eso.

El mundo es responsabilidad de todos y el intercambio del saber es imprescindible, tanto del científico como del popular, rico en tradiciones y vivencias. Este proceso facilita la identificación temprana de los fenómenos ambientales y constituye el primer paso para la toma de decisiones que hacen a la protección, seguridad y bienestar de los pueblos.

Sin embargo, los conceptos de educación ambiental no parecen ser suficientes cuando se dan fenómenos masivos, como por ejemplo el brutal crecimiento de la población especialmente en las últimas décadas, cuya consecuencia es la generación de desequilibrios que presionan de manera directa a los recursos naturales y a la ciencia, cada vez más obligada a encontrar soluciones sustentables a la mayor demanda de alimentos y medios de subsistencia.

A su vez, esta necesidad, es el principal argumento de los sostenedores de la carrera productiva a toda costa. Así el uso cada vez más intensivo de plaguicidas, herbicidas, fertilizantes, semillas híbridas y modificaciones genéticas, además del sobrerriego producen cambios en su mayoría negativos, desde el punto de vista ambiental, con consecuencias en la calidad de los suelos y principalmente del agua y efectos en los tiempos presentes pero con la mayor preocupación en el largo plazo, cuando la biosfera terrestre podría encontrar riesgos mayores de contaminación.

En términos de sustentabilidad es muy importante la biodiversidad, por lo que ésta tiene que ser cuidada y mantenida porque además no es contradictoria con las leyes del mercado, sólo requiere inteligencia y sensibilidad para ensamblar mecanismos con el fin de cumplir los dos propósitos, económico y ecológico.

La sustentabilidad en el uso y/o consumo de los recursos naturales puede ayudar a generar riqueza, pero no sólo en el aspecto económico sino también en los beneficios ambientales que pueden ser conseguidos y con un menor costo social.

Hasta el momento, estos temas de educación ambiental no tienen para los gobiernos ni para centros de educación privada la jerarquía de las grandes carreras universitarias; se la considera como un asunto de segundo orden, algo así como una cuestión complementaria con un tema que está de moda en los últimos años.

En nuestro país esto tiene explicación. En primer lugar, porque el ambientalismo no está vinculado con los grandes negocios, de los cuales siempre estamos necesitados, sino que, en más de un caso, se contrapone a intereses económicos que se conciben de la manera tradicional sin incorporar conceptos ni controles ambientales.

Y luego, porque la cultura del lucro está tan arraigada en nuestra sociedad que ni siquiera se plantea seriamente en los foros de decisión política el encarar acciones o proyectos que no produzcan ganancias o ahorren costos de manera visible, aun disponiendo de importantes leyes de preservación que están vigentes.

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