Economía: estancamiento o recesión más inflación

La Argentina ha entrado en un proceso recesivo que sólo un plan antiinflacionario coherente puede comenzar a modificar. Con las contradictorias y escasamente idóneas medidas que se están adoptando será imposible eliminar la desconfianza instalada y genera

Economía: estancamiento o recesión más inflación

Llevamos una larga década en que el Gobierno ha creído que la economía se acomoda a los dictados, creencias y conveniencias de la política; que es materia maleable, que el comportamiento de empresarios y consumidores se determina a los gritos, con amenazas de garrote.

La obcecación ignorante en el manejo de la economía nos ha llevado a esta difícil situación de descifrar, entre otras cosas, el largo período de falseamiento de las estadísticas.

Algunos de los desequilibrios introducidos a lo largo de una década están intentando ser corregidos, con contradicciones y escasa idoneidad.

Pero en el cuadro que salta hoy a la vista, si atendemos a las expresiones de empresarios, sindicalistas, instituciones de estudio, vemos que el nivel de actividad, en el mejor de los casos, se ha estancado.

En el peor, se ha entrado ya en un proceso recesivo. La primera situación ocurre cuando el crecimiento se aproxima a cero y/o se ubica por debajo del crecimiento de la población. En el segundo caso, la recesión ocurre cuando el nivel de actividad del período considerado es inferior al inmediatamente anterior. En ambos casos, el impacto sobre el empleo es directo; en el primero el empleo no crece, en el segundo las empresas suspenden o despiden personal.

La desocupación aumenta. En situaciones de recesión, de caída del nivel de actividad, importa saber y poder estimar la duración y magnitud de la misma. Para ello es fundamental contar con estadísticas confiables, de calidad y en tiempo oportuno.

Lamentablemente no las tenemos, hay que guiarse por los datos de algunas instituciones que llevan años elaborando indicadores de actividad y por lo que dice el “mostrador y la calle”. Estos dan señales más cercanas a la recesión que al estancamiento.

En este punto es conveniente tener en cuenta el comportamiento real de la economía en los años anteriores; ahí se comprueba que en ese período las tasas de crecimiento del PBI fueron bajas, poco más del 2%, en relación a lo que habían sido los años anteriores. Debe además tenerse en cuenta que estudios recientes muestran que el crecimiento efectivo desde 2003 fue bastante menor que el que han dado las cifras oficiales.

Por lo tanto no, es que la economía se haya frenado de golpe: ha venido reduciendo su andar desde tiempo atrás. Los factores que la han afectado son varios: la inflación sin duda ha sido muy importante, el cepo cambiario y las dificultades para importar, el atraso del tipo de cambio, que ha sido gravísimo para las economías regionales; nuestro sector agroindustrial es una muestra elocuente de ello.

No se puede dejar de mencionar un clima creciente de incertidumbre, de desconfianza respecto de las medidas de gobierno, la falta de credibilidad sobre la política económica y en la capacidad de quienes la hacen.

Las recientes medidas -como el ajuste del tipo de cambio que va en dirección de corregir los desequilibrios creados anteriormente- son consideradas insuficientes y tardías. En general se reclama un plan antiinflacionario coherente que hasta ahora no aparece.

Es por ello que la desconfianza sigue instalada, que las expectativas negativas no se modifican. El índice de confianza del consumidor, que elabora desde hace varios años la Universidad Di Tella, muestra para enero el nivel más bajo desde 2007.

Este indicador dice que los consumidores difícilmente se embarquen en compras de bienes durables. Además, el fuerte aumento de precios de alimentos y productos básicos se lleva la mayor parte del ingreso. No sería el consumo una variable que empuje el crecimiento.

Por otro lado, el presidente de la UIA dice que cayó el nivel de actividad y pronosticó un año difícil para la industria. La automotriz y de autopartes tiene problemas; hay empresas que suspenden o despiden personal, disminuyen turnos de trabajo.

En enero también han caído las ventas en supermercados. Y lo más grave es que las expectativas de inflación son muy altas. Podríamos estar a las puertas de un escenario muy delicado, recesión con inflación.

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